2.4

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—Hija, tu madre y yo nos vamos. —Abrí los ojos y mi padre acarició mi rostro, depósito un beso en mi frente y salió.

Estiré mis brazos hasta el punto en que mis articulaciones chasquearon, me levanté de la cama, con aquella sensación de perfecto descanso.

—Hoy será un muy buen día —me dije antes de levantarme, tomé mi ropa y me vestí.

Bajé y preparé café, lo bebí junto a un pedazo de pan. «Vacaciones. Puedo hacer "nada" todo el día».

Y así lo hice, todo el día entero viendo películas, comiendo chucherías recostada en mi cama.

Eran pasadas las 7, el Sol ya se está ocultando. Pero yo estaba aburrida. «Quizá debo conseguir un trabajo de verano».

Fuí a la cochera y abrí la cajuela del auto, todos los materiales seguían ahí, comencé a rebuscar entre ellos, viendo todo lo que había. Desde pequeño pinceles hasta block tabla, un paquete de 200 acuarelas. Estaba extasiada mirando el imaginando los que podría hacer con ellos.

—Espera, amor —dí un pequeño salto mirando hacia atrás.

—Sr. O'Brien, no lo oí llegar —me acerqué rápido y lo besé en los labios.

—No saques los materiales de ahí —apuntó a la cajuela con la cabeza.

—¿Por qué? —paso de mí y cerró la cajuela del auto.

—Te dije que había sido muy buena niña y que tendrías una recompensa, ¿no?

—Ajá —sonreí curiosa.

—Tengo una sorpresa para a ti. Vamos, sube a tu auto. Yo te guiaré.

Ambos subimos, él apenas y cabía dentro del pequeño auto, per no pareció molestarle mucho, el camino no debía ser muy largo.

Estaba muy confundida, pero al mismo tiempo ansiosa, por saber que me esperaba. «¿A dónde me lleva ahora?».

—A la derecha —apunto y dí vuelta siguiendo cada una de sus indicaciones.

Conocía el camino pero no el lugar al que íbamos, lo que me causo aún más curiosidad.

—Una pequeña indiscreción —lo ví de reojo asentir levemente mirando por la  ventana—. ¿Nunca trabaja? Mis padres se fueron hace horas, de hecho es hora de que casi vuelvan.

—Tus padre son mis socios y también mis amigos, así que, me tomé la molestia de decirles que yo trabajo mejor en mi oficina privada y estuvieron de acuerdo. Sólo me llaman cuando hay algún juicio en el debo defender o asesorar a alguien —habló serio y tajante. Se nota que no disfruta demasiado hablar de temas relacionados con su trabajo.

—Ahora entiendo todo —«Tiene sentido para mí. Si sigues insistiendo más vas a molestarse y no tengo ganas de pelear».

—Dentente aquí enfrente, por favor —me estacioné en la cochera del local un poco descuidado.

Lo ví salir y yo salí después de él, abrió la puerta del pequeño local con un par de llaves que llevaba en el bolsillo de su pantalón deportivo, pensé que quizá genial algo que hacer antes de darme mi recompensa. Tampoco quería cuestionarlo, así que, sólo permanecí inmóvil, silenciosa en el marco de la puerta.

—Ven aquí, cariño —me acerqué.

—¿Sí? —Era un lugar muy lindo y mucho más grande de lo que parecía desde afuera, con todas las paredes pintadas de blanco y un poco vacío. A excepción de algunas repisas, una mesa adherida al suelo y un gran armario.

Fuck me, Mr. O'Brien (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora