2

189 42 7
                                    


De niña cuando veníamos a visitar la ciudad, me encantaba tenderme en el césped y contemplar la Torre Eiffel. Hice memoria a una de las veces que vinimos, yo tenía 8 años de edad cuando Henry nos acompañó, fue su primer viaje como mi chofer, sonreí por el recuerdo, el siempre me llevaba a contemplar la gran Torre que tantas historias de amor guardaba, como su historia, la cual me contó aquella vez de su mujer a la que le propuso matrimonio frente a tal maravilla, sonreí nuevamente y luego observé el espacio en el que ahora me encontraba , mi nueva casa.

Nos habíamos instalado en una avenida muy deseable frente a la embajada checa, la propiedad era elegante y refinada, estaba en la sexta planta de un fino edificio, y se podía apreciar desde un balcón continuo las magníficas vistas De la Torre Eiffel. El apartamento había sido renovado hacía unos dos años por un decorador de interiores de renombre internacional, era toda una casa de ensueño, tenía encanto y elegancia con estilo y confort moderno, aunque lo mejor de todo era la Torre Eiffel como telón de fondo. Connie se encontraba maravillada, Marshall orgulloso de lo que podía lograr su dinero y yo tenía ganas de correr lo más lejos posible de ellos y volver a mi verdadero hogar donde realmente mis sueños podían ser cumplidos, no este, no donde mi futuro dependía de las decisiones que mis padres tomaban, donde ser modelo se convertiría en mi estilo de vida, quería huir de todo aquello, amaba París, no es que no lo hiciera, pero la obligación de tener que hacer algo mata todo lo que es bonito y lo convierte en un infierno.
Me centré en la Torre Eiffel, sola en aquel balcón que se iba a convertir en mi vida

—bonita vista no crees— Henry apareció detrás de las puertas de cristal,mis padres no se encontraban cerca, supuse que estarían organizando mi agenda y lo que me tocaría hacer primero está mañana

—demasiado— lo mire —pero quiero volver—

—lo se querida— el aún no apartaba la vista de aquella hermosa maravilla —son solo unas mini vacaciones —me guiñó el ojo y se dio la vuelta para volver a su labor. Eso eran, en unos días volvería y todo se terminaría para siempre, no sabía cómo, pero tenía la certeza de que así sería

—¡Lis!— y mis vacaciones ahora se acababan. Connie se encontraba gritando a unos pocos metros de mi

—¿que sucede?— pregunte con calma cuando ya estaba lo suficientemente cerca

—en una hora vendrá el estilista— dijo ella mirándose las uñas, luego levanto la vista— tienes ensayo de peinado y maquillaje, date una ducha que hueles a mudanza— arrugó la nariz y no dijo más nada, caminó hacia la salida donde mi padre estaba esperándola, libere todo el aire que se encontraban en mis pulmones y me dirigí al baño, luego de la ducha me cambie y seque mi cabello, espere en el balcón a aquel estilista por unos treinta minutos, Connie apareció con el, practico en mi por dos horas peinado y maquillaje hasta que se hizo la hora del almuerzo y se fue. Marshall se encontraba en su oficina así que almorcé sola con mi madre, el silencio se puso tenso como siempre hasta que Connie hablo

—sabes— dijo ella sujetando el cubierto fuertemente, había algo en su mirada que intentaba transmitirme confianza y no lo noté hasta que continuó
—antes de casarme con tu padre tenía una niña, phoebe... era perfecta —
cerró los ojos un momento y suspiro
— su padre, mi ex marido era dueño de una compañía muy importante en Chicago— la mire atenta queriendo saber más, ella soltó el cubierto y fijo su vista en mi a través de sus lentes —fue asesinado cuando la niña tenía dos años— su expresión era neutra, volvió a centrar la mirada en su plato, y todos mis esfuerzos por creer que tenía un corazón se esfumaron con sus palabras
—tiempo después phoebe desapareció, Marshall era un viejo amigo de mi ex marido, el me ayudó a buscarla por todos los rincones de la ciudad de Chicago y una noche apareció, estaba muerta en una pequeña caja de cartón, la habían dejado en la puerta de mi casa, nunca encontramos al asesino — miró al frente, hacia una de las ventanas, seguía sin expresión alguna, solo hablaba, como si de un robot se tratara —Marshall me acompañó en todo momento —sonrió y me miró —nos enamoramos y decidimos ir a Dublin donde te adoptamos y ahora nos convertimos en la familia perfecta— volvió a mirar su plato y siguió comiendo, mi estómago se cerró , observe la ventana pensando en la pequeña phoebe y la extrañeza que me daba el hecho de que me contara esto ahora con tanta naturalidad que asustaba

Life Under Lies ©Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon