La Típica Protagonista Subnormal

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Hola ¿Que tal su día? bueno aquí el nuevo capitulo, lamento la demora :v el maldito wattpad no me dejaba subir cap >:v

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"Un Sueño hecho Realidad"

Y es así como salí de casa, durante todo el día y parte de la noche. Ya era cerca de media noche y yo apenas estaba llegando a la entrada de la casa, intentando abrir la maldita puerta, que se hacia la difícil con mis sexys llaves, hasta que por fin se abrió. Por el camino hacia mi habitación, me deshice de mis zapatos, mi sostén y mis jeans. La camisa apenas alcanzaba a cubrir una pequeña fracción de mis muslos, pero daba igual estaba yo sola en la casa... eso creía.

—Bienvenida. Señorita—Gire mi rostro en dirección a la voz proveniente de la cocina.

Un nudo se formó en mi garganta, al ver a un oji-rojo preparando unos huevos pericos, con tocino, en mi estufa. Me pegue una fuerte cachetada, pero no pasó nada, él estaba ahí, era real. Una sonrisa se formó en su rostro, ¡yo conozco esa puta sonrisa! Parece una linda sonrisa sincera, pero yo sé lo que realmente esconde. Retrocedí unos pasos, hasta caer de trasero sobre el sofá o más bien sobre alguien.

— ¿Cómoda? —escuche decir a la persona sobre la cual estaba sentada.

De un salto me levante, pude ver su ojo azul, y esa sonrisa maliciosa, en su rostro. Me tenían acorralada, pero antes tengo una pregunta ¡¿de dónde maldita sea, salieron estos dos?! Un momento, él no luce como un mocoso de 13 años, de hecho luce como un chico de mi edad. Mis manos empezaron a temblar.

— ¿Sabes? Te dieron una boca. Utilízala—no lo malpienses. ¡Maldición! Muy tarde, no pude evitarlo. Te odio Ciel.

—Yo este... en primer lugar ¿Cómo es que llegaron aquí? —los señale, oh es cierto, quizá no saben que ellos son solo una caricaturitas, que yo veía a mis 12 años. —quiero decir, ¡largo de mi casa extraños! —me pegue a la pared.

—Vaya manera, de recibir a sus invitados. —hablo de manera inocente acercándose a mí, poniendo su brazo izquierdo contra la pared acorralándome. — ¿segura que quiere que nos marchemos? — ¡No te dejes llevar Brook!

— ¿Enserio crees, que tus estúpidas tácticas de conquista, funcionaran conmigo? —note, como abrió sus ojos un poco sorprendió. ¡Ja! Te descubrí maldito demonio lujurioso.

Quite su mano, me puse frente a los dos, note un pequeño sonrojo en el chico del parche, pero lo ignore. Me cruce de brazos queriendo parecer indignada, y ahí note mi falta de ropa, ya que gracias a la transparencia de mi linda blusa, mis pechos alcanzaban a ser visibles.

— ¡pervertido! —le grite al chico sentado en el mueble frente a mí. Ciel solo chasqueo la lengua y volteo a mirar en otra dirección.

—Cállate. Haces demasiado alboroto, eso me molesta. —esta vez me miro directo a los ojos, con un semblante bastante serio.

—Si no te gusta, te puedes largar de mi casa...—una sonrisa se dibujó en mi rostro. —además, aún no han respondido a mí pregunta ¿Cómo es que llegaron aquí? —los dos enarcaron una ceja.

Demonios es cierto ellos no saben la verdad, creo que no tengo de otra más que cubrir su verdadera identidad, de ellos mismos. Ahora que lo pienso tengo que cambiar mi pregunta, ya que soné un tanto sospechosa.

—Es decir, cuando salí de mi casa, deje todo con cerrado, ¿cómo se las ingeniaron para entrar? —Oh, es cierto aun no me han dicho sus nombres, aunque es obvio que yo me los sé.

—Es una larga historia. —su vista se centró en el gran espejo, que se veía justo frente a la puerta de mi habitación. — ¿tu nombre? —pregunto cortante.

—Ah... Brooklynn. —frunció su ceño, me iba a reclamar, pero lo interrumpí. — Brooklynn Isabelle Ainsworth Cranston. —al parecer le leí la mente. — ¿tú eres...? —estire mi mano.

—Ciel Phantomhive, y él es mi mayordomo... Sebastián Michaelis. —el mayor hizo una reverencia, mientras que él engreído estrechaba mi mano.

Un silencio sepulcral se adueñó del lugar, yo no era capaz de articular alguna palabra. Mis manos me empezaron a temblar, baje mi vista a mis nudillos, empecé a jugar con mis dedos. El chico de mis sueños -"cuando tenía doce años"- estaba frente a mí, analizándome detalladamente.

—Si quieres, te doy una foto. Dura más. —de inmediato, me miro con enojo.

— ¿Qué no tienes modales? —Okay, esto se está poniendo bastante incómodo. Por otro lado Sebastián tiene una sonrisa, de esas que te provocan borrarlas con un buen golpe.

— ¿eso se come? —pregunte fingiendo inocencia, cosa que obviamente le molesto.

El mayordomo infernal, seguía cocinado lo huevos, ya que el tocino ya se había fritado al momento de "entablar" conversación conmigo. Estoy en una lucha interna, no sé, si dejarlos quedar o tirarlos a la calle y perder la más grande oportunidad de mi vida. Suspire, a lo que Sebastián se giró a mirarme con una amplia sonrisa, ¿Qué bicho le pico? En fin. Me tire al mueble, poniéndome junto a Ciel.

—nos quedaremos un tiempo, si no te importa. —dijo secamente. Mire su ojo izquierdo, ya que el otro está cubierto por una tela negra.

— ¿Cuánto tiempo piensan quedarse? —tengo que saber esto, ya que no sé, cuánto tiempo exactamente, mi familia dure de viaje.

— ¿en qué siglo estamos? —me enoja, que respondan a mis preguntas, con otra pregunta.

—veintiuno. —sentí el aroma de esa deliciosa comida, sin duda, Ciel es afortunado de tener a Sebastián.

De nuevo ese silencio, el único ruido provenía del sartén. Sin poder evitarlo, mis ojos se posaron en esa melena azulada que tanto me gustaba, para luego bajar hasta su ojo azul, ya que el otro estaba cubierto por un parche negro. ¿Cómo es posible que sea de mi edad? Se supone que es un demonio y que no debería envejecer.

—por favor, pasen al comedor. La cena esta lista. —Uh, hablo en plural, ósea Brook va a comer delicioso esta noche. Quizá no sea tan mala idea dejarlos quedarse.

Nos levantamos y caminamos hasta el comedor. Sebastián puso un plato frente a mí, la comida se veía deleitosa. Mire a Ciel, él también tenía comida en frete suyo... comida humana, según tengo entendido, los demonios solo comen almas.

—gracias, Sebastián. Se ve delicioso. —el nombrado solo me sonrió. Solo diré que esa fue la mejor comida que he probado en mi corta vida.

—Entonces. ¿Nos permitirá quedarnos, Señorita Ainsworth? —me pregunto desde la cocina, mientras fregaba los trastes. 

 『 ᴛʜᴇ ʙᴏᴏᴋ ᴏғ ʀɪᴅɪᴄᴜʟᴏᴜsɴᴇss. 』➸『 ᴋᴜʀᴏsʜɪᴛsᴜᴊɪ 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora