El alcohol puede ser peligroso, ¿o no?: Capítulo especial

9.7K 740 102
                                    

Este capítulo especial será narrado desde el punto de vista de nuestro querido pelirrojo pervertido, Castiel. Espero les guste.

Siempre consideré a Nath como un chico competitivo, pero la situación en la que nos encontrábamos ahora era terriblemente absurda.  

—Oye, ¿Estás bien? —pregunté mientras lo agitaba un poco por los hombros.   

Nos encontrábamos en mi casa; se había vuelto rutina pasar juntos los fines de semana, pero esta vez, para variar la situación, había comprado unas cuantas bebidas alcohólicas para así pasar el rato. Al principio se había negado, pero la costumbre de molestarlo se apoderó de mí, y en un intento de burla alegué que era todo un santurrón y que jamás se atrevería a beber en toda su vida, lo cual fue un gravísimo error, porque enseguida me quitó la botella de las manos y no paró de beber hasta este momento. ¡Fue demasiado para su primera vez!

—Tranquilo, estoy bien —musitó mientras se recostaba del mueble.

Obviamente era una gran mentira. A leguas se notaba lo pasado de tragos que se encontraba; tan solo era su actitud terca mostrándose. Su rostro estaba completamente rojo, y se le veía tan dócil que no podía resistirme a jugarle una «inocente» broma.

—Oye —me acerqué a su rostro —¿Quieres que nos divirtamos un rato?

Me observó unos instantes con las mejillas sonrosadas y los ojos un poco brillantes.   

—¡Sí! —su respuesta me sorprendió. ¡Definitivamente estaba borracho! Si estuviese en su sano juicio en ese momento ya me habría pateado—. ¡Castiel, bésame! —continuó con voz baja.

Tras escuchar esas palabras mis ojos se abrieron como platos y casi se salen de sus orbitas. Pero inmediatamente recordé que esto solo lo decía porque estaba borracho, así que intenté controlarme. Aunque en ese momento solo quería lanzarme sobre él, tenía que mantener la cabeza fría. No quería hacer eso de aquella manera.

—Vamos tranquilo —revolví su rubio cabello—. Traeré agua para ti primero.

Pensaba que de esa manera lograría calmarlo un poco.

Cuando me iba a dirigir hacia la cocina, sentí su mano jalando de mi camisa, impidiendo así que me levantara.

—Castiel, juguemos un rato —susurró esta vez con voz terriblemente seductora mientras se acercaba peligrosamente hacia mí.  

En cuestión de segundos mi espalda se encontraba sobre la alfombra de la sala —que era donde habíamos estado bebiendo hacia solo unos minutos atrás— y Nathaniel se colocó sobre mí, apresándome con sus delgadas piernas.  

—¿Qué te parece esta posición? Debemos intentar cosas nuevas ¿no crees? —sus palabras salían entre hipos pues definitivamente eran los delirios por haber bebido tanto.

—Oye Nath, estás borracho… —intenté apartarlo de encima de mí antes de que fuese demasiado tarde; no quería que al día siguiente me reprochara de haberlo violado estando en ese estado, pero sin que me lo esperara sus labios se posaron sobre los míos, devorándolos con pasión, y con cierta torpeza también.

Al terminar aquel beso debido a la falta de oxígeno, tomó una de mis manos e introdujo varios dedos en su boca, lamiéndolos de manera seductora y provocativa. 

—Quiero hacerlo… ¿Tú no? —ronroneó.

Al ver esa expresión en su rostro no pude aguantar más. Le dije adiós a la sensatez y la cordura. No podía seguir resistiéndome cuando me seducía de esa manera.  

«Realmente el alcohol puede ser peligroso ¿o no?»   

Este era uno de aquellos momentos en los que pensaba que debía aprovechar la situación. No debía dejar pasar esta oportunidad que los cielos me enviaban. ¿Cómo podría llamarme hombre si hacia aquello? 

Rápidamente invertí nuestras posiciones, siendo yo quien esta vez quedase sobre él, y fundí enseguida nuestros labios en un profundo y húmedo beso, mucho más experto que el anterior cabe acotar.  

Poco a poco me deshice de su camisa y repartí besos por todo su cuello y pecho, saboreando delicadamente cada área de esta. Me detuve en sus sonrosados pezones y comencé a lamerlos y morderlos. Sus gemidos eran música para mis oídos, pues me encantaba verlo retorciéndose de placer debajo de mí.  

Mis besos fueron descendiendo hasta llegar a su ombligo, y desde allí comencé a delinear un camino con mi lengua hacia abajo, pero el torpe pantalón se interponía en mi camino, así que de un tirón se lo saqué, junto con la ropa interior, dejando en evidencia su erecta virilidad.

—Veo que lo estabas deseando —sonreí malévolamente mientras besaba sus labios de nuevo.

—C…, cas…tiel ¡Apresúrate! —dijo entre gemidos ahogados, lo que me volvió aún más loco. 

Sin pensarlo dos veces tomé su miembro entre mis manos, e hice lo que creí que jamás llegaría a hacer en algún momento.

Acerqué mis labios hasta su entrepierna y comencé a lamer, saboreándolo todo, desde la base hasta la punta, para luego introducirlo completamente dentro de mi boca, lo que provocó que aquel rubio debajo de mí se estremeciera profundamente. Enseguida llevó sus manos hacia mi cabeza, revolviendo sus dedos en mi cabello, al tiempo que sentía a su cuerpo dar pequeños espasmos producidos por el placer.  

El líquido pre-semen finalmente comenzaba a salir, así que aceleré el ritmo de mis lamidas. Quería seguir escuchando más de aquella encantadora voz.

De repente una brillante idea se me ocurrió. Tenía que aprovechar el momento de fragilidad de mi adorable gatito.

—Nath, di que me amas.

—Aah… Cas…tiel… y…, yo —estaba a punto de decirlo. No podía creer que esto realmente estuviese sucediendo— Te… te… a… aah…   

Su pasión estalló en libertad, manchando el lugar con su esencia. Maldije por lo bajo completamente frustrado, pues aquella eyaculación había impedido que terminara de hablar.

Estaba listo para continuar con mi trabajo, pues ahora era mi turno. Después de todo tendríamos una noche por delante, y en algún momento haría que dijera lo que mis oídos tanto ansiaban escuchar.

De repente el sonido de un ronquido capturó mi atención.    

Mis ojos no podían creer lo que veían. El idiota se había quedado profundamente dormido. ¿Y ahora que podía hacer? Mis planes se habían ido por la borda; pero eso no era lo peor de todo, ya que al dirigir la vista hacia mi entrepierna, esta se encontraba ya abultada entre mis pantalones, ansiosa de salir a jugar. 

Crueles ideas cruzaron mi mente. ¡No podía dejarme así de caliente! En venganza podría metérsela mientras dormía, pero luego me deshice de esos pensamientos en el acto. Tendría que terminar en el baño quisiera o no. Ya encontraría otro momento para acabar lo que habíamos empezado.

Recordando lo sucedido una sonrisa juguetona se formaba en mi rostro. Comprar alcohol de vez en cuando no sería una mala idea. El día de hoy había podido disfrutar de una versión muy seductora de Nathaniel.

Mi cabeza se debatía entre ocultar lo sucedido para que fuese mi más preciado recuerdo, o usarlo como ventaja para molestarlo de vez en cuando; pero decidiera lo que decidiera, estaría feliz con ello, porque al fin y al cabo todo él me pertenecía, y nunca nadie conocería además de mí  esta increíble faceta suya. 

¿Del odio al amor? - [Yaoi] CastielxNathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora