D I E C I S É I S

1.7K 142 35
                                    


—¿Qué dices?—pregunté confundida y enojada.

—Come y cállate, se acabó el tiempo para hablar.

Rodé los ojos y tomé la hamburguesa dándole un gran mordisco.

— Apresúrate, tengo ensayo dentro de 40 minutos y no pienso esperarte,—dijo señalando vagamente con su dedo índice.

— ¿Disculpa? Me hablas cómo si yo te acosara o rogara por ti todo el tiempo.

— Cuándo ese día llegué Jimin sobre pasara los metro ochenta y yo estaré lejos,—murmuró.

— Sí, sí, sí.

Min se puso de pie y tiró de mi brazo bruscamente.

— ¿Acaso quieres quitarme el brazo?—dije furiosa.

— Ponte de pié, tenemos que irnos ya.

Volvió a estirar mi brazo.

— Pero aún no terminé de comer.

—Puedes terminarlo en tu casa, ahora apúrate.

Tomé lo que sobraba de la hamburguesa y las papas fritas. Con la ayuda de Min me puse de pie y quedé frente a frente con él. No era la primera vez que estaba tan cerca de mí, invadiendo mi espacio personal, pero, aún así no pude evitar sonrojarme, sus oscuros ojos parecían impenetrables. ¿Qué estaría pensando en este momento?

Lentamente comenzó a acercar su rostro, abrí los ojos cómo plato sorprendida. Porque aguantar sus amenazas no significaba que me gustaba o qué quería algo con él, todo lo contrario, por mi que se perdiera por el bosque y no regresará, yo sólo tenía en mente a Jimin.

Volví de mis pensamientos, sólo unos escasos centímetros nos separaba, sus ojos me escaneaban, en ese instante podía ver los sentimientos que reflejaba. Comenzó a cerrar sus ojos lentamente, sus labios apenas rozaron con los míos, parecía estar pidiendo permiso.

Coloqué mis manos en su pecho.

—¡No!—lo empujé lo más lejos posible de mí— ¡No vuelvas a hacer eso! ¡Porque este aguantando tus amenazas no significa que puedas besarme!—grité.

— ¡Claro que puedo besarte! ¡Puedo hacer lo que se me dé la gana!

Se acercó a mí con aptitud de bestia salvaje.

Sin pensarlo retrocedí varios pasos y cubrí mi rostro con mis manos, mi respiración se volvió agitada y mi cuerpo comenzó a temblar levemente por el miedo.

Los pasos se detuvieron.

— Lenahi,—dijo en un suspiro.

Mordí mi labio inferior para no gritarle que lo odiaba y que tenía mucho miedo de lo que era capaz de hacer conmigo.

— No tengas miedo, yo, yo no voy a volver a hacerte daño.

Negué con la cabeza. No quería verlo a los ojos, se daría cuenta que me intimida, bastante.

— Por favor, háblame, puedes hablarme,—suplicó con un leve tono desesperado.

— Jimin. Quiero a Jimin,—dije tartamudeando.

— ¿Eso es lo que quieres?

Asentí.

Sentí cómo Min se alejaba a pasos agigantados. No sería capaz de dejarme sola a kilómetros de la civilización o eso creo. Los neumáticos rechinaron cómo las dos veces anteriores. Mis manos callaron descubriendo mi rostro. Él maldito se había ido y ahora estaba segura que no tendría tanta suerte cómo antes, no llegaría a casa sino que, tres días después.

BienquerenciaWhere stories live. Discover now