Lo que debí decirte

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¿Recuerdas que nos hicimos amigos?

Desde ese día, decidiste no alejarte más. Me mostraste tu verdadero yo.

Amabas la fotografía. Tu sueño era vivir lo suficiente para conocer todo el mundo. Siempre ibas a verme en los partidos. ¿Quién lo diría?

Me mostraste tu lado bueno, el que se alegraba con ver un pájaro volar o a un niño caminar. El que amaba ver a la gente pasear o correr. El que prefería quedarse en casa leyendo o viendo televisión en vez de estar en una fiesta.

Pero también me enseñaste tu lado malo, el que sufría con cada sesión de quimioterapia aunque lo negaras. El que odiaba saber que tenía los días contados. El que prefería morir en ese momento en vez de lamentar otro día más.

Y te conocí del todo. Dejaste de ocultarte. Salíamos a caminar o ver las nubes. Incluso te regalé una cámara para que captures los mejores momentos.

Todo con tal de ver tu sonrisa, esa que me cautivó el primer día.

Si entonces hubiese sabido que me estaba enamorando de verdad, que no era simple atracción, créeme cuando te digo, que te habría pedido ser mi novia.