Capítulo 32 "-¿Moriré?"

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Mi cuerpo parece una pluma sobre sábanas de seda. Hace tiempo que no duermo así.

Mis párpados se agitan debido a la iluminación que se filtra de igual manera con mi ojos cerrados.

Me remuevo ante la falta de sueño, ya no puedo volver a dormir. Sin embargo, un enorme peso sobre mi cintura me dificulta la movilidad de mi cuerpo y otra peso sobre mis piernas hacen que entre en pánico.

Abro los ojos como platos, pero los frotó varias veces para adecuarme a la iluminación.

No puedo moverme, algo enorme me lo impide y siento que está aplastando mi pulmones, haciendo que el aire no entre con normalidad.

De repente siento unos brazos apretujarme con más fuerza y un cuerpo cálido se recuesta por mi cuerpo logrando asfixiarme.

Volteo la mirada a duras penas y el esplendoroso y descansado rostro de Adam reposa a mi lado (encima de mí) con el cabello alborotado, las mejillas sonrojadas y los labios rosados entreabiertos.

Me va a dar un infarto... ¡Santa mierda! ¡Es lo más sexy y tierno que he visto en mi vida!

¡Oh SANTA MIERDA! ¡¡SE QUEDÓ!! ¡ÉL ESTÁ AQUÍ!

Mis mejillas se enrojecen por solo mirarlo y hasta por un momento olvido que estoy quedándome sin aire.

Una de sus piernas aprisiona las mías mientras que su brazo me abraza por la cintura.

-Adam... -susurro e intento apartarlo de mí.

Él gruñe y por el contrario, me presiona con más fuerza contra su cuerpo.

Trago saliva. Esto está siendo interesante...

-Adam -vuelvo a hablar con más fuerza -Siento tus pelotas en mi trasero.

Siento su pecho vibrar en mi espalda en una risa silenciosa y luego empieza a moverme frotando sus miembro por mi trasero.

-¡ADAM! -grito y me sobresalto tanto que termino cayendo de la cama.

Llevo las sábanas conmigo en el impacto y me quejo por el leve dolor que ocasiona la caída.

Rápidamente lo veo asomarse por el borde de la cama con una sonrisa que me da la libertad de contemplar sus hoyuelos.

Suspiro ante esa imagen.

-¿Estás bien? -me interrumpe los pensamientos. Su voz es más ronca de lo normal y sus ojos están un poco hinchados por dormir demás.

-S...Sí -tartamudeo.

Su sonrisa se ensancha aún más al notar mi nerviosismo y quiero golpearme por eso.

Él baja de la cama con lentitud para ayudar a levantarme.

Su vaquero está desprendido y su cierre es lo único que lo mantiene en su cadera, por lo tanto cuelgan dando a la vista su bóxer negro.

Trago saliva e intento pensar en otra cosa mientras me obligo a mirarlo a la cara.

Me tiende una mano que yo acepto. Una vez que ambos estamos de pie, nuestras miradas se enganchan y nos quedamos mirándonos con intensidad por un momento, hasta que él rodea mi cintura con sus brazos y un estremecimiento se apodera de mi cuerpo. Llevo ambas manos a su pecho por instinto y siento como mis mejillas arden.

-Hola -saluda con una sonrisa de lado.

-Hola -murmuro y dejo escapar una risa tímida.

-Podría acostumbrarme a despertar todos los días contigo -alega acercando su rostro al mío -Eres hermosa.

ADAM (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora