Extrañamente conectados.

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—El cinturón.— le indicó Hermione a Fred en cuanto se sentó junto a este en el asiento del conductor.
—Si mamá.—rodó los ojos antes de obedecerla.

Puso en marcha el armatoste y salió del estacionamiento del hospital sin ningún tipo retraso. Odiaba aquella camioneta tanto como su dueño, se sentía pequeña frente al volante y eso la fastidiaba.

—¿Por qué rayos tenías que comprarte una camioneta? ¡Las odio!

Fred soltó una carcajada que terminó en quejido.

—En realidad quería una motocicleta, pero mi madre me dijo que ya sufría bastante con Charlie y su trabajo con animales salvajes que no soportaría verme a mí arriesgando la vida en un ataúd de dos ruedas.
Hermione lo miró de reojo con una pequeña sonrisa.
—Estoy con ella, si eres un peligro sobre tus pies, no quiero saber cómo terminarías con una motocicleta.... Pero la verdad me sorprende que no la hubieras ignorado.

El pelirrojo la miró con cara seria, cosa que la alarmo un poco.

—Tal vez sonare como un niño de mami: pero jamás haría algo que la hiciera sufrir. Así que si ella dice nada de motocicletas, ¡nada de motocicletas será!

La chica sonrió aun más al escuchar esa declaración. En el fondo era un buen muchacho preocupado por el bienestar de su querida madre.

—Eres un buen hijo.— comentó. Se sentía cómoda con aquella situación, por primera vez en mucho tiempo hablaba con Fred sin enojarse. Por lo visto los calmantes mantenían las bromas y el sarcasmo de Fred a raya.
—Viniendo de ti, creo que debo tomar eso como un cumplido.— susurró acurrucándose en el asiento del copiloto.

Hermione se mordió el labio. Se veía tan tierno con los ojos cerrados abrazándose a sí mismo, parecía un niño agotado después de un día largo lleno de juegos. De pronto se percató que lo único que llevaba Fred era una camisa muy ligera. Encendió la calefacción y poco a poco vio como las mejillas del chico comenzaban a tener más color... ¡se veía tan dulce!

—Tienes mucha suerte ¿sabes?— comentó para no prestarle tanta atención a su aspecto y poder concentrarse en el camino.— Pudiste romperte el cuello.
—Si. Hoy tuve mucha suerte.— Sonrió mientras la miraba.

La castaña pasó saliva al notar ese brillo especial en los ojos de Fred, ese mismo brillo que veía en los ojos de Harry cada vez que lo veía mirar a Ginny o en los de Ron cuando lo atrapaba observando a escondidas a su amiga Luna.

—Suerte...—susurró antes de parar en un semáforo. Al notar que el chico seguía observándola de esa manera, decidió cambiar de tema.— Este... ¿Por qué no querías que se lo contara a tu madre?
Fred meneó la cabeza ligeramente.
—No siempre hago lo que mi madre me dice, Hermione. Ella no está muy de acuerdo con mi trabajo en el teatro. Si la hubiera llamado para que me recogiera, no me hubiera dejado en paz nunca.
—Entiendo... ¿Pero no se enterara al final? —Le preguntó.— El doctor dijo que no te sacarían el yeso hasta dentro de cuarenta días ¿Cómo vas a ocultárselo a Molly?
—Ya inventare una buena escusa... algo como que me caí de la escalera del edificio o que quise salvar un gatito de un árbol.

—¿Y por qué no llamaste a alguno de tus hermanos?— Esa era una duda que hacía rato daba vueltas por su cabeza. Fred tenía muchos hermanos. ¿Por qué iba a llamarla a ella cuando tenía tantas opciones?
—Bill fue a Francia con su esposa y su niña, Charlie volvió ayer a África con sus amados leones, George esta con Angelina casa de sus suegros, en Manchester. Ron esta en no sé donde con Lovegood, y la verdad no me apetece interrumpirlos. Y Ginny ahora mismo está cenando con Harry en casa de mis padres, así que llamarla no era una opción...
—¿Y Percy?
—¡¿Estas loca?! ¿Percy el prefecto súper perfecto? El está con mi madre, dice que ser actor es una pérdida de tiempo y no va a ayudarme en mi futuro.
—Es bueno saber que tienes el apoyo incondicional de tu hermano mayor.—le sonrió Hermione.
—Bueno, al menos papá y los demás me apoyan.

Por un maldito juego de botella. AU [Fremione]Where stories live. Discover now