#8.

262 60 41
                                    

La sensación de sus labios sobre los míos me seguía impactando fuertemente, me corrompía a mí mismo el pensar tanto en ello. Pero simplemente, era imposible no hacerlo.

Ahora mismo me encontraba bastante confundido, ¿el que me haya gustado me convertía en gay?

Por el mismo Satán, le había dicho gay a Frank Iero y luego lo había besado.

¿Ambos éramos gay ahora o cómo...?

No, no lo creo. No me gustan los hombres. No digo que Frank no sea atractivo, lo es sí pero... No sé y no entiendo. Además tengo una novia allá fuera.

Solo fue un jodido beso y ya, ¿no? Aunque Frank no tiene pintas de ser tan desconsiderado, no es como si lo fuera a dejar en la nada...

Qué estoy diciendo.

—Creen que tú mataste a Phill, ahí el problema. Él era uno de los protegidos de la pandilla en la que uno de ellos estaba afuera, así que por eso te golpearon.

Vi como el “cara pisada” caminaba hasta su banco con su bandeja en mano, sin quitarme los ojos de encima. Su rostro se veía bastante mal. No pude evitar reír mientras desviaba la vista a otro sitio.

Ese otro sitio casualmente, fue Frank.

—En cuanto a lo de ayer...—Comencé a decir, en algún momento debería hablar de esto, pero las siguientes palabras no salían.

—No fue nada, Gerard.—Continuó sin ningún rastro de nada en su voz.

—¿Nada?—Pregunté sin querer. Sinceramente esperaba una explicación de por qué me besó y por qué yo lo seguí, era lo que necesitaba.

—¿Debería ser algo?—Contestó, elevando una ceja y sus labios amenazaban con elevarse también y formar una sonrisita. Negué rápidamente—¿Tú eres...? Ya sabes.

—No. Yo tengo...

—...Una estúpida novia allá afuera, sí, ya me dijiste. Pasemos a la siguiente operación.—Rodó los ojos—Pasado mañana.

El entrecejo de Frank había cambiado drásticamente en segundos, ambas cejas parecían unirse de lo fruncido que tenía el ceño. Sus labios de igual manera estaban fruncidos.

Debería dejar de mirar tanto esa zona.

—¿Pasado mañana qué?

—Será el día en que quitaremos nuestros traseros de aquí, pero hoy tenemos que derribar los ladrillos para poder salir.

—¿Cómo? Si oyen tanto ruido vendrán y se darán cuenta, Frank.

—Algo se me va a ocurrir, Gerard...

Asentí conforme, y luego tenía que quedarme callado, pero... Necesitaba otra vez oir decirlo.

—¿Funcionará?

—Chicos como nosotros en prisión, nunca duran demasiado dentro, querido Gerard—Aseguró orgulloso—Mucho menos si están juntos. Y nosotros, lo estamos.

Y ya no supe cómo sentirme.

Estaba corrompido, definitivamente.

...

Volvió a destornillar otra vez el lava manos y quedaron expuestos los ladrillos que debíamos derribar de nuevo. Mientras los observaba con los brazos cruzados, me preguntaba cómo.

—Bueno...—Se paró del piso y volteó a verme—De esto tú te vas a encargar, y de lo demás yo. Ahora, a ver...—Puso una mano en su barbilla y su semblante pensativo.

—Es mucho ruido, Frank.—Insistí.

—Sí, lo sé. Pero,—Levantó un dedo en el aire—si hay mucho ruido en todo el lugar, no van a preocuparse exactamente en el nuestro.

Fruncí el ceño y confundido solo lo observé caminar hasta quedar frente a los garrotes.

Le dio unos toques con su dedo en la garganta mientras carraspeaba la misma. No entendía nada.

—Oh nena, te observo pasar por la calle. Con tus tacones y tu falda peligrosa...—Comenzó a cantar. El loco éste estaba cantando.

—¿De verdad...?—Pregunté, incrédulo.

—Ten fe en mí.—Dijo y siguió en lo suyo—...nena, oh nena, quisiera ser yo el dueño de tus noches, ser yo el dueño del espacio entre tus piernas. Pero eso simplemente no pasará, porque...

Poco a poco se iban juntando las voces que le protestaban más y más fuerte que se callara. Aproveché y me senté frente a los ladrillos y comencé a patearlos con toda la fuerza posible. El ruido casi no era notable por los tipos que le gritaban ciertamente lo perro que Frank se oía cantando.

Poco a poco iba cayendo.

...¡Porque eres una puta y las putas no se enamoran!

Vaya sentimental que se había puesto.

Pateé una última vez, y ya no había más nada allí y el agujero que había quedado era suficiente como para que mi cuerpo pasara por ahí.

Desde la planta baja escuché como un oficial llegaba. Fin de la serenata de Iero.

—¡Callense todos, al próximo que escuche gritar irá al poso!—Gritó y todos callaron, las celdas volvieron a estar en silencio.

Frank volteó y miró el agujero, sonrió conforme y las ansias me inundaron. Estaba emocionado. Y aún así cuando volvió a poner los tornillos de nuevo, mi sonrisa aún permanecía en mi rostro.

Podría salir salir de aquí.

Podríamos salir.

—Somos un gran equipo, eh Way.—Equipo qué horrible y estúpido término.

—Definitivamente.

1.Boys Like Us In Prison. [Frerard]Where stories live. Discover now