Una noche más

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Una noche de invierno, el viento golpeaba contra la ventana del cuarto de Emanuel y se escuchaban las hojas volar afuera. Era viernes, así que se encontraba solo, en su cuarto, a la madrugada de la fría noche. En un momento determinado, frente a la televisión, pauso el videojuego, observo el reloj digital que tenía en su brazo izquierdo y se puso nervioso. Apago la consola, tomo un sorbo de Coca Cola, tiro un objeto debajo de la cama y se arropo hasta el cuello.

Entonces, llego. Ese maldito momento que todas las noches, iba a ocurrir. Se abrió lentamente la puerta principal de su casa, haciendo un quejido infernal que pudiera haber despertado a todo el vecindario. Luego de unos segundos, se cerró bruscamente. Esta vez, se golpeó tan fuerte que Emanuel pudo escuchar como el picaporte se había desencajado de su lugar y así, caerse al suelo.

Comenzó a llorar descontroladamente, de todas formas, trato de ser silencioso. No simplemente lloraba por lo que estaba pasando, sino también por el terrible error que había cometido. Pensó que tenía posibilidades de escapar, pero ya era muy tarde. Además, estaba tan confundido debido a la situación que no sabía cómo reaccionar.

Oyó como alguien o algo subía las escaleras de madera. Cada paso era una tortura y cada segundo pasaba como si fuese una eternidad. Más que nada, ese mismo día. Escucho como se dejaron de escuchar los escalones y se empezaron a escuchar unas zapatillas rebotantes en el pasillo. El sonido retumbaba en todas las habitaciones, haciéndose insoportable. De todos modos, no eran cualquier tipo de zapatillas, eran zapatillas para hacer danza, esas que cuando se usan, se escuchan como si dijeran "TAP".

Las zapatillas se dirigían hacia su alcoba, muy despacio y calmadas. Emanuel, remordiéndose los labios muy fuertemente, esperaba con terror, su pavoroso final.

Luego, escucho que las zapatillas dejaron de sonar en su puerta. Un silencio abrumador envolvió a la casa, de una manera terrorífica. Parecía una buena señal, pero Emanuel sabia, sabía que estaba parado ahí, infiltrándole miedo y suspenso a la situación.

Después de unos minutos, se abrió la puerta de la habitación rápidamente y salió disparado algo, haciendo que todos los objetos del cuarto, salieran volando. Se originó un viento que abrumaba el ambiente de una manera extraordinaria. A Emanuel le costaba respirar y se destapo para tomar aire.

En un instante, el viento fuerte que no parecía acabar se transformó en un remolino de viento, atraído por una sola fuerza. El remolino tenía un poder abismal. Por esto, Emanuel, no podía ver casi nada de lo que estaba sucediendo, de alguna manera, esto era algo positivo, ya que si pudiera ver, solo lograría observar como estaba siendo absorbido y lentamente, se estaba moviendo cada vez más hacia el centro del acto. Cuando llego ahí, lo último que pudo escuchar, en el revuelo de la noche, fueron unas palabras que alguien o algo soltó: "Go chūmon, emanyueru o shutoku".

Sir Zapatillas VoladorasWhere stories live. Discover now