Capítulo 10

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Nuestro primer intento por salir de aquel lugar nos llevó al final de la escalera dónde habíamos pasado las horas antes. La puerta estaba completamente cerrada.

Anduvimos buscando alguna salida que estuviese abierta pero el conserje se había encargado de mantener la biblioteca a salvo de intrusos muy efectivamente. O casi, ya que no se había cerciorado de que todavía quedaban alumnos dentro.

Encendimos la linterna del móvil y comenzamos a bajar por las escaleras al último piso en busca de una ventana abierta por la que escapar cuando, en ese momento, escuchamos un estruendoso ruido al fondo del pasillo.

–¿Hola? –alcé la voz esperando que fuese el conserje.

Harvey me tapó la boca enseguida y me susurró al oído.

–No grites, no sabemos si pueden ser ladrones –explicó.

Aunque las probabilidades razonables me decían que aquel golpe provenía del conserje, la posibilidad de que hubiese algún ladrón dentro, especialmente si iba armado, me asustaba.

–¿Y qué va a robar? ¿Libros de cocina? –pregunté, intentando convencerme de que era ilógico.

–La sala de ordenadores –señaló al piso de arriba.

No tuve nada que responder al respecto, aquellos equipos eran nuevos y ninguno de ellos bajaba de los mil dólares de valor.

Escuchamos pasos acercarse hacia nuestra posición, así que decidimos escondernos con rapidez en el cuarto de la limpieza que se encontraba al fondo derecho del pasillo.

Intentamos mantenernos en silencio mientras escuchábamos los pasos acercarse cada vez más.

Harvey agarró el palo de la fregona que encontramos en la estancia. No era un arma demasiado mortífera pero serviría para distraer al atracador y salir corriendo.

Notamos cómo el intruso se encontraba parado justo en la puerta del habitáculo en el que nos escondíamos. Así pues, sin apenas ser consciente de ello, contuve la respiración para no ser notados.

Harvey agarró con fuerza el palo de la fregona y lo sostuvo hacia arriba mientras el manillar de la puerta comenzaba a bajar.

La puerta se abrió finalmente y Harvey, antes de poder identificar al intruso, asestó un golpe que el muchacho pudo evitar con facilidad,

aunque no sin antes asustarse por completo.

–¡¿Qué estás haciendo Fraser?! –preguntó el chico de pelo dorado.

–Ryder –respondió el moreno sorprendido.

Me quedé boquiabierta. El muchacho al que había estado observando durante una semana en la biblioteca estaba enfrente de mí hablando con nosotros.

–Pensábamos que eras un atracador –explicó Harvey dejando el palo de la fregona donde estaba.

–¿Y pensabas tumbarme con un palo? –ya más calmado por la situación, Ryder bromeó.

En ese justo momento el chico se giró a mirarme. Había soñado con el día en el que hablaría con el misterioso muchacho de la biblioteca numerosas veces pero, nunca había pensado que este día llegaría tan pronto.

–Ryder Turner –me tendió la mano en señal de saludo.

–Alexa Reed –le devolví la mano un poco nerviosa, me temblaba, y todo lo que podía esperar era que no estuviese sudando.

–Bueno, parece que estamos los tres encerrados –sentenció el rubio.

–¿Seguro que no hay manera de salir? –preguntó Harvey.

Un Tercio de MíWhere stories live. Discover now