Fuck me, Mr. O'Brien (+18)

2.34

Desperté sintiéndome bien de no estar sola, pero cuando me giré no había nadie, sólo un espacio vacío al otro lado.

—Pero qué... —vi una nota sobre el buró de su lado.

La tomé entre mis manos.

"Amor. Tuve que ir a una junta con los japoneses en el bufete. Dejé comida, volveré por la tarde.  DO'B".

Así fue como me levanté.

Bajé tranquilamente y comí sándwiches que había en la mesa, junto a un tulipán precioso. «¿Cómo mierda sabe que me gusta los tulipanes?».

Limpié un poco y acomodé todo lo que había quedado desordenado de la noche anterior. Subí, me dí una ducha rápida, coloqué ropa cómoda, pero linda.

Estaba limpiando los muebles y curiosamente mi mirada se posó en una botella de Whisky a la mitad que había sobre este. La tomé, fui por hielo a la cocina y bebí.

Bebí hasta que la botella se terminó, no estaba segura de cuál sería la reacción de Dylan contado volviera encontrándome ebria. Pero si de que estaría molesto.

Puse música a todo volumen, saltando y bailando. Tomé otra botella y comencé a beberla. Pasado unos minutos comenzó a darme mucho calor. Así que, simplemente me quité la ropa y seguí bailando cual loca por todo el living.

Chocaba cada vez con todo; mesas, sillones, muebles, pero lo le daba importancia. Me sentía jodidamente mareada, pero no podía/quería parar de bailar y gritar.

El volumen de la música fue disminuyendo hasta dejarme en silencio. Me giré para ver qué pasaba y encontré al Sr. O'Brien muy molesto mirándome desde la puerta de entrada, sus brazos estaban cruzados.

—¡Dylan, vol...viste! —grité.

—Sí, volví. Y tú estas ebria —dijo serio, mirándome a través de sus pestañas.

—N...No —oculte la botella detrás de mí espalda—. ¿Qué...te hace creer eso? —me costaba un poco hablar.

—Mierda, Amara. Creí que podrías ser madura y responsable —pasó su mano por su rostro, cabello y finalmente su cuello de manera frustrada.

Se colocó los dedos a la altura de su sien. Aquella ropa lucía simplemente sexy entallada en su cuerpo.

—¿Estás frustrado? Yo te puedo ayudar con eso —me acerqué tambaleándome.

—Basta, niña. Iré por un vaso de agua y tú irás a dormir —caminó rumbo a la cocina.

—Vaya que tienes buen trasero —mi mano lo presionó juguetona.

—¡Basta! —me reprendió.

—¿Por qué? Sólo quiero jugar contigo. Sé que te encanta jugar conmigo —solté un gruñido felino.

Suspiró y continuó haciendo su trabajo; sirviendo agua. Lo abracé por la espalda acariciando su miembro por encima del pantalón y después metí la mano en sus bóxer.

—Basta, Amara —dejó el vaso y me dio la vuelta—. Siéntate, ahora.

—¿Vas a huir? —comencé a correr detrás de él en la cocina alrededor de la isla.

—Amara. Detente, ahora mismo. ¡No estoy jugando!

—Vamos, pequeña fiera. No huyas de mí —solté un gruñido arañando el aire.

Corrí más rápido sujetándolo de la camiseta, pero se libero.

—Amara, esto no es divertido.

—No te gusta ser la criatura indefensa. Necesitas que alguien te consuele —sonreí ampliamente levantando mi ceja—. Yo puedo consolarte, bebé.

—Amara, no me llames así.

—Vamos. Será divertido —lo acorrale contra el refrigerador—. Quiero comerte completo —sujeté el cuello de su camisa atrayéndolo a mí.

—Deberías dormir. Estás muy ebria.

—¿No te dije que cuando estoy ebria me pongo caliente? —me acerqué a sus labios—. Por favor, Sr. O'Brien, estoy tan —alargué la palabra para dramatizar— mojada.

—Joder. ¡Detente! —me di la vuelta y apreté su erección contra trasero fuertemente deslizándome de arriba hacía abajo.

—Sé que quiere esto tanto como yo —su mano presionó mi cintura y la otra se dirigió hacia mi entrepierna.

Apartando mis bragas metiendo sus dedos en mí, cada vez que los introducía levantaba mi cuerpo entero. Haciendo que su erección rozara ferozmente contra mi trasero.

—¡Oh, Sr. O'Brien! —el movimiento de sus dedos era simplemente estupendo. No podía dejar de gemir placenteramente. Su mano subió apartando mi sostén presionando mi pecho con fuerza mientras mordía y lamía mi cuello y nuca.

—¿Te gusta esto, zorra? ¿Querías jugar conmigo? —rompió de una mis bragas y quitándome el sostén.

Empujó mi cuerpo entero haciendo que quedara mi cara sobre la mesa y mi trasero en el aire. Bajó su pantalón junto a su boxers de una entrando sin chistar.

—¿Crees que tienes el control de algo aquí? —dijo perverso. Con el vaivén de sus caderas mi cabeza daba vueltas.

No podía mentir, lo disfrutaba demasiado, pero el alcohol no me estaba ayudando.

—¿Crees que soy una pequeña criatura indefensa ahora? —jaló mi cabello. Seguía embistiendome con fuerza.

Sentí como se corrió finalmente, yo lo había hecho hace algunos minutos.

—No me siento muy bien —de la nada todo se volvió negro.