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El frío aumentaba a medida que nos acercábamos. Sandy, precavida, miraba de un lado al otro, aunque la calle estaba totalmente vacía, o al menos, eso parecía. Era de noche, y todo estaba oscuro, pero más oscuro era aquello que, fuera lo que fuere, permanecía sobre la que había sido la casa de Brent. Sentía algo extraño en mi pecho, era como si una parte de mi supiera a ciencia cierta que Jacob estaba en ese lugar.

La parte delantera de la casa estaba destruida, aun recordaba como los cazadores la habían hecho volar en pedazos aquel día que huimos con Sandy. No obstante, la parte posterior de la casa seguía en pie. Guiándonos con las linternas, pasamos por encima de los escombros con mucho cuidado de donde pisábamos. Matt y yo seguíamos los pasos de Sandy.

Sentía cerca a Jacob, quizás él estaba ahí, o quizás eran mis ganas de encontrarlo las que me hacían pensar que estaba ahí. Lo cierto era que el miedo me había encontrado a mí, haciéndome permanecer atenta al más mínimo ruido, ya que todo estaba completamente en silencio.

Podía sentirlos al acecho como la oscura pantera escondida entre la maleza, viendo a su presa caminar al lugar al que saltará y le clavará los colmillos en el cuello, sintiéndola agonizar mientras muere lentamente. Eso éramos; la presa, y ellos, el asesino.

―¿Por qué no hay cintas de policías prohibiendo el paso? ―preguntó Matt.

Casi me sobresalté al escuchar su voz. Aunque había hablado muy bajo, su voz había resonado en mis tímpanos. Analizando su pregunta, noté la razón que tenía. Era cierto, ¿no habían acudido al lugar los bomberos y la policía luego de la explosión? Quizás una ambulancia en busca de heridos. Sería el protocolo normal para un evento de tal magnitud.

―Lo cubrieron ―respondió Sandy, la miré, pensé que se refería a los policías, pero no―. Ellos saben cómo ocultarse. Que nosotros podamos ver esto no significa que todos puedan.

―¿Para los demás no existe este lugar o algo así? ―volvió a preguntar Matt.

―Para los demás este lugar no ha cambiado en nada. No ha dejado de ser... el viejo sitio abandonado que siempre ha sido.

―¿Sitio abandonado? ―me detuve―. Cuando vinimos hace un tiempo no parecía un sitio abandonado precisamente.

Sandy sonrió.

―Ellos no son los únicos que saben ocultarse ―dijo Sandy, levantado un pedazo de periódico del suelo―. Brent lo hacía mejor... ―su voz disminuyó―. Están aquí ―dijo, y miró al cielo.

Matt y yo seguimos su mirada. La oscuridad sobre la casa se estaba arremolinando, pero no veíamos cazadores cayendo sobre nosotros. Me imaginé que tendrían a Jacob allá arriba, y que él estaría aterrado. De pronto me sentí llena de valor y rabia para enfrentarlos. Pero Jacob no era una damisela, yo lo era. Él era más fuerte que yo, en todos los aspectos. De todos modos, no quise darle todo el crédito a él, de lo contrario, perdería el poco valor que había reunido y comenzarían a temblarme las piernas.

―Amber... ―oí en un susurro. Recordaba esa voz. Era aquel cazador―. Mattew... Sandy... ―Una risita resonó haciendo eco.

No venía de arriba; el cazador estaba frente a nosotros. Di un paso atrás de manera automática. Pude ver por el rabillo del ojo a Matt hacer lo mismo.

Sandy levantó la cara, desafiante.

―Nos volvemos a ver ―le escupió Sandy. Su tono de voz estaba cargado de rencor. Incluso yo pude sentirlo.

Él sonrió.

―Tú lo has dicho.

La luz de mi linterna pegaba en la espalda de Sandy, por alguna razón no quería apuntar hacia él. Ni siquiera lo estaba viendo directamente. De forma extraña, noté que el pelo de Sandy estaba más blanco. Quise pensar que era la luz de la linterna, pero era muy notable.

Destino Condenado [AOC #2]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن