capitulo 43: en un mes

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POV Serena

Un mes era todo lo que quedaba de clases, un maldito mes y un peso mayor que el de Atlas Caería en mis hombros y no lo quería, no quería cargar el tratado, no deseaba renunciar a mi vida "Normal" por mi madre, o algo que derivará de ella. Sobre todo si tenía que ser como ella, cumplir sus expectativas no era fácil, ni la de los dioses que me compararán con ella, es decir mi madre es perfecta y no lo digo como esas niñas pequeñas que ven a sus padres como héroes, porque ella era una de verdad. Fuerte, inteligente, luchadora y yo solo una niña que trataba de llenar los zapatos de su madre.

Era lunes otra vez y las cosas estaban muy diferentes, a pesar de que Jace solo nos ignoraba en la escuela o así parecía, no dejaba de mirar a mi hermano menor, pero apartaba la mirada cuando notaba que lo miraba, Marcos estaba igual. Resumiendo se comían con la mirada al igual que Anthony y Emily, para suerte de todos mi hermano mayor ignoraban los sentimientos de la pequeña lo que evitaba que perdiera su virginidad.
Walter no dejaba de observar a todos lados en clase quizás en busca de monstruos aunque era bastante disimulado yo podía notarlo, porque bueno, observaba cada detalle que hacía.

Ya era hora de salir y como esos últimos días estaba deprimida, cansada y estresada, por demás. Se me había hecho costumbre guardar mis cosas con mucha paciencia, mientras todos salían. Jace me miró algo preocupado.
-Oye ¿estas bien?- yo asentí regalándole una sonrisa un poco forzada.
-No te preocupes- este asintió no muy seguro y se fue, tal vez por miedo de que le rompa la mano si seguía insistiendo, cosa que si hubiera pasado.
-¿Crees que me voy a tragar eso?- oí decir a Walter desde su escritorio, cuando termine de guardar mis cosas.
-No me importa- asegure comenzando a salir, pero él tomo mi muñeca con demasiada fuerza cuando lo vi parecía que lo hacia intencional- ¿Qué haces?- me quejé.
-Háblame- pidió.
-No quiero hablar, así que te sugiero que me sueltes- él sostuvo mi muñeca por unos segundos más obedecer. Espere un momento que dijera algo pero finalmente me fui, al salí noté un leve dolor en mi muñeca y al verla note los nuevos moretones; evitando más confrontaciones, los cubrí para llegar con mis hermanos y poder volver a casa con tranquilidad.

Al llegar me encerré en mi habitación, me quité el uniforme para ponerme una musculosa y unos shorts negros, luego me senté en la cama abrazando mis rodillas, otra vez las lágrimas volvieron a mis ojos pero sin sollozos.
Deje que mis lagrimas por varios minutos, hasta que me sentí algo mareada, me pare como pude  e hice dos pasos  antes de caer al suelo, lo último que oí fue mi cabeza chocar contra el piso antes de que se pusiera todo negro, al menos por unos segundos, después una luz blanca me cegó por unos instantes, pero cuando ya pude ver de nuevo, vi la sala de los tres dioses y me vi junto a mis hermanos, cerrando el tratado. Después todo cambio estaban los tres tronos de los dioses vacíos y enfrente de ellos tres más donde me encontraba junto a mis hermanos, aunque un aura diferente nos recorría,  más malvada; En la siguiente imagen estaba con Walter en un parque que no reconocí, él tomaba mi muñeca muy fuerte mientras me acorralaba contra un árbol diciendo.
-Detente o vas a destruir el mundo, ella no le gustaría esto- se notaba que estaba desesperado y a la yo de esa situación no le importaba una mierda el mundo, incluso parecía una opción bastante divertida. Antes de que alguno dijera algo la imagen cambió y está fue realmente terrorífica, estaba con mis hermanos en un bar pero todo estaba cubierto de sangre humana, según pude oler. Los tres estábamos con sonrisas sádicas y cubiertos de sangre, mientras bebíamos de un par de humanos, nuestra madre aparecía mirándonos con obvia decepción pero a nosotros no nos importaba nada y mucho menos a mi.
-¿Porqué hacen esto?- Inquirió sin ocultar su irá.
-Perdimos todo...- dijo la yo sangrienta.
-Por tu culpa...- continúo Anthony.
-Y esto es los que nos queda...-siguió Marcos y en el mismo orden agregamos.
-Sangre...
-Inmortalidad...
-Y El tratado.
-No es todo, aún nos tienen, me tienen a mi y a sus padres- trató de convencernos.
-No tenemos humanidad- recordó Anthony, yendo hasta ella, Marcos y yo lo seguimos.
-Y es por tu culpa- afirmamos los tres. Antes de que pudiera alguien decir algo más Marcos y Tony tomaron las muñecas de mi madre mordiéndolas mientras que esa yo atacaba su cuello.
En ese momento grite muy fuerte cerrando los ojos, cuando los abrí nuevamente, vi a mi padre junto a mi con algo de alivió además de que en la habitación estaban mis hermanos, Emily y mi madre.
-¿Estas bien?- pregunto mi padre. yo asentí, mientras me paraba- ¿Qué paso?
-Nada solo me desmayé, no estoy comiendo bien- expliqué pero mis padres no se la tragaron- Papá podemos hablar- este asintió- a solas...- agregué para que todos salgan- ¿podemos ir a otro sitio donde nadie nos escuché?
-Si claro- aseguro yo me puse unas zapatillas deportivas negras, tome mi cartera y él tomó mi mano para que desapareciéramos y reaparecer en las cataratas del Iguazú- te gusta- yo asentí- ahora de que querías hablar.
-¿Yo puedo tener visiones?
-Podrías, no lo sé... no es algo normal- dijo confundido- ¿Por qué?
-Cuando me desmayé vi algunas cosas que parecían muy reales- confesé- no quiero que pase nada de eso- estaba seria, no quería llorar. Me aferré fuertemente a la baranda, por debajo de la pasarela litros y litros de agua corrían a gran velocidad.
-¿Qué viste?- pregunto mi padre asustado.
-Mas que nada sangre mucha sangre- confesé sin quitar mi vista del agua.
-¿De quien?
-De humanos y... M...mamá- tartamudee, mi padre me miró sin entender, cuando yo fijé mi vista en él- creo que la matábamos... Era su culpa, ella nos​ va a convertir en monstruos, por culpa de su estúpido tratado- explique irritada antes de salir corriendo a tal velocidad que él no me pudo atrapar.

Cuando frené no sabía en dónde Estaba, había edificios por todos lados parecía Nueva York pero estaba segura de que no lo era. Frente a mi había un obelisco que nunca había visto, comencé a caminar en busca de algo que me dijera donde estaba. Hasta que se me ocurrió la brillante idea de mirar algún cartel 9 de julio y mitre. Tome mi teléfono y abrí Google maps. Me encontraba en Buenos Aires. Así que hice lo que cualquier persona haría compré 4 kilos de dulce de leche, varias bolsa de gomitas y comencé mi camino a casa.

En una hora estaba en casa con varias miradas asesinas fijas en mi, suspire mientras entregaba la ofendas de paz. 

-¿Donde estabas?- Inquirió mi madre molesta.
-En Argentina, me perdí pero ya estoy acá, traje regalos y estoy cansada... Así que me voy a dormir- respondí caminando hasta mi cuarto y lanzándome a la cama al instante caí en los brazos de Morfeo, gracias al cielo sin pesadillas ni visiones.

Los Hijos Del TratadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora