Vicio Insaciable [Jane]

9. Extenuación

—No es un juego parásito. Ya no lo es, desde que lograste atraer mi atención.

El viento pegó un suspiro y mi cabello se aferró a mis labios. Me quedé, por un instante, inmóvil, procesando.

¿Ahora qué? ¿Y ahora qué? Sé que es lo que quería, tener a Scott para mí, pero, ¿tendré depender de él, como cachorro? ¿Me usará él como a cualquier otra? Quizá me estoy pegando rollos demás, aún no me siento bien, y creo que no soy consciente de mis acciones. Pensé en lanzarme al vacío por un momento.

— ¿Te gusto?— dije con la mirada perdida, quizá ésta viajaba por un bosque, o junto a las hadas, no lo tengo claro. Sólo sé que oí mi voz soltar algo que no debía.

Y sólo sonrió arrogante.

Abre los ojos un momento, mientras su mirada viaja de un lado a otro, evitándome.

Hasta que al final, tras un suspiro, responde.

—No he pensado muy bien en lo que siento por ti. Pero es algo que zumba en mis oídos, algo que resuena en mi cabeza. Ruge en mi estómago, tira de mis entrañas, comprime mis pulmones. Siento que me he atado a ti, siento que lo he hecho por voluntad propia. Y puedes estar segura de que es verdad, ya que nunca te habría hecho saber esto si no fuera algo extremadamente seductor y fuerte.

—No te entiendo Scott, no entiendo una pizca de lo que quieres decir. Estoy sorda desde que oí todo a mí alrededor derrumbarse, irse a la mierda. No quiero colgarme a ti, ni que tú te cuelgues a mí, no quiero enredar más las cosas.

— ¿Derrumbarse? Tienes que estar de broma. No sabes lo que es que todo se caiga a pedazos de vedad. Y si no entiendes, entonces no tiene sentido que me hayas preguntando. Es más, ni siquiera tiene sentido el que me hayas pedido ayuda desde un principio.

— ¿Cómo que no sé? ¿Y crees que todo esto lo hago para joderte los huevos?— me frustra un montón que no sepa lo que ocurre, pero lo estúpido es que no quiero que se entere de nada— Además, nunca me arrepentiré de haber insistido por ti, pero no quiero y temo amanecer desnuda a tu lado, ¡es complicado, joder!— tapé mi rostro y sollocé. Si, lo quiero, quiero que me haga perder el control de tal manera, deseo enfermizamente que sus manos rocen cada rincón de mí.

— ¿En qué momento he dicho quería acostarme contigo? Todo lo que ha pasado anteriormente ha sido sólo calentura, pero ésta, la segunda vez que he confesado mis sentimientos en mi vida, lo interpretas como una invitación a acostarte conmigo. Tienes que estar de broma— su mirada se vuelve fría y dura, el color se escapa de sus ojos, y aparta la mirada. En un pequeño atisbo de segundo, se puede ver una pequeña humedad en sus retinas.

— ¿Segunda vez...? Scott— mi vista se nubla como ya es de costumbre. Comienzo a odiarlo, comienzo a odiarme, y termino por joder todo—... Mírame. No quiero que me tomes como otra persona, con otras intenciones ni con otras formas de comprenderte e interpretarte. No puedo hacerlo, no puedo descifrarte, pero hago el esfuerzo y sólo he podido apreciar cómo jugabas con mis hormonas. Mierda, Brouillard, me encantas y por eso he persistido, por eso he hecho que llegaras a un punto de irritación hacia a mí, quería y quiero tu atención, quiero tu tiempo, quiero ser lo único que domine tu mente, quiero ser tuya y que tú seas mío. Pero ambos sabemos que no sucederá, porque vivimos en mentiras e incógnitas, somos desconocidos que se hunden y se unen a la vez por hambre, por evitar esa soledad que devora.

—Ese es tu maldito problema. Eres reactiva, no activa. Te dejas pisotear, cuando en este mundo debes ser tú la que pisotee. Si quieres algo, recurre al cien por ciento de tus capacidades para conseguirlo. Levántate del barro si es que caes. Si te vuelvo loca, y tú me vuelves loco a mí, entonces no tiene sentido rayarse por problemas externos. Los deseos guiados por pasión son la clave de la felicidad. Todo lo demás son sólo obstáculos. Debes hacer lo que creas bueno para ti, sin importar lo que pase. Es la única manera de llevar una vida plena. ¿Hundirse? ¿Estás de broma? Brouillard no se hunde, ni tú tampoco.