Nos vamos de viaje

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Wonwoo acabó por meter ambas maletas en su coche para instantáneamente cerrarlo y acercarse  a mí con las manos escondidas en sus bolsillos y aquella sonrisa granuja adornando su rostro. Aún recuerdo sus ojos brillantes cuando me dijo las buenas nuevas:

–Ann… ¿tienes algo que hacer este fin de semana? –Ante mi negativa, su cara se transformó en cuestión de segundos. –Pues ve preparando la maleta, nos vamos de viaje.

Aunque eso no fue lo peor de todo, sino que en ningún momento quiso decir cuál sería nuestro destino; sin embargo, parecía totalmente de su gusto por lo feliz que iba a todos lados, ¡incluso me sonreía descaradamente en clase!

A regañadientes acepté su propuesta ya que estaba harta de que el único lugar en el que podía verlo como "Wonwoo" y no como "profesor Jeon" fuese entre las cuatro paredes de su casa, pero ahora que lo veía con aquel rostro propio de Satanás comenzaba a arrepentirme.

–¿Por qué estás tan seria? –Dijo mientras que rodeaba mi cintura con sus brazos y acercaba mi cuerpo al suyo. A pesar de que nuestra relación se había vuelto de esta manera desde lo ocurrido aquella noche hace dos semanas, aún no me había acostumbrado a lo atento y cariñoso que podía llegar a ser y eso, sin lugar a dudas, me daba miedo. Sentía pánico del caer enamorada por él y es que, cada día que pasaba, ese rotundo “no” estaba más difuminado. La forma en la que sacaba su labio inferior para convencerme de que lo acompañase durante la noche, alegando que sentía el piso demasiado oscuro y le daba miedo, cuando sus ojos se cerraban por culpa de su enorme sonrisa en los momentos en los que me pillaba canturreando cualquier cosa mientras que preparaba la merienda o la forma en la que parecía no cansarse jamás de mis besos, esos y mil gestos más, fueron los culpables de que mi corazón latiese diferente cuando lo veía y las dichosas mariposas revoloteasen no sólo por mi estómago, sino que por el resto de mi cuerpo también.

–Wonwoo… estamos en la calle, alguien podría vernos. –Sin embargo, al contrario de soltar su agarre, me acercó aún más, como si no estuviésemos en mitad de la acera.

–Estoy harto. –Susurró en voz baja con la voz ronca. –No me importa quién nos vea. –Dejó un casto beso en mis labios. –Sólo te quiero a ti. –Su mano se posó en mi mejilla, cubriendo el sonrojo inminente por culpa de sus palabras.

Wonwoo para de hacer eso, por favor.

Como si fuese un total caballero, hecho que nos sacó un par de risas, abrió la puerta del copiloto para que me montase y, cuando creí que cerraría, se agachó para ponerme el cinturón, rozando sus manos peligrosamente por mi torso haciendo que aguantase la respiración mientras tanto.

–Pase lo que pase hoy, no me odies, ¿vale?

–¿Q… –Pero no me dejó terminar, volvió a besarme y cerró la puerta para rodear el coche velozmente y sentarse en su lugar.

–No preguntes, lo sabrás cuando lleguemos. –Pasada la primera hora insistiendo y amenazando con lanzarme del coche en marcha, me aburrí de preguntar y acabé por quedarme dormida con la voz de Adele de fondo sonando en la radio. Después de lo que para mí fueron segundos, Wonwoo comenzó a mover mi brazo delicadamente hasta que sus ojos conectaron con los míos, llenos de lagañas y algo cerrados. –Despierta, vamos a comer un poco y estirar las piernas antes de continuar, ¿vale?

Comencé a estirar mis músculos engarrotados y a tiritar por el aire tan fuerte que había en aquella montaña rodeada de pinos, haciendo que inhalase aquel aroma tan natural que hacía en falta en la ciudad. El cuerpo de Wonwoo me rodeó desde la espalda e introdujo las manos en el bolsillo delantero de mi sudadera para entrelazar sus dedos con los míos. Si en algún momento creí que el olor era magnífico, ahora era infinitamente mejor gracias a su colonia. Su mandíbula reposaba sobre mi hombro derecho, haciendo algunas cosquillitas por el vello que comenzaba a salir en su rostro.

DisasterWhere stories live. Discover now