Un Puñal En Las Tetas

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"Enemigos demoniacos"

Un golpe que sono demasiado fuerte, me saco de mis pensamientos para mirar al frente, encontrándome con una gran sorpresa. Ciel estaba deteniendo el auto con una sola mano, sonriendo con superioridad. Wyatt pisaba el acelerador, pero no pasaba nada, el demonio no de movía de su lugar y como si fuera poco, Sebastián se subió arriba del carro y arranco todo el techo de este, mientras sonreía.

—Señorita Brooklynn, recuerdo haber escuchado cuando mi amo le dijo que no saliera de la casa. —Sin darme cuenta yo ya estaba en sus brazos, y para no caerme puse mis manos alrededor de su cuello.

—L-lo siento. —No pude más y empecé a llorar, lo sé. Soy patética.

—Joven amo, sé que es un poco atrevido de mi parte, pero me sería de gran ayuda el que usted tomara a la señorita, mientras yo me ocupo de este asunto. —Note cuando envió una mirada asesina a las personas que seguían en el auto.

De inmediato, Ciel me tomo en sus brazos. El mayordomo solo recogió, las mangas de su traje. Ciel estaba molesto, lo note en sus hermosos ojos azules.

— ¿Qué esperas? —Pregunto enojado, mirando de reojo a su mayordomo.

Bocchan. —Esa simple palabra me hizo sentir un escalofrió recorrerme por la columna, mientas él se quitaba, el guante de su mano izquierda con sus dientes. —Recuerdo haberle enseñado como pedir algo.

— ¡Sebastián, es una orden! ¡Asesínalos! —Grito arrancándose el parche de su ojo derecho, instantáneamente me sonroje ante su acción.

—Yes, my lord. —Oh adiós ovarios, los extrañare. Sí, soy la única que en una situación de vida o muerte anda fangirleando.

Los ojos del mayordomo, se iluminaron, su pupila se adelgazo asimilándose a la de un gato cuando esta al asecho. Levanto su mano mostrando su contrato. Ciel me cargo hasta la rama de un árbol, donde nos sentamos para observar todo. Algo no me da confianza, esos cuatro están demasiado relajados, esto no me da buena espina. Me aferre al cuerpo del demonio, de ojos azules.

—Tranquila, todo va estar bien. —Sentí su mano acariciando mi cabello.

Mire en dirección de los demás, Sebastián estaba relajado, como siempre sonriendo. No sé de dónde saco unos cubiertos de plata y los lanzo contra el carro donde estaban mis secuestradores. Ellos esquivaron los objetos, y se plantaron frente al endemoniado mayordomo, sonriendo socarronamente.

—Quien diría, que algún día nos enfrentaríamos, con el increíble Michaelis. —Se burló Lizbeth, acariciando su rubio cabello.

—Aunque, solo es un anciano. —Uh, si yo fuera Wyatt, me arrepentiría de decir eso, Sebastián odia que le digan anciano.

—Somos la nueva generación. —Dijeron los cuatro al unísono, transformando sus ojos al color carmín.

Sus ojos eran diferentes a los de Sebastián, ya que los de él se tornaban en un color rosa, mientras que los de ellos solo tomaron un color rojo sangre. Todos se lanzaron al tiempo contra Sebastián, quien esquivaba sus ataques habilidosamente, esperen un momento haber... uno...dos....tres... ¡Falta la chica rubia!

—Hola guapo. —Dijo la chica, lanzando una especie de piedra contra nosotros, haciendo que perdiéramos el equilibrio y que por desgracia cayéramos al suelo.

Por el lado bueno, Ciel tiene buenos reflejos y cayo de pie, por el lado malo, yo soy una foca con retraso, caí de cabeza comiéndome de paso una gran porción de tierra y césped. Me levante como si no hubiera pasado nada, poniéndome junto a Ciel.

—Es una lástima, que rompieran unas estúpidas reglas. —Hablo ella en un tono meloso, mientras rodeaba el cuello del demonio junto a mí, con sus brazos. —Si, no. Podríamos divertirnos un rato tú y yo.

Cuando la vi besar, la mejilla de Ciel, me enfurecí, no solo por el hecho de que lo tocara si no por el hecho de que él se dejara hacer esas cosas. Mire al suelo y había uno de los cuchillos de plata que Sebastián suele usar en sus batallas. Con todo el enojo del mundo lo tome entre mis manos, y levante la vista, tome un poco de aire.

— ¡Aleja tus asquerosas manos de perra barata de mi conde con cara de feto, maldita bruja! —Mi grito llamo la atención de todos, quienes de inmediato se detuvieron, pero nos les di importancia. — ¡Estúpida necesitada, si tanto quieres que te la metan, ¿porque no mejor te revuelcas con uno de tus amiguitos?! ¡Claro! ¡A no ser de que ya te los hayas follado a todos maldita perra!

—Baia, Baia. —Le escuche decir a Sebastián.

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Sentí mis mejillas calientes, pero no le di demasiada importancia, solo sé que corrí hasta quedar frente a esa estúpida ofrecida, y finalmente enterrarle el cuchillo en uno de sus senos. Como si nada hubiera pasado, se quitó el objeto de su pecho, me miro burlona. Avanzo unos pasos hacia mi persona, pero se detuvo en cuanto la mano de Ciel la tomo de la muñeca, girándola. Quedaron uno frente al otro, los dos se sonrieron mutuamente, para que después pasara algo que de inmediato me hizo vomitar.

Ciel, le torció el brazo y termino quebrándolo, para luego darle una patada, y tumbarla al suelo. Finalmente le aplasta el cráneo de una sola pisada, vi todo salir de su cabeza, junto con un montón de sangre que ahora formaba un gran charco.

—Eso fue asqueroso. —Dije limpiando los restos de vomito de mis labios.

—Los problemas, aún no han comenzado. —Estiro su mano para que yo la tomara, ayudándome a poner de pie. —Prepárate para lo que viene.

~MariFerLol~

 『 ᴛʜᴇ ʙᴏᴏᴋ ᴏғ ʀɪᴅɪᴄᴜʟᴏᴜsɴᴇss. 』➸『 ᴋᴜʀᴏsʜɪᴛsᴜᴊɪ 』Where stories live. Discover now