Capítulo 113

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{Narras }

—Agh, ¡Demonios! ¿Quién te crees que eres? – grité furiosa.

Él solo sonrió astuto y volvió a acercarse.

—¿Que quién soy? – repitió con tono burlón – El amor de tu vida, cielo.

Y todo pasó de un instante a otro. No había distancia entre nuestros rostros, su boca se movía hambrienta contra la mía.

Mis piernas se aflojaron y él lo notó, por lo que sus manos descendieron con total rapidez y agilidad desde mi cintura hasta detrás de mis rodillas, donde flexionó mis piernas, y acorralé su cadera.

Mi interior ardía en llamas, ahogándome, ahogando el dolor que había sentido, la decepción o nostalgia. Sólo éramos él y yo haciendo lo que la vida no nos permitía.

¿Cómo podría sacármelo de la cabeza si el destino lo ponía en mi camino en mis momentos débiles? ¿A quién quiero engañar? No estoy siendo débil, estoy siendo solo yo.

Mis manos vagaron desde sus hombros hasta su nuca donde lo atraje más a mí, y saboreé con deleite sus labios. Él sonrió entre besos y yo lo seguí.

No quería soltarlo, ni alejarme, ya estaba harta de reprimir deseos o sentimientos. Estaba metiendo la pata por milésima vez y me importaba un comino.

El orgullo se había esfumado tan rápido como mi enojo.

—¿Aún me amas? – murmuró besando mi mejilla.

—¿Tienes que preguntarlo? – pregunté dándome cuenta de lo torturada que sonaba mi voz.

Él me miró frunciendo el ceño y me besó con aún más fogosidad que antes. Parecía hambriento o desesperado. ¿Esto solo era un acto lujurioso? ¿Qué diablos me importaba? Estaba en los brazos de la única persona que podía sacarme de mis casillas, hacerme amar de manera distinta, llorar y reír.

¿Cuándo lo iba a entender?

Christopher me acorraló contra la pared y besó mi cuello con delicadeza.

Acomodó un mechón detrás de mi oreja y luego suspiró.

—_____ – dijo lento – Vuelve conmigo – su voz se quebró al final y una lágrima escurridiza recorrió mi mejilla.

Intenté tragar el nudo en la garganta, pero no pude, y en vez de eso me cubrí el rostro con las manos.

Mis débiles sollozos ya no me resultaban patéticos, sino agotadores.

—¿Por qué tengo que estar enamorada de ti? – susurré con la voz ahogada y sin quitarme las manos de la cara.

—Te amo – dijo él con el tono de voz irresistiblemente dulcificado.

Sentí sus manos sobre las mías.

—Yo también – quité las manos sobre mi rostro y las entrelacé con las suyas. Él me miró con una sonrisa, yo solo hice una mueca.

—¿Volverás conmigo? – preguntó esperanzado.

—Te amo – repetí ignorando su pregunta – Eres quizás una de las mejores y peores cosas que me han pasado en la vida – dije y él rió – Amo cada cosa de ti, desde tu voz grave por las mañanas hasta tu ceño fruncido cuando te enojas – él acarició mi mejilla aún con nuestras manos juntas – Esos ojos que tienes, y esa manera de volverme loca – murmuré con voz débil y una sonrisa – Pero si hay algo que supongo sabrás de mí – arqueó una ceja – Es que yo no olvido tan fácilmente. Y ya me cansé de tener que cerrar los ojos, y ser yo siempre la que finge que no ocurrió nada.

Christopher me miró sorprendido, suspuse que fue porque después de mi declaración de amor, probablemente no se hubiera esperado aquel final.

—¿Por qué me haces esto? – preguntó con el ceño fruncido.

—Porque te amo, pero ahora mi corazón es una prioridad, y necesita un respiro.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezWhere stories live. Discover now