Cap 3: Un Encuentro Inesperado

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El reloj del Aeropuerto de Incheon marcaba las 4:16 de la mañana cuando finalmente pude bajar de aquella máquina infernal tras horas y horas de viaje. Si bien la travesía había sido tranquila, había sido incapaz de mantenerme dormida el tiempo suficiente como para no necesitar desesperadamente estirar las piernas durante el vuelo. Evidentemente, esto no había alegrado a mis compañeros de butacas de clase turista, ya que habían tenido que apartarse para dejarme pasar al estar yo en ventanilla. No habían dicho nada directamente, pero sus caras lo habían dicho todo mediante sutiles expresiones faciales y algún que otro suspiro. Pero mira, les habían dado mucho por culo. A mí no me gustaba el perfume con olor a vieja que llevaba la mujer de al lado de mí y me había jodido todo el vuelo, así que estábamos empatados. Había sido una toma de contacto muy interesante con la nueva cultura en la que me estaba metiendo, pues eran todos coreanos. No sería la primera vez que me enfrentara con su silenciosa queja, pues son muy sutiles expresando su descontento, demasiado para un hispano.

Una vez aterrizamos, recogí mi modesta maleta de la enorme cinta móvil y me dirigí a la puerta principal del aeropuerto. Según Eugenia, mi padre debería ir a recogerme, ya que le habían enviado una notificación judicial informándole sobre mi hora de llegada. Aún así, yo tenía la corazonada de que no iba a aparecer, así que saqué mi cartera y cogí unos cuantos billetes para el taxi. El Gobierno de España me había dado unos 400 euros para posibles imprevistos y parecía que ya iba a a necesitarlos. Gracias, papá. 

Revisé mi móvil en busca de alguna señal de mi progenitor, pero en su lugar me encontré con un mensaje de Johnny. O más bien, 3 fotos, porque el único texto que escribió fue "Hecho. Borra estas fotos cuando las veas, yo haré lo mismo". Supongo que no necesitáis que os describa lo que retrataban, así que os ahorraré los sangrientos detalles. Sólo diré que verlas removió algo dentro de mí, algo que debería haber sido remordimiento pero que no podía estar más lejos de serlo. Me sentí plenamente satisfecha y cada vez más convencida de que algo no estaba bien dentro de mí. Y lo peor era que me la sudaba, así que me dedicaba a sonreír a cada paso que daba mientras los coreanos me miraban extrañados. Ni un asesino en serie habría estado más satisfecho. Vaya, eso también es enfermizo, ¿no?

Puesto que mi maleta no pesaba apenas (ya que mis pertenencias eran prácticamente nulas) me dediqué a dar vueltas por el aeropuerto mientras esperaba inútilmente a que mi padre apareciera. Al ser las 4 y poco de la mañana, apenas había gente por lo que mi compañía se reducía al personal del aeropuerto y a los pocos pasajeros que llegaban al país. Había lapsos de tiempo en los que estaba yo sola con el guarda de seguridad, el cual no me quitaba el ojo de encima. Era gracioso, porque le escuchaba hacer comentarios ofensivos en coreano y él pensaba que no le entendía. "Qué asco", "Vaya pinta" y cosas por el estilo. Me perseguía por toda la terminal, como si sospechara de mis intenciones, y no disimulaba en absoluto su desconfianza. De hecho comentaba con sus compañeros que tuvieran cuidado, que tenía pinta de inmigrante vagabunda y esas mierdas. Supongo que el leve rasgado de mis ojos no le dio ninguna pista de que a lo mejor podía entender el idioma, la gente prejuiciosa no suele ser muy espabilada. Es curioso, ¿no creéis? Cuando los asiáticos piensan que entiendes el idioma se comportan de forma super educada y respetuosa, tratando de no ofender a nadie, siempre intentando evitar el conflicto. Sin embargo, cuando piensan que nadie les entiende les sale su verdadera opinión. Me da asco ese tipo de hipocresía, toda esa falsedad. Prefiero que me digan las cosas a la cara para saber qué esperar de los demás y eso era algo que era difícil de encontrar en Asia. Iba a tener más de un problema por culpa de ese shock cultural.

Finalmente, tras 10 minutos de jugar al gato y al ratón, una pareja coreana le pidió indicaciones para llegar a no sé dónde, por lo que aproveché para alejarme todo lo posible y darle esquinazo. Caminando y caminando llegué a una zona totalmente solitaria del aeropuerto donde no había ni un alma. Debía de ser una terminal nueva o algo así, pues las cámaras de seguridad aún no estaban conectadas y algunas paredes estaban cubiertas con papel. Continué caminando un rato más, mirando hacia atrás para comprobar si mi amigo había reanudado su persecución, pero no, de momento estaba sola.

Better Than Slaves (BTS) #AP2017Where stories live. Discover now