34. New game

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Isaac estaba llorando, se sentía triste y su cuerpo le dolía por haber estado tantas horas seguidas en la misma posición.

El no saber nada de Max le afectaba, ¿Qué tanto te puede afectar la ausencia de una persona?, todos los días se decía que todo estaba bien, que tarde o temprano tendría que regresar.

Cada dos días iba a casa de Max para saber algo de él, pero nadie respondía a su llamado, pareciera como si su tía se hubiera ido con ellos.

Las visitas de David se hacían cada vez más constantes, aunque eso le alegrara, el hecho de que no viniera solo arruinaba las cosas.

Ninguno de los dos sabía mucho acerca de ese chico, Scott, sin embargo, David se sentía en confianza con él y pasaban la mayoría del tiempo juntos.

Isaac escuchó ruido en la cocina y pensó por un momento, que era su mamá, pero sabía que no era así, ya rara vez la veía y eso le hacía sentirá un más deprimido.

– ¡Qué bueno que bajas! –gritó David una vez que lo vio.

–Hola –saludó el chico de rasgos latinos.

<<De nuevo tú>> –pensó el rubio dedicándole una sonrisa.

–Scott se ofreció a cocinar –sonrío el castaño, David sabía que Isaac estaba mal y no era el único en notarlo, Isaac había comenzado a bajar de peso, su ropa comenzaba a quedarle ligeramente holgada, rara vez comía y cuando lo hacía sólo daba pequeños bocados y decía que ya estaba satisfecho.

A David le dolía ver a su mejor amigo así e intentaba hacer de todo para sacarlo de la burbuja en la que él mismo se había metido.

Se escuchó el ruido que hacía la puerta para abrir, Isaac caminó y ahogó un grito de sorpresa cuando vio a su madre entrar por ella.

– ¡Mamá! –gritó sintiéndose un niño pequeño necesitado –Hola...–susurró abrazándose a ella.

–Hola mi amor –susurró Hilda, abrazando a su hijo con las pocas fuerzas que traía consigo.

David vio la enternecedora imagen y sintió pena, el cabello negro de Hilda se encontraba sin brillo, sus ojos estaban cubiertos por cansancio y con bolsas bajo de ellos.

–La cena casi esta lista...–murmuró Scott

–Iré a darme una ducha cariño...–Isaac soltó a su madre a regañadientes y caminó al comedor.

Hilda subió las escaleras a cómo pudo, pidiendo a los Dioses que no se desplomara en el intento, una vez que llegó a su habitación su metió al cuarto de baño, sonrío al espejo y se echó agua en el rostro.

Comenzó a quitarse la ropa y sintió pena de sí misma al ver los moretones que cubrían su abdomen, sentía dolor en todo el cuerpo, pero no iba dejar que eso le arruinara quizá, los últimos momentos con su hijo.

Cuando bajó su aspecto había mejorado un poco, se había aplicado un poco de maquillaje para darle color a su piel, encontró a David y Scott cenando mientras que Isaac sólo miraba el plato, moviendo los Espaguetis de un lado a otro sin llevárselos a la boca.

–Si no comes solo me obligaras a darte yo en la boca...–murmuró, sentándose en su lugar, Isaac la miró con ojos tristes causándole un apretón en el pecho y sonrió. –Por favor come...–casi rogó.

Isaac no dijo nada y tomó una pequeña cantidad de espagueti con el tenedor, llevándoselos a la boca y saboreando su primera comida en el día, Hilda sonrío gustosa, comenzando a comer.

–Esto esta delicioso –alagó y Scott se sonrojó.

–Es receta familiar...–sonrió y siguieron comiendo, hundiéndose en un silencio agradable.

– ¿Es tu novio? –le preguntó Hilda a David cuándo estaban lavando los trastes, sonriéndole, con la mirada enternecida, causando cierto grado de confianza –Vamos dime...–sonrió

–No...–susurró mirando hacia otro lado, sintiendo sus mejillas arder.

–Es muy apuesto...–comentó a lo que el castaño contesto con un <<Lo sé>> antes de salir de la cocina.

– ¡Iré a dar un paseo! –gritó Isaac bajando de las escaleras y colocándose una chamarra, no espero la contestación de su madre y salió de su casa, dejando el plato a medio comer en la mesa.

Corrió, corrió como siempre lo hacía cuando necesitaba desahogarse, llegó hasta un barrio de mala muerte, sabía lo que era, no era la primera vez que pasaba por ahí pero sí la primera vez que veía tanta gente.

Se adentró en aquellas calles, sintiendo repulsivas miradas sobre él. Sabía a lo que se exponía estando ahí, pero poco le importó. Siguió caminando, topándose con algo que nunca creyó ver.

Ahí, en medio de un tumulto de gente.

Ahí en medio de la calle, al aire libre.

Se encontraba su maestro de matemáticas, follando, siendo observado por todos, introduciendo a su cuerpo sustancias que en ese momento no logró distinguir.

Sebastián sonrío de lado al verlo, lo distinguió entre el montón de gente y sonrió gustoso.

Isaac ahogó un grito de sorpresa cuando el profesor comenzó a envestir de una forma descontrolada al chico que se encontraba debajo de él y vio como aquel chico tensó en agarre en el tubo que le servía de soporte, pues tenía algunas cadenas que colgaban de su cuerpo, así como esposas que se ceñían a sus muñecas.

Sebastián soltó un grito al sentir su orgasmo cerca, miró a Isaac y movió los labios murmurando <<Para ti>>, el rubio escuchó los gritos de las personas que aclamaban lo que estaba ocurriendo.

Isaac salió corriendo, corrió evitando los pensamientos que en ese momento nacieron en su mente, pero la erección en sus pantalones no podía negarse.

Aquello le había excitado.

Me enamore de una bestia.Where stories live. Discover now