Capitulo 8

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Regresé sobre mis pasos e ingresé al cuarto de baño, hacía un poco de frío y no me gustaba bañarme así, por lo que regularmente el agua estaba bastante caliente. Después de quitarme casi toda la ropa ­excepto las bragas­ abrí la llave de la ducha, primero la caliente y luego la fría, nivelándola. 

¿Por qué se empeñaba tanto en ocultármelo? ¿Por qué Mabel lo había hecho? Además, no solo debió de darle cosas. Estuvieron dentro de su cuarto un buen rato, ¿habría hablado de algo?

—______ , ya puedes...

  La puerta se abrió de pronto, la voz de Dipper me sobresaltó y voltee a verle pasmada.  

  —¡Te dije que me bañaría, Dipper! —vociferé, e instintivamente me cubrí con la cortina de baño, pese a que me salpicaba un poco del agua más fría que caliente.  

  —Ah, eh, y-­yo lo si-­siento... —tartamudeó y cerró de inmediato.  

Cerré los ojos, lanzando un suspiro al aire, y dispuesto a girarme para cerrar el agua. Sin embargo, escuché la puerta abrirse de nuevo.  

En un abrir y cerrar de ojos, Dipper estaba frente a mí y mientras me observaba con sus penetrantes azules, no pude formular nada coherente modo de réplica. Pues de un segundo a otro, ya lo tenía sobre mis labios, poseyéndolos con ansía y ahínco, enrollando sus brazos alrededor de mi desnuda cintura. 

Apenas tuve un poco de conciencia, me puse de puntillas y rodeé su cuello con mis brazos, intentando, si es que era posible, acercarnos todavía más. 

Dipper se inclinó sobre mí, afiebrando el ritmo del demandante beso. Sus manos descendieron por mi espalda baja, hasta finalmente atrapar mi trasero. 

Me sobresalté un poco debido a la repentina acción, me quejé en sus labios, pero entonces él me impulso de nuevo, tomando ahora el mando por mis muslos. Entendí casi de inmediato y sincronizamos a la perfección, quedando, de nuevo,como el día anterior.

 Dipper me sostenía cargándome, y yo enredaba mis piernas alrededor de él.  

No estábamos del todo lúcidos mientras salíamos del baño y nos dirigíamos a nuestro cuarto, solo necesitábamos sentir la calidez de nuestros cuerpos juntos, y la ternura del beso que ahora nos regalábamos. 

Entrelazando nuestros alientos, unificando nuestros latidos y ensordeciendo el poco raciocinio que aún nos quedaba.

En un dos por tres, ya tenía la espalda contra el colchón, y al propio Dipper sobre mí, como si no le importara más que beber de mi boca. 

De un jadeo, él se incorporó lo suficiente para quitarse su molesta playera, con sus rodillas encerrando mis piernas entre las suyas, dejándome una vista sumamente satisfactoria.  

  —Vaya, Dipper, ¿cuándo te pusiste así? —solté, riendo, al ver sus pectorales.  

Él solo sonrió con soltura y descaro, descendiendo de nuevo a mi altura, acariciando el roce de nuestras narices, y poco después de nuestros labios, disfrutando del cosquilleo apremiante y placentero que nos envolvía.  

No tardó mucho en deslizar sus grandes manos por mi pecho, acorralando más abajo mi cintura ya acariciando mi vientre. Cuando el aire nos hizo falta para poder continuar, Dipper encerró mi labio inferior entre sus dientes y terminó con el letargo de nuestros alientos. 

Besó mi mentón, mi mejilla y mi nariz, mientras me encontraba incapaz de abrir los ojos. Bajó por mi barbilla con sus húmedos y calientes labios en mi piel, besándome el cuello sin recato ni precaución, a veces apresando mi piel entre su boca y marcándome a sus anchas. 

A esas alturas, no pude soportarlo por más tiempo, y jadeé, sin permitirme pensar, solamente sentir. 

Sentí la presión de sus manos, y la lucidez de la que ahora carecíamos, desapareció por entero.  

Dipper fue a dar a mi clavícula, aumentando la temperatura de nuestros cuerpos a una cadencia demente. Un hormigueó apremiante comenzó a abrirse paso por mi vientre, y un poco más abajo, impidiéndome callar. 

Dipper acarició mis pechos con su lengua, obligándome a gemir con descaro.

 El ardor en mis mejillas y la vergüenza me invadieron, por lo que intenté tapar mi boca con mi mano; entre abrí los ojos y pude ver cómo Dipper desabrochaba sus pantalones, quitándoselos con torpeza. 

Reí.

  —¿Por qué ríes? —masculló, algo abrumado.  

Extendí mis brazos en su dirección, diciéndole que viniera de vuelta a mí. Él gateó hacía mi boca, al tiempo que esbozaba una sonrisa extrovertida y hambrienta. 

Dipper me besó de nueva cuenta,pero esta vez más calmado, como si intentara saborear cada rincón de mi boca. Mis manos se encontraban en su nuca, jugueteando con los rizos en su cabello.  

Sin embargo, ese momento de lentitud y dulzura, fue brutalmente roto en cuanto la dureza de su miembro chocó con mi feminidad. Sin permitirse pensar más, Dipper embistió su erección, desatando un estallido de una sensación punzante por todo mi cuerpo, haciéndome temblar y gemir de placer contra su boca. 

Dipper llevó sus manos hasta mis muslos, y abrió bien mis piernas. Pronto sus dedos se dedicaron a quitarme la única prenda que aún poseía. Al separar nuestras bocas, Dipper nos quitó lo último que nos impedía poder sentir nuestros cuerpos completamente libres.  

Aun así, con la temperatura de nuestros cuerpos llevada al límite y nuestras respiraciones descontroladas, con nuestros cuerpos deseosos de más, no pude evitar querer mirar ahí. 

¿¡Eso me iba a caber ahí!?  

Dipper bajó un poco más, y se dedicó a repartir besos por doquier, en mis muslos que sostenía un poco en el aire, en mi vientre, e incluso en mi feminidad.

 —¿Puedo?

Bufe. 

  —¿A éstas alturas preguntas?  

Dipper sonrió, al tiempo que se agachaba para darme un corto beso. Se inclinó hacia el lado de su cómoda, al costado de su cama, y se estiró para poder alcanzar el cajón. Donde sacó una bolsa negra. 

Lo miré con extrañeza y curiosidad.  

  —¿Qué hay ahí?  

  —Espera... ¿¡Eso te lo dio Mabel!?  

 Dipper asintió con la cabeza.

  —Y me enseñó cómo debo de hacerlo sin lastimarte, pero eso ya lo había investigado por mi cuenta—admitió, esta vez sin pena. Como si fuese lo más común del mundo.  

La Hermosa Dama Que Contrate Como Mi Sirvienta -Dipper Gleeful x Tn.  [Lemmon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora