Capítulo 15

405 28 5
                                    

Mientras tanto, en el lugar donde todos compartían cuartos.

-¿Cómo fuiste capaz de hacer una cosa?-gritaba Mana con la cara enrojecida por la furia.

-Ya te dije. Me atraparon y no supe cómo responder.

-O sea que ¿prefieres que atrapen a tus amigos antes que a ti? Nosotros somos capaces de dar todo por ti.

-Ya te dije que lo siento mucho.

-No es justificante. Por tu culpa Yugi podría morir.

Un escalofrió recorrió el cuerpo de Bakura, por ningún motivo deseaba la muerte de Yugi; muy a pesar de todo lo malo que hiciera, Yugi era su amigo y por tanto lo quería.

-¿¡Morir!?

-A Yugi lo llevaron al palacio y cuando alguien no cumple las leyes muchas veces la paga es la muerte.

Unas lágrimas se asomaron por los ojos verdes de la chica morena haciendo que Bakura se pusiera nervioso con la sola idea de ver a Yugi tieso y frío.

-Uuummm...bueno...pues...yo no....no era...

-Si algo le pasa a Yugi tú serás el culpable de todo.

-No creí que pudiera pasar algo así.

-¿No creíste que pudiera pasar algo así? ¿Entonces por qué lo hiciste?

-Ya te dije. Me iban a golpear, no sabía que el edificio no podía ser habitado.

-Voy a buscarlo-dijo Mana y se dirigió a la salida.

-¿QUÉ? Espera, es peligroso.

Bakura corrió y la agarró del brazo, Mana volteó bruscamente.

-Eso lo debiste haber pensado antes de mandarlo a la muerte.

-No era mi intención, no creí que pudiera pasar algo así.

-Pues ya ves que sí.

Casi estaba por salir cuando la puerta se abrió dando paso al mencionado en toda la conversación.

-¿¡YUGI!?

El grito de ambos fue grande debido a la sorpresa de ver vivo a su amigo.

-¡Bakura! ¡Mana! Qué bueno que los encontré.

-¡Yugi! Qué alegría me causa que estés bien.

Mana abrazó a Yugi con cariño pegando su cuerpo femenino al del joven, este correspondió con el mismo cariño. Su muestra de afecto era claramente de amigos tan cercanos que se consideraban hermanos, no había nada más allá, así que Yugi no sintió nada especial, igual que Mana.

Los ojos del tricolor se fijaron en el moreno de cabello blanco y entonces recordó todo.

-¿Qué sucedió? Dime la verdad, necesito saberlo.

Bakura movió sus dedos con nerviosismo, debía decir la verdad.

-Sí, Yugi. Yo les dije que tú te apoderaste de la propiedad.

Una pesadez, cayó sobre el corazón de Yugi, la desilusión embargó su mente, nublando su pensamiento y razón ante la horrible verdad que se revelaba.

-¿Es en serio?

-Me atraparon robando así que descubrieron que yo era trabajaba en el edificio deshabitado, me preguntaron de donde lo saqué y dije que tú fuiste el que se apoderó de él.

Mana y Yugi miraron con desilusión, ira y tristeza, variedad de sentimientos al saberse traicionados por alguien que creían su amigo.

-No puedo creer lo bajo que has caído.-dijo Yugi enojado-Estoy muy decepcionado de ti, Bakura. Creí que nos consideras tus amigos.

-No se me ocurrió otra forma de evitar escapar del problema.

-Mencionaste un robo. Habíamos quedado que no robaríamos nada.-dijo Mana.

-Lo siento, pero yo no pienso morir de hambre como ustedes lo están haciendo.

Ambos abrieron los ojos sorprendidos por la declaración.

-El pueblo está muriendo poco a poco. A este paso nosotros también, el faraón no piensa en nosotros así que partir de ahora buscaré la mejor forma de sobrevivir que en este casi será robando.

-Nos fallaste, no sólo como amigo sino como compañero en la lucha por la supervivencia.-dijo Yugi.

-He platicado con varios mendigos y todo estamos de acuerdo. Comenzaremos a vivir de la comida de otros, no esperaremos a que todo cambie. Nosotros haremos el cambio.

-Estás loco-gritó Mana.

-Tal vez me enloqueció el hambre que vivimos todos los días.

Un silencio sepulcral invadió la atmosfera del lugar hasta que Yugi decidió romperlo.

-Vámonos.

Se dio la vuelta dejando a Mana confundida.

-Yugi ¿A dónde vas?

-A donde no pueda ver nunca más el rostro de este tipo.-respondió Yugi in mirar atrás.

Mana lo siguió pero se volteó para sacarle la lengua a Bakura que sólo se cruzó de brazos.

-En verdad lo lamento, amigos.

Bakura continuaba considerándolos amigos a pesar del pecado que había cometido contra ellos, pero en esos momentos Yugi y Mana no sentían lo mismo; sus mentes estaban enfocadas en la traición del que, alguna vez, fue su mejor amigo y aliado en este país tan cruel que era Egipto.

Caminaron por las calles de vuelta sin dirigirse la palabra. Estaban conmocionados con todo lo que había pasado. Aún resonaban en sus oídos las palabras de Bakura, su traición, como había dejado que mandaran a prisión a su "mejor amigo", o a algo peor, a la muerte.

Llegaron a su casa, se encerraron y se sentaron en el piso llenos de tristeza.

-Yugi ¿cómo escapaste?

-No escape, me dejaron libre.

-¿En serio?-Mana estaba atónita.

-Yo tampoco lo podía creer. En cuanto me vieron decidieron no castigarme con la ley, pero sí pidieron que no vuelva a usar el edificio.

-De cualquier forma destruyeron todas nuestras cosas y ya no podemos crear más jarrones hasta que consigamos otra vez el material.

Yugi se mordió los labios bajando la mirada.

-Sobre eso...Mana...ya no podemos vender jarrones.

-¿Qué? ¿Qué acabas de decir?

-El sacerdote que me recibió me dejó libre pero advirtió que nunca jamás vuelva a trabajar como vendedor de jarrones nunca más.

-Tienes que ser una broma. ¿Cómo vamos a sobrevivir? Ya es difícil la situación para nosotros y ese es nuestro único trabajo.

-Lo sé, pero es mejor que obedezcamos o podría irnos peor.

Mana miró fijamente a Yugi y se soltó llorando, el tricolor se acercó a ella y la abrazó.

-No llores, amiga.

-No puedo evitarlo. Mira hasta donde hemos llegado y todo por culpa de Bakura.

-Nos traicionó, lo sé, pero podemos continuar sin él. Ya lo verás.

-¿Lo crees?

-Estoy seguro.

De esa forma fue que Yugi, Mana y Bakura se separaron para continuar sus vidas. Bakura se convirtió en un gran ladrón y Yugi y Mana comenzaron a mendigar más de lo que ya lo hacían. 

El Faraón y El MendigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora