- Vale, aquí tienes -dice dejando cuidadosamente el té en la mesa ratonera que hay en el salón que ya conocía-.
- Gracias -susurro aspirando su aroma mientras vuelve a la cocina-.
Me quedo mirando la taza hasta que noto sus pasos y deja su té al lado del mío para sentarse a mi izquierda.
- Ya está -afirma-.
- Sí...-digo sin saber cómo continuar- ¿cuándo piensas despertar a Aurora?
Ella mira la hora en el móvil.
- En quince minutos.
- Ajá. Y...
- Oye, ¿tienes prisa? -interrumpe antes de que continúe haciendo el tonto y preguntando cualquier cosa-.
- No, claro que no. ¿Por qué?
- Por si te apetecía quedarte a cenar con nosotras.
Pienso durante un instante lo que quiero responderle. Claro que quiero, pero sería incómodo tener a su novio delante y cenar con su hija como si no la desease a ella.
- Esto... pu-pues...
- No hace falta que digas que sí. O sea, q-quiero decir que... si no te apetece o no puedes, sé sincera, al fin y al cabo vamos a cenar todos juntos dentro de unos días.
- No, o sea... -tartamudeo- q-quiero d-decir que sí, m-me encantaría. Claro -termino con una sonrisa amistosa sin saber cómo continuar-.
- Perfecto entonces.
- ¿Cena t-tu novio con nosotras? -sigo, pareciendo completamente retrasada y sin saber hablar-.
- ¿Alain? -pregunta cogiendo el té y bebiendo un largo sorbo- pues no sé, la verdad. Suele llegar sobre estas horas, pero hoy tenía partido de tenis o algo así.
- ¿Juega al tenis? -pregunto por sacar cualquier tema-.
- Sí, aunque hacía bastante que no jugaba.
- Ah.
- ¿Tú sigues con el boxeo?
- Sí, claro, no podría dejarlo -termino con una risa floja para relajar el ambiente-.
- Qué bien, creía que al haberte mudado a París lo habrías dejado, por trabajo, universidad y demás -explica-.
- Sí que el trabajo me ocupa bastante tiempo y la universidad igual, pero cuatro horas a la semana me da para entrenar. ¿Tú sigues corriendo?
- Tampoco podría dejarlo -sonríe siguiéndome el rollo y terminando su taza de té- ¿no te tomas el té?
- Uy, perdona -digo cogiéndolo y bebiéndolo de un trago-.
En cuanto lo dejo en la mesa Sofía se ríe.
- ¿Me ayudas con la cena? -pregunta levantándose de mi lado y rozando mi mano a su paso-.
- Cl-claro. Pero, ¿no tenías que despertar a la niña?
- Mierda, es verdad -dice subiendo su mano a la frente porque no se ha acordado- voy a ello, ¿te importa ir sacando la bandeja del horno y el pescado del congelador?
- A ello voy -digo mientras entro en la cocina a la vez que ella sale y pasa demasiado cerca mío-.
- Perdona -se disculpa pasando su mano por mi cintura y escapándose rápidamente hacia el cuarto de la niña-.
- Aquí la traigo -dice acercándose lentamente con Aurora de su mano y entrando a la cocina donde yo estoy apoyada sobre la encimera-.
En cuanto las veo entrar me agacho para saludar a la pequeña, una niña vestida con un vestido rojo.
- Hola, Aurora -saludo abriéndole mis brazos para que venga hacia mí-.
Ella sonríe y se tapa la cara para tocar después mi pelo, acariciándolo lentamente y acercándose.
Yo la sonrío y la cojo en brazos, alzándola en volandas como si fuese un avión y provocando su risa.
Sofía nos mira detenidamente, con una sonrisa incapaz de desaparecer en su rostro.
Se acerca a nosotras una vez que la niña vuelve a mis brazos.
- Te presento a Aldara, una amiga de mamá -explica a la pequeña que está sobre mis brazos para después sonreírme a mí-.
Pasa por mi lado para colocar las cosas y comenzar a cocinar.
- ¿Te ayudo? -pregunto mientras pone aceite sobre la bandeja del horno-.
- Te lo agradecería. Puedes soltar a Aurora. Allí -señala un hueco del salón- hay juguetes, déjala en el salón, se entretendrá con ellos.
- Vale -asiento mientras vuelvo al salón para dejar a la pequeña con sus muñecas y coches-.
Cuando vuelvo a la cocina la veo colocando el pescado sobre la bandeja.
- ¿Qué necesitas?
- Saca de ese cajón la nata y una sartén.
Miro el cajón que me indica, que se encuentra a la altura de su cintura.
Yo suspiro y me dirijo al cajón.
- E-esto...
- ¿Sí?
- Muévete un poco, por favor.
- Perdona -dice agachándose a la vez que yo para coger a la vez la nata. Acabamos cogiéndola las dos a la vez y rozando nuestras manos-.
Yo la miro y me incorporo rápidamente, resoplando y apoyándome sobre la encimera.
- ¿Qué pasa?
- P...
Mi móvil comienza a sonar y a vibrar, haciendo que salte del susto y lo busque rápidamente en mi bolsillo.
- Diga -contesto-.
- ¿Dónde cojones estás? -pregunta Nerea al otro lado de la línea-.
- Relájate -digo alejándome un poco de Sofía- estoy tomando algo, no llegaré a cenar.
- Pues no estás con Aida, que la he llamado y está en el cine. ¿Sigues con esa?
- No sé a quién te refieres, y no tengo que darte explicaciones, ya hemos hablado y has decidido seguir enfadada conmigo.
Nerea resopla al otro lado y me dice:
- Haz lo que quieras, Aldara, es tu problema; solo llamaba porque tu madre no sabía dónde estabas y si cenabas en casa.
- Pues dile que no.
- Ya. Adiós -termina con un tono condescendiente y colgando-.
Guardo el móvil mientras vuelvo resoplando a la cocina, al lado de Sofía.
- ¿Qué pasaba? -dice removiendo una cosa que está puesta en el fuego-.
- Nerea -explico-.
- ¿Y? ¿Todo bien?
Me pienso si contarle lo que acaba de ocurrir o no.
- Es algo celosa, es todo, pero es buena chica.
- Entiendo -asiente mientras se gira y se coloca al lado mío, con la cintura apoyada en la encimera y los brazos cruzados sobre su pecho-.
- Es complicado.
- ¿La quieres, no? -pregunta-.
Respiro hondo y coloco ambas manos a los lados, rozando su mano.
Cuando voy a apartarla, ella la coge y la acerca de nuevo, enlazando sus dedos con los míos, como hace años que no hacía.
Mi cuerpo tiembla y respiro cada vez más fuerte, a la vez que hondo. Mi corazón está a punto de salirse del pecho y no sé qué decir ni hacer, hasta que noto como su cuerpo se acerca al mío.
Se acerca a mi oído lentamente e invade mi espacio personal.
- Relájate -susurra con su mano aún enlazada con la mía y acariciando mi pelo suavemente-.
ESTÁS LEYENDO
Alcánzame las estrellas
RomanceLa continuación de: La astrónoma pelirroja. El reencuentro de una profesora y una alumna, Sofía y Aldara, que descubrieron que, si quieres a alguien de verdad, has de luchar y darlo todo. Después de unos años, Aldara vuelve con Aida, su mejor amiga...