2. Humo

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― ¿Cómo se supone que disimularé esto? ― Mi rostro hinchado se reflejaba en el espejo ahora empañado.

Estaba con la toalla amarrada al cuerpo. Había sido difícil darse una ducha por mis adoloridos brazos y piernas debilitadas. La incomodidad de esto había hecho que me despertase a las cinco y treinta cuando suelo despertarme a las siete, de la mañana por supuesto.

Rebusqué en el mueble del baño y encontré unas viejas vendas que supongo bastarán. Con delicadez vendé mi brazo derecho y mis piernas, mientras que con tela adhesiva cubrí las heridas del brazo izquierdo. Por suerte en el instituto ocupamos medias, así que las vendas no serán notorias.

Regresé a mi habitación y me vestí con el uniforme. Abrí mi cajón de maquillaje, donde sólo había fotos de mi hermano y un polvo para disimular imperfecciones. Lo apliqué en poca cantidad para que las heridas se disimularan, pero eso no quitaba que algo extraño tenía mi rostro. Para mi favor, mi cabello ayudaba a esconderme.

Al ya estar saliendo de mi hogar siento como si me olvidase de algo. Comienzo a tocar los bolsillos de mi chaqueta y no lo encuentro.

― Mi teléfono y auriculares... ― Suspiro y vuelvo a entrar a por ellos.

Justo al tomar el móvil que se encontraba en mi cama, este comienza a vibrar. En una llamada... Y de papá. ¿Es correcto que le siga llamando papá? Él no lo es. Un padre te protege, ayuda, respeta y enseña. Eso es todo lo contrario a lo que hace. Me voy por las ramas, vaya... Contesto insegura.

― ¿Qu-qué quieres? ―Digo con la voz temblorosa.

― Tú... ¿Cómo te atreves a hablarme así? Después de todo lo que he hecho por ti, ¿¡Me tratas así!? ¡Eres una malagradecida! ― Grita alterado. Debe estar borracho, se nota en su hablar. Trago duro antes de responder.

― ¿Lo... lo que has hecho por mí? Y dime, ¿qué has hecho? ¿Matar a mi hermano y arruinar mi vida? Porque si no es eso, no sé de qué hablas.

― A mí no me levantes la voz, maldita niña. Ni meno hables de temas que ni siquiera sabes. Te doy la oportunidad de disculparte ahora.

― Disculparme, dices. ¿De qué, eh? ¿¡De levantarte la puta voz!? No me callaré más. El único que debe disculparse eres tú.

― Eres una puta insolente ¡Soy tu padre! Si vuelves a pisar mi casa, juro que te mataré. ¡Asquerosa!

― Tú... ― Una lágrima llena de furia se desliza por mi mejilla. ― Tú no eres mi padre, ¡Y jamás lo serás!

― Te lo advertí, cría debilucha.

Cuelgo rápidamente. Adrenalina y miedo recorren mi cuerpo. ¿Ahora qué haré? Debo irme de casa. ¿Pero y mi madre...?

Al finalizar la llamada el móvil regresa a los contactos y puedo ver el nombre de Scott en la lista. ¿Y si le ruego que me ayude? No puede ser tan mala persona... ¡¿Qué estoy pensando?! ¡Claro que lo es!... Pero... No pierdo nada intentando. O sólo mi orgullo, que a estas alturas no vale nada...

Al llegar al instituto me dirijo al salón de Scott.

― Ehh... Disculpa, ¿hola? ― Toco el hombro de una chica. Voltea. ― ¿Cuál es el pupitre de Scott? Scott Brouillard.

― ¿Scott? Es ese de allí― Señaló un bufete ubicado en el medio del salón.

― Muchas gracias―Le sonreí débilmente.

― No es nada, pequeña― Río.

Caminé hasta sentarme en su escritorio y dejé mis cosas en el suelo. Nadie me miró ni me dijo nada por entrar en otra aula y acomodarme como si nada, todo muy extraño.

Vicio Insaciable [Jane]Where stories live. Discover now