Capítulo 3: Nuevo "hogar"

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Noviembre, 1995.

Habían pasado dos meses desde aquel horrible acontecimiento, y para ser franco era sorprendente la cantidad de cosas que podían ocurrir en tan poco tiempo...

Flashback

3 de setiembre, 1995. (Día del "accidente")

La madre de mi amigo había llamado a la policía, sin embargo me resultaba completamente imposible quedarme allí de pie... Todo era realmente impactante, y mi pensamiento infantil me hizo creer que todo sería un sueño probablemente... ¿Sino qué haría? ¿Qué haría un niño de 8 años solo? 

Corrí con la velocidad del rayo rumbo a mi casa y al llegar allí noté a varios policías salir y entrar, tan tranquilos como si estuvieran en una aburrida fiesta. Sin esperar el consentimiento de alguno me escabullí entre las cintas que habían puesto cortando el paso, y cuando un policía volteó por simple coincidencia por poco y se atraganta con el bocadillo que comía al gritar.

- ¡HEY NIÑO, NO PUEDES ENTRAR AHÍ!

Y como si eso fuera psicología inversa apresuré el paso, terminando por correr hasta el cuarto de mi padre para comprobar lo que mis ojos habían visto anteriormente; no era un sueño... era real, él estaba muerto., y la gente en dicha habitación me miró con atención al notar mi presencia, en sus ojos había sorpresa, pero no era por el cadáver porque de cierta manera se veían igual de tranquilos que el resto. En mi ensimismamiento un policía colocó una mano sobre mi hombro, y al sentir su contacto di un respingo, mirándolo asustado y con las pupilas dilatadas.

- Escucha pequeño, no puedes estar aquí. Esta es una escena del crimen...

- Sí pero también es mi casa.

Lo interrumpí con el rostro colorado del coraje mientras me limpiaba con el antebrazo un par de lágrimas que empezaban a bajar por mis mejillas, mirando al oficial con cierta dureza impropia de un niño. El hombre miró al pequeño indefenso y dudó por un momento, volteando para darle una mirada interrogativa al oficial que me había visto primero, quien simplemente se encogió de hombros.

- ... Mira pequeño... - Dijo el hombre viéndome nuevamente. - Lamento que esto haya ocurrido... pero no puedes quedarte aquí ¿Lo entiendes cierto?

Asentí bajando la cabeza, de repente olvidando el enojo que sentía... sintiéndome totalmente abatido. El hombre bajó la cabeza por un momento y suspiró, estando apenado y sintiendo lástima por el chico, aunque sabía que no debería.

- ¿No tienes alguien con quién quedarte? ¿Algún familiar o algo?

- No señor... Mi única familia era mi padre, mi madre murió cuando nací...

Comenté cabizbajo,el hombre maldijo por lo bajo ante su pregunta y antes de que pudiera decir algo más se escuchó una voz detrás de ambos.

- Se puede quedar conmigo.

Era la madre de mi mejor amigo.

Fin del flashback.

Desde entonces vivía con Ryan y su madre, lo cual era bastante bueno comparado con la antigua vida que llevaba con mi padre. Después de un par de semanas desde su muerte pusieron en venta la casa, y como era de pocas posesiones la mayoría la regalaron o simplemente la desecharon. Yo conservé las escasas cosas que tenía; unas camisas y pantalones, un par de zapatos, algunos juguetes, una vieja mochila y mi inigualable cepillo de dientes junto con su pasta dental. Era algo raro que me interesara tanto por mi higiene bucal, o al menos eso decían los demás niños al burlarse de mí diciendo que ni siquiera tenía suficiente agua para bañarme. 

- ¡Oye Nathan, ven a desayunar! 

Escuché a mi amigo gritar desde abajo. Sí; mi habitación era el ático. Digamos que a la madre de Ryan no le gustaba mucho tener que cuidar de mí, pero vaya que le gustaba vivir de apariencias diciéndoles a los demás lo buena que era al recibir a un niño huérfano en su casa cuando los demás no sabían que yo era como el sirviente de la casa..

- ¡Dame un minuto!

Grité como aviso, salté de la cama y me dirigí al lado opuesto del lugar donde tenía un pequeña y vieja bañera en la que apenas cabía, herrumbrada por el uso a través de los años. En la "habitación" tenía unos galones de agua que utilizaba para todas mis necesidades, y a decir verdad ya me había acostumbrado a bañarme con agua fría.

Al terminar de bañarme me alisté y desplegué las escaleras que daban al piso de abajo, bajando con cuidado por allí para luego ir al comedor, donde Ryan y su madre me esperaban con el desayuno servido. Lo único bueno era que todos comíamos por igual.

- Has tardado, Nathan. Se enfría el desayuno.

Comentó severa la madre de Ryan, empezando a comer mientras yo tomaba asiento.

- Lo sé señora Smith y lo lamento.

Dije de forma inmediata, sabiendo lo importante que eran los modales para esa mujer. Ryan simplemente rodó los ojos y en un intento por salir del incómodo silencio habló.

- ¿Jugamos luego, Nathan? Sería bueno que huyeras de todo lo malo que ha ocurrido...

Dijo mi amigo haciendo referencia a la muerte de mi padre. Lo miré fijamente y luego fingí una sonrisa.

- No creo que pueda huir, Ryan. Después de todo... cómo puedes huir de ti mismo.


•The Poor Man•Where stories live. Discover now