Capítulo 4: (ll)ámame

2.5K 185 26
                                    

Yo le sigo el juego a Nerea, evidentemente con ganas de que pase algo más, pero he de parar si no quiero que mi familia se despierte a base de gemidos.

- Mmm -digo intentando separarme de mi novia- que vamos a despertar a mis padres.

Ella se separa medio adormilada y se gira hacia la puerta para llegar a ella en tres zancadas y cerrarla.

- Ya está -suplica cerca de mis labios con una mirada de cachorro arrepentido-.

Yo sonrío y la agarro por la nuca, para seguir lo que estábamos haciendo.

Nerea baja enseguida sus dedos hacia mi pantalón de pijama, para introducirlos entre este y las bragas.

Roza mi vagina por fuera, dejando insinuantes caricias que rápidamente aumentan mi temperatura y me hacen gemir, pero ella atrapa esos gemidos entre sus labios.

- Cómo me pone que gimas en cuanto te rozo...-admite subiendo de nuevo la mano para llevarla a mi pecho y acariciar el pezón-.

Yo gimo ante sus suaves caricias, deseando más y más.

- Nere -suspiro- más, por favor -susurro-.

Ella sonríe contra mi boca y se separa para preguntar.

- ¿Qué? No te he oído -dice para que lo repita-.

Yo la miro con una cara de víctima, intentando evitar que me haga repetirlo, aunque sé que le pone mucho.

- Repítemelo -dice bajando de nuevo la mano para meterla entre mis bragas y rozar mi clítoris-.

- Joder -suspiro fuerte- ¡más! -digo esta vez en un volumen más alto-.

Nerea sonríe y me besa el cuello mientras mete más la mano, hasta introducir el dedo índice entre mis labios.
En cuanto entra gimo, y más cuando añade otro dedo y comienza a chuparme el cuello mientras mete y saca los dedos de mí.

- Vamos preciosa, córrete, que te quiere saborear -me anima con la voz ronca-.

- ¡Aaaaaah! N-Neeerea -gimo mientras mete y saca cada vez más rápido los dedos de mi vagina-.

- Así me gusta, di mi nombre, Aldara.

Yo gimo cada vez más alto mientras ella mete otra mano para estimular mi clítoris y baja su cabeza a mi pecho para chuparme el pezón.

Tengo el pezón erecto y el centro muy húmedo, sé que estoy a punto de correrme, y más cuando me dice lo siguiente:

- Si te corres ya te follo esta noche como nunca.

- ¡Aa-Aaah-Aaaaaah¡ -gimo lo más bajo que puedo- joder, Nerea, sí, sí. ¡Aaaaah!

Mete un tercer dedo y mis paredes se empiezan a contraer, hasta que una corriente baja por mi espalda y me corro sobre su mano mientras ella continúa besándome.

- Muy bien -dice sacando su mano y llevándola a mi boca- ahora pruébate tú misma -me anima con voz ronca para después besar mis labios y recoger de allí mi propio líquido vaginal-.

Continuamos besándonos un tiempo, hasta que mi móvil comienza a sonar de nuevo, como hace una hora.

En la pantalla se puede leer un nombre que hace tiempo que no leía: Sofía.

Miro durante un instante el móvil, mientras Nerea sigue besando mi cuello.

- ¿No piensas cogerlo? -dice ahora separándose-.

- Sí, claro -confieso mientras descuelgo y me coloco el teléfono en la oreja-.

- ¿Sí? -pregunto-.

- ¿Aldara? -pregunta haciendo que mi corazón vuelque por volver a escucharla pronunciando mi nombre-.

- Sí, sí -respondo mientras miro como Nerea me mira expectante y extrañada-.

- ¿Quién es? -dice interrumpiendo cual niña pequeña-.

- Espera, Sofía -digo mientras señalo a Nerea para que se calle y poder centrarme en lo que dice la pelirroja de al otro lado de la línea-.

- Dime -digo tras un instante-.

- ¿Quién es? -pregunta con una risa floja Sofía-.

- Nerea -explico dejándola sin palabras- Bueno, ¿qué decías? Son las diez y media, es un poco pronto para llamar.

- Ya sabía que estabas despierta, si no no te hubiese llamado. Lo que no sabía es que estabas ocupada -dice con rintintin-.

- ¿Cómo lo sabías? -ignoro el ultimo comentario-.

- Acabo de hablar con Aida.

- Ah.

- Bueno, que... -dice sin saber qué decir-.

- ¿Sí? -le animo-.

- Pues que Aida por lo visto no puede venir y... y pues la verdad es q-que lo había planeado todo y no tengo nada que hacer y...

- Ajá.

- Que si querías que quedásemos sin ella y nos pusiésemos al día.

Miro a Nerea, que pasea delante mío, nerviosa, y decido salir de allí y dirigirme al salón para seguir hablando.

- Sofía -digo después de una risa corta por verla tan nerviosa-.

- Dime.

- Ya tenía planeado que fuésemos las dos -suelto sin saber cómo interpretará eso- o sea, quiero decir...

Ella ríe al otro lado de la línea.

- Te entiendo -confiesa-.

- Sí, bueno, pues eso, nos vemos allí ¿no? A las cinco.

- A las cinco -aclara- que pases buen día, Aldara.

- Igualmente -cuelgo con una sonrisa- igualmente -digo de nuevo después de colgar y sin dejar de mirar esta última llamada en mi pantalla-.

Alcánzame las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora