Primera parte

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Era lunes por la mañana así que me encontraba en la sala de delegados organizando una pila de papeles.

La vida como delegado de clases no era nada fácil, pero aun así me agradaba y podía gozar de muchos beneficios. Al principio creí que eso no era para mí, pero luego de un tiempo finalmente me acostumbré y ahora estaba muy cómodo.

Ser delegado de la clase me brindó la oportunidad de conocer a la chica ideal para mí. Jamás pensé que me llegaría a gustar alguien, pero ella era diferente. Desde que la vi perdida el primer día de clases supe que no habría otra igual. Siempre había intentado expresarle mis sentimientos pero no me atrevía, ya que siempre ha existido un pequeño detalle. Ella, al igual que todos en Sweet Amoris (que así se llama el instituto) piensan que soy gay. Así es…, gay.

Todo era por culpa de Castiel, un chico pelirrojo y de grandes ojos grises. El típico chico rudo que existe en todo instituto, de mal carácter y sin interés en sus estudios. La diferencia era que Castiel podía llegar a ser todo un acosador, nunca me dejaba en paz. Sus constantes flirteos, los cuales no eran correspondidos, habían hecho que todos murmurasen y pensaran erróneamente sobre nosotros.

Realmente lo odiaba, pues sabía que lo hacía a propósito para molestarme... Simplemente no soportaba aquello.  

Ya se hacía tarde y estaba oscureciendo, así que debía darme prisa en terminar mis labores. También estaba haciendo un poco de frío.

A través de la ventana pude notar que comenzaba a llover y maldije internamente por aquello. Justamente hoy no había traído paraguas. No soportaba el clima que hacia últimamente; un día llovía a cantaros, y al otro hacía un calor infernal.  

Rápidamente me apresuré en terminar lo que hacía. Luego, mientras organizaba el salón para que todo quedara ordenado sentí que alguien abría la puerta e ingresaba  al interior. Castiel.

—¿Tú de nuevo? —inquirí—. Sabes que todos los estudiantes se han ido a casa, deberías hacer lo mismo.

Comenzaba a cansarme de la cotidianidad de esto. Todos los días Castiel iba a la sala de delegados al terminar las clases.

—Ya lo sabes, no puedo dejarte solo… Sería peligroso —sonrió maliciosamente mientras se acercaba a mí. 

—Más peligro corro contigo cerca… Aléjate —grité al notar como comenzaba a robar mi espacio personal.

—¿Qué pasa delegado? ¿No quieres estar a solas conmigo? — preguntó burlón, mientras me sujetaba de la barbilla haciendo que nuestras miradas se cruzasen.

Suspiré.  

—¿Quién querría estar contigo? Ahora apártate que me quiero ir.  

—No te iras delegadito —susurró, al tiempo que me aprisionaba al escritorio—. Quiero jugar un rato contigo.

—¿Ah? Es…, espera… —. Mis ojos se abrieron como platos al escuchar sus palabras y un frio recorrió mi espalda.

Con gran agilidad comenzó a desatar mi corbata con una mano, mientras que con la otra tocaba mi pecho.

 —¡Ey, basta! —grité. Pero al parecer Castiel no se detendría.

Sacó mi corbata por completo y tiró fuertemente mi camisa, sacándole todos los botones, dejando mi pecho al descubierto. Comenzó a besar y mordisquear mi cuello, luego bajó a mis pezones.

¿Del odio al amor? - [Yaoi] CastielxNathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora