★ XII: Sueños

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Las luces tenues que emanaban de la calle eran lo único que podía iluminar la habitación, y por ende, su cuerpo lleno de raspones, golpes y tal vez hasta fracturas.

—Déjame ir, bruja...murmuró al aire.

Tan solo esa promesa lo mantenía en pie, esa promesa que le había hecho al amor de su vida:

"Estés donde estés, y cuando menos lo esperes, yo llegaré a ti, porque nuestros corazones se conectan con el poder de nuestro amor".

Se sentía tan vacío, tan roto, y tan sucio, y odiaba tanto el hecho de que todo eso le ocurrió en el día menos esperado, pues iba a vivir una vida plena y feliz con el ser humano que más amaba, pero no.

De pronto llegó esa maldita zorra a dañar sus planes a futuro.

Crowley... —sollozó al aire en tono bajo—.

Una lagrimilla traviesa se fundió en su cabellera plateada al bajar por sus mejillas.

[…]

¡No pueden dejarnos!gritaron las dos deidades.

¡Son una maldición! ¡si estamos fuera de este lugar sus poderes no lograran alcanzarnos!vociferaron los habitantes.

¡Se arrepentirán de esto!aseguraron los dos Serafines.

Loss vientos soplaron con fuerza aquel día en la Civilización de la Luna, los huracanes fuertes arrasaron con todo, pues la ira de los Serafines había sido desatada; las personas corrían de un lado a otro tratando de protegerse, porque el centro del lugar era un completo caos y todos estaban en pánico.

¡¡Ya basta!!ordenó una voz potente.

Desde el cielo, aquella voz acalló cualquier ruido posible, dejando. a todos los presentes helados en donde estaban y mirando fijamente hacia arriba, como buscando una respuesta.

Un estruendoso rayo cayó desde las nubes, haciendo brincar a varias personas de sus lugares; las chispas bailaron en el aire y un extraño humo cubrió el rastro de lo que fuera que había llegado.

Los Serafines hicieron mala cara y bajaron de lo alto del cielo para luego postrarse ante aquel ser supremo con el ceño fruncido y la cabeza gacha.

¿Por qué están atormentando esta civilización?preguntó con voz severa aquel ser.

Es divertidomencionaron a la vez.

Solo eso decían, aiempre era la misma respuesta y él ya estaba harto; los había maldecido cerca de diez veces por ciento cincuenta años y ellos seguían igual de testarudos.

No basta con desterrarlos ni basta con maldecirlos, ¿qué se supone que haga con ustedes, Asura, Krul?los regañó.

Padre...susurraron los dos Serafines mientras elevaban sus miradas al dios.

Los habitantes se mantenían expectantes, aquel encuentro era un derroche de poder y sentían que podría costarles la vida el moverse en ese instante.

¡Este cuerpo no es mío! [MikaYuu] (Terminada)Место, где живут истории. Откройте их для себя