V

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A veces las personas no se dan cuenta de cuanto se puede herir a alguien, a veces no se tiene ni la mas remota idea de poder provocar lagrimas por una sola palabra.

En muy pocas ocasiones se conoce el sentimiento de la miseria, y en la mayoría de los casos, la llegas a conocer cuando has vivido un tiempo considerable. Pero sentirlo a una edad temprana como en la adolescencia no es sano, ni mucho menos común. No lo compares con la etapa de rebeldía por la que todos pasamos, la miseria no es así, ni por mucho menos algo de lo que se debería estar tranquilo.

Fin se sentía así en todos y cada uno de sus días, pero eso para él era algo mas que normal, lo que no sería normal es el hecho de que una mañana despertase sin sentirse miserable o acobardado ante la vida, la sociedad y sus muy estúpidos recuerdos.

Recordaba muchas cosas en poco tiempo, ese era su don, después de todo lo único que siempre hacia bien era pensar. Pensar.


Fin se encontraba parado a milímetros de la puerta, tan cerca que su aliento rebotaba en la madera y se devolvía hacia sus fosas nasales. Esperando no entrar, se quejó mentalmente por el hecho de tener que entrar a sentarse en una banca y escuchar aquella aburrida charla monótona. Observar a personas tan desesperadas como él, y hasta en peores situaciones quejarse y hablar sobre sus problemas, no le ayudaba en lo mas mínimo.

"Pero no es como si tuviera otra cosa que hacer, ni mucho menos algo que valga la pena".

Pensó. Suspiró, y con su mano derecha giró y empujó la manija de la puerta.

Para su sorpresa, dentro del sótano solo se encontraban dos personas; El chico corpulento del otro día, y la pelirroja con gafas.

A esta hora se suponía que ya todos deberían de haber llegado, es más, Fin habría jurado que estaba retrasado por treinta y dos minutos.

El chico a quien Fin le apodó "Flamencos", se encontraba entonces sentado a dos puestos de la pelirroja, con su típica pantaloneta de flamencos fucsias fluorecentes. Estaba de brazos cruzados sobre el pecho y las piernas completamente abiertas de par en par.

Por otro lado la pelirroja con suéter se encontraba abrazando una libreta con la mirada pegada al piso.

Después de echarle un ojo a la situación, Fin caminó hasta una de las sillas que conformaban el circulo de charla y tomó asiento. Había elegido uno a cinco puestos de Flamencos.






"¿Por qué no pude cumplir mi promesa?"- Se preguntaba Fin.

Era cierto, nunca cumplió su tan importante promesa, y lo peor era qué, siempre la estuvo recordando, al igual que a Mika y su sonrisa, sólo que no lo mencionó ni lo pensó, por voluntad propia de no sentirse más miserable.


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⏰ Last updated: Feb 05, 2017 ⏰

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