Capítulo 9.

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Todo pasó muy rápido. En décimas de segundo. Más rápido que un suspiro lanzado al aire mezclándose con la tormenta de viento desatada ya. Di un salto de la hamaca acompañado de un gritito imposible de disimular. Los dos pararon en seco. La chica lo empujó hacia atrás y la reacción de Tom fue girarse hacia mi dirección.

- ¿Me has llamado Mery, cabrón? – pero no le contestaba. Ambos estábamos mirándonos fijamente. Yo con los ojos repletos de lágrimas que se desbordaban atropelladamente y él con el rostro descompuesto - ¿¡Me estás escuchando!?

- Calla de una puta vez – le respondió al fin cerrando los ojos, pero sin mirarla.

- ¡Ogh! – exclamó ella cruzándose de brazos. Yo negué con la cabeza y comencé a caminar de espaldas hacia la puerta.

- ¡Mery espera! – lo oí tras de mí una vez me dirigí escaleras abajo - ¡Espera! ¡Necesito hablar contigo! – mi berrinche de desamor no me dejaba pronunciar ni una palabra. De camino hacia la calle me topé con Bill, Mara y algunos chicos y chicas más de la zona.

- ¿Mery estabas en casa? – pero no me detuve ni a mirarle a la cara. Pasé de largo y corrí aún más cuando llegué a la calle. Salí del vecindario a toda prisa.

Recordé que tenía frío cuando comenzó a llover y me di cuenta que tan sólo llevaba unos mini y una camiseta sin tirantes. Ni siquiera llevaba zapatos. Iba descalza. Ya no sabía qué eran lágrimas y qué agua de lluvia. Todo se mezclaba en un borrón para acabar encharcando aún más mi ropa. La pintura de los ojos se comenzaba a correr toda haciendo que pareciera que venía de una fiesta de disfraces más que de una de… gente normal.

Llegué a la playa y busqué un sitio donde esconderme. Sabía que vendrían tras de mí y no estaba dispuesta a dejarme encontrar por nadie, no esa noche. Quería pensar. Estar sola. No ver a nadie. Ni siquiera  a Bill. Completamente sola. Me agazapé en unos arbustos y me hice un ovillo, abrazándome a las rodillas. Tenía mucho frío, estaba completamente helada y a punto de que me diera un colapso cuando comencé a apretar los dientes. Me masajeé las sienes y pensé en cosas que me entretuvieran. Flores. El mar. El calor. El sol del verano calentando mis mejillas rosadas. La brisa caliente que me embriagaba el cuerpo en cada ola. El agua acariciando mi cuerpo. Los peces. Bill.

- ¡Mery! – muchas voces gritaban mi nombre a lo largo de la playa. Me mantuve quieta sin respirar cuando un par de ellos pasaron por mi lado sin verme.

- ¡Mery! – Bill parecía un loco chillando - ¡Vamos Mery sal! Sé que estás aquí. No me hagas esto, te lo suplico – estaba fuera de sí. Tras él iba Mara agarrada de su mano, en un intento de tranquilizarle. No lo conseguiría. Era imposible calmarle cuando estaba ya en ese estado – no Mara no me tranquilizo. Mi hermana está así por algo que ha hecho Tom y no me da la gana calmarme.

- Quizá necesite estar sola.

- Conmigo querrá estar.

- A veces las chicas necesitamos un espacio para estar tranquilas sin nadie.

- Mi hermana me necesita. Si no quieres estar aquí, lárgate. Y dile a tu hermano que él y yo tenemos que hablar. Que prepare su preciosa cara porque se la voy a partir – un momento. ¿Mi hermano amenazando a alguien con pegarle? Malo. Mara se marcho y lo dejó solo.

 Se arrodilló en la arena y puso las manos sobre sus muslos. Desde mi posición podía escucharle sollozar y susurrar cosas. Estaba maldiciendo a Tom. “Sé que estás aquí, sal por favor” no dejaba de repetir entre lágrimas - ¡Mery! – su grito me hizo saltar entre las ramas, como si su voz fuera un imán para mi cuerpo y salí caminando a gatas. La lluvia seguía cayendo con fuerza. Cuando estaba a punto de llegar a su posición apareció quien menos debía.

Es Gibt Kein Züruck (No hay vuelta atrás)Where stories live. Discover now