Dulces besos

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Ren apartó bruscamente a Horo de él, deteniendo aquel trágico y sorpresivo beso, sus ojos lo miraron con perturbación y después apartó la mirada de él, HoroHoro intentó acercarse de nuevo, explicarle que estaba bien, que no se sintiera presionado, pero Ren hizo distancia entre ambos estirando su brazo, con la mano del otro se tapaba la boca

—¡No vuelvas hacer eso! —gritó molesto, pero altamente sonrojado, a Horo le dio mucha ternura verlo así, y pese a su desprecio se acercó a él, estiró su mano y le agarró de un hombro, atrayéndolo con delicadeza, le dio un abrazo

—Está bien, no tengas miedo —dijo Horo con voz dulce, con su mano acariciándole los cabellos tras la cabeza, Ren se sintió cálido, confortante entre sus brazos y cerró los ojos, dejándose envolver por el calor de HoroHoro

Se dieron otro beso, suave, lento, profundo, más intenso que el anterior, dejando que la lengua del otro intentara dominar sobre la propia. Se separaron por aire, Horo buscó la mirada de Ren pero él se escondió en el pecho del otro y le apretó el hombro con su mano

—Eres un idiota —dijo Ren con voz poco audible, buscando el calor del pecho de HoroHoro y le dio un beso, tímido, tonto, después se apartó, como asustado, temeroso de lo que sabía podía hacerle sentir el otro shaman

—¿Por qué te cuesta tanto abrirte? Mira nomás Ren, nos hemos besado dos veces, pero te empeñas en alejarme —espetó molesto, con inquietud, pero también con temor, miedo de que Ren no tuviera el deseo suficiente por él para continuar con aquella danza de labios, mientras que él, HoroHoro se moría de ganas por llevárselo lejos, donde ambos pudieran hundirse en el calor del otro

—Déjame en paz —fue todo cuanto dijo, antes de darle la espalda, pero Horo lo miró con decisión y se acercó a él, le rodeó por atrás y lo envolvió con sus brazos

—Te amo —confesó sin temor a represalias, ya se había confesado ante él con anterioridad, ahora no temía el rechazo, porque sabía que solo eran palabras, los labios de Ren le habían confirmado que él también lo quería —Debes aceptar que me amas también

—¡Nunca! Déjame —pidió dándole un codazo, pero Horo no obedeció

—No seas cobarde

—Tú no entiendes —la voz de Ren, seca, ruda pero con temor lo sorprendió, Horo le soltó la espalda y lo tomó de los hombros, girándolo hacia él

—Ayúdame a entenderte —suplicó, casi pálido, luego miró en los ojos de Ren algo que lo perturbó, algo que quizás no lo volvería a dejar tranquilo por el resto de su vida. Las lágrimas de Ren le adornaban las mejillas

—Él me enseñó a odiar. Él me enseñó a no ser débil, a no flaquear ante nadie. Mi padre me enseñó que el amor solo sirve para hacer débiles a las personas —dijo Ren con rastro de tristeza, por primera vez en su vida la sentía

El corazón de HoroHoro se heló, no había tenido en cuenta nunca la naturaleza de la familia Tao, aquella antigua Dinastía de Shamanes altamente poderosos, que no permitía que los guerreros en sus filas fueran débiles, tenían alma de conquistadores

—No tienes que seguir las enseñanzas de tu padre toda tu vida, recuerda a tu hermana, a Yoh, Manta, a Fausto, ChocoLove, a Ryu, a los demás, y no dejes de mirarme a mí. Todos pasamos momentos hermosos juntos, somos amigos, y yo te amo —explicó Horo con una sonrisa, intentó limpiar las lágrimas de Ren, pero él se apartó de nuevo y las limpió solo, después lo miró como si nada, se había permitido solo unos instantes de debilidad

—A mí no me importan todos ellos, tú no...

—No mientas —interrumpió enojado —No te atrevas a decir que no te importo porque es mentira, una absurda mentira

Se miraron en silencio, sin sutilezas, pero sin odios, Horo sentía que perdía la paciencia, Ren sabía que él la estaba perdiendo, se sentía frustrado y preocupado, temeroso de mostrar ante el otro aquel amor que sentía por él

—Será mejor que te vayas —pidió Ren con voz casi amable, pero con la misma mirada cruel que mataba a HoroHoro, él no se movió ni un poco de su lugar

—No lo haré, me quedaré hasta que aceptes que me amas, que nos necesitamos —respondió decidido, sin titubear, Ren se sonrojó pero apartó la mirada de él

—Hazle como quieras —dijo enojado, le dio la espalda y se marchó, Horo supuso que a su habitación, pero como Ren no hizo nada por correrlo de ahí decidió quedarse

Estaban solos en la amplia mansión de los Tao. Al llegar a su habitación Ren cerró la puerta y se apoyó en ella, cerró los ojos y sonrió de lado, Horo estaba ahí, en su casa, tras la puerta de aquella habitación. Aunque Ren se moría de ganas por invitarlo a entrar no dejaría que su orgullo se sintiera traicionado, así que era mejor dejarlo ahí, esperar a ver cuánto aguantaría

—Es tan idiota —Ren suspiró y fue a su cama para intentar dormir

...

HoroHoro buscó entre las habitaciones una donde pudiera quedarse a dormir, ya que Ren no insistió en correrlo entonces él se quedaría, no sabía cuánto tiempo, pero era testarudo y no dejaría que Ren lo rechazara tan fácilmente, no, él era HoroHoro y odiaba recibir No como respuesta, además ahora más que nunca estaba convencido de los sentimientos del otro

Se tocó los labios y sonrió, los besos de Ren se sentían aún sobre él, devorándole los sentidos, haciéndolo entregarse en alma y espíritu. Una idea loca atravesó su cabeza y se sonrojó, la adolescencia pasaba por su cuerpo y hacía estragos en sus hormonas, HoroHoro se dio cuenta entonces que la próxima vez no se conformaría tan solo con algunos besos, él sabía que la próxima vez que tuviera a Ren tan cerca de él sería capaz de robarle algo más que un beso.

Hola ¿qué les pareció el capítulo esta vez? He estado pensando en el lemon, siempre he creído que Ren es un uke xD pero su actitud a veces es de seme, pero ¿ustedes que piensan? me gustaría saber quien les gustaría que fuera uke y quien seme, sé que una historia es mucho más importante más allá del rol sexual de la pareja principal, pero me gusta saber su opinión, gracias por leer este fanfic

Mirada CruelWhere stories live. Discover now