| Capítulo 14 |

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Era demasiado bueno para ser verdad, por un momento pensé que Matteo controlaría sus impulsos y me dejaría recuperarme para pensar antes de que la cabeza de su polla actuase por si sola. Estúpido... aunque un estúpido demasiado sexy y caliente. Me acostó en el sofá y fue desabrochando con calma los botones, mientras que sentía como se movía encima de mí para incitarme a desearlo. Me quedé quieta mientras desabrochaba los dos primeros botones y exhalé un suspiro cuando comenzó a besarme donde desabrochaba.

- Me encanta el sabor y el olor de tu piel...

- Suena psicópata hasta para nosotros... - le digo con la voz baja, aunque lo suficientemente alto para que él me escuchara.

Él rio y su risa ronca por las ganas que tenía no eran normal. Ya podía sentir su miembro tieso en su pantalón, aprisionado por tanta tela y deseoso por salir, estaba cerca de mi feminidad y él ya casi había acabado de desabrochar la dichosa blusa, que ya hasta me estorbaba a mí. Me la quitó del todo, para ello yo tuve que arquear la espalda un poco, cuando lo hice y él me retiró la camisa, aprovechó para sacar el sujetador, estuvo en busca del broche durante un minuto o dos por lo menos, frustrado me miró a los ojos.

- ¿Te parece divertido? - me reí de él levemente.

- Sí, verte buscando es interesante.

- Chica mala... - me dice con una sonrisa superficial. - Esto te costará un castigo.

- ¿A sí? - digo cuando el pasea sus manos por mis pechos aún cubiertos por la tela del sujetador, los aprieta, con la fuerza mínima para que no me duela, sonreí al oír mi gemido silencioso y me lo desabrocha en el cierre delantero. - Muy graciosa, nena.

- Ya lo sé, quizas vaya al club de la comedia.

- Oh, seguro que lo haces bien... - rio un poco y continúa con su acción de desnudarme.

Aunque a mí también me gustaba desnudarle a él, era divertido, jodidamente excitante el sentir su piel contra la mía y los roces, elevé mis manos quietas para tirar de su camiseta, pero él se apartó.

- No.

- ¿Qué?

- Hoy estás castigada.

- ¿Qué? - pregunto atónita de nuevo.

- No me gusta que me ocultes cosas. Y hoy no me desnudaré excepto un poco de la cintura para abajo.

- No serás capaz.

- Claro que lo soy, eso por jugar conmigo, además tú irás arriba, me montarás y no haré muchos movimientos, hoy te toca a ti.

Fruncí el ceño y gruñí, no es que no quisiera estar arriba, me gusta estarlo, puedo dominarlos a mi antojo, pero seguramente Matteo no hará nada, se quedará quieto mientras yo doy pequeños botes sobre él, ni me ayudará.

- Cruel.

- Oculta cosas.

- Idiota.

- Linda.

No le presté atención pues cuando me di cuenta yo ya estaba desnuda, completamente desnuda ante él y en cierta parte me sentía así. Matteo me hacía sentir descubierta ante él, parecía que me leía a la perfección y yo no sabía nada de él. Aunque muchas veces podría afirmar lo contrario, Matteo se agachó y acercó su boca a mi coño, ya totalmente húmedo y deseoso por sentir las caricias de Matteo, bien fueran con su lengua, con el pene o simplemente con sus maravillosos dedos.

- Matteo... - musité cuando su cabeza se acercó a mi coño deseoso, que pedía a gritos ser atendido.

Matteo sonrió y al sentir su aliento chocar me sentí tan débil y vulnerable... me parecía que podría perder el control de mi cuerpo con esos orales que él me hacía. La lengua de Matteo se introdujo lenta y torturosamente, comenzó a recorrerme con pausas saboreando bien mi entrada mientras yo apretaba el sillón con las manos, el placer me retorcía, la lengua de Matteo se movía cada vez más rápido, acelerando lentamente, mientras que mi cuerpo temblaba ante la sensación de Matteo haciendo que perdiese el control sólo con la lengua, sus dedos recorrían mis piernas acariciándolas. Los escalofríos y las ganas que tenía de gritarle que hiciera algo más rápido o la dejase a ella, eran incontrolables, aunque estaba disfrutando mucho de la lengua de Matteo lenta y torturosa, ahora penetrándola con ella, quería más.

- Matteo, por favor...

Él la ignoró y continuó con su trabajo mientras la hacía un sexo oral, lamiéndola, chupándola, y mordiendo  con cierta sensualidad y aún lento.

- Joder...

La chica quién tenía las piernas abiertas, una colgada en el cabezal del sofá y otra rozando el suelo, se le hacía difícil moverse para encima de él.

- Joder... - gemí deseosa de más.

Y entonces aceleró, sus movimientos fueron más rápidos y cuando iba a correrse, la puerta de su casa se abrió lentamente. Matteo se separó de golpe y con rapidez me pasó la manta para que me tapara, y corrió hacia la puerta cuando ya casi estaba abierta del todo.

Era Ramiro.

Follaamigos | LutteoWhere stories live. Discover now