Capitulo 2.

5.1K 192 1
                                    

Cuando decía de almorzar con mis hermanas era claramente una gran mentira. Mis hermanas y yo no somos tan unidas, aunque aún así nos amemos y hayamos sido inseparables en algún momento. No somos de salir a comer las tres juntas y menos un domingo al mediodía, pero si nos llamamos y a veces nos juntamos. Vale aclarar que soy la menor de tres y también la única sin hijos, es por eso que para ellas es mucho más complicado juntarse con la hermanita menor a hablar de cosas sin sentido cuando tienen cada una un niño haciendo lío en casa, en el caso de Hannah, dos niños.

—¿Qué va a querer? —La camarera saca su talonario.

Como siempre voy al mismo bar de la misma calle a la misma hora, todos los domingos, conozco a la mayoría de las meseras y de la gente que suele estar allí. Este es mi escape, es el lugar donde analizo las cosas que me ocurren en la semana y donde siempre busco una solución, aunque sé que nunca la encuentro porque las cosas no mejoran, sino que van de mal en peor. 

—Pollo al horno con papas doradas. 

—¿Para tomar?

—Agua sin gas, por favor.

Asiente levemente mientras anota mi pedido. Me sonríe de nuevo y se retira.

Apoyo mis codos sobre la mesa y mi barbilla sobre el dorso de mis manos entrelazadas. Observo el lugar atestado de gente, esta vez hay hasta unos pocos niños. Por lo general se llena de hombres solteros o mujeres en busca de hombres, pero yo solo vengo aquí porque me quita de la horrible realidad que estoy viviendo.

—¡Isa!

Sacudo la cabeza para salir de mis profundos pensamientos.

—¡Jeff! —Sonrío al ponerme de pie.

Jeff me estrecha entre sus brazos y besa mi mejilla.

—¿Cómo estás niña?

—Bien, ¿tú?

Volviendo a mentirle a mis seres queridos.

—Magníficamente bien. —Vuelve a estrecharme entre sus brazos. Me río—. No te vi el fin de semana pasado.

—No vine, estuve en casa de mamá.

Asiente comprendiendo y me sonríe tiernamente.

Jeff es el hijo mayor del dueño del bar y si, lo conozco desde hace ya mucho tiempo. Un año quizá, es un buen amigo y consejero, pero tampoco sabe sobre la pesadilla que he de vivir en casa. 

—¿Estás sola como siempre? 

Me encojo de hombros dándole a entender que si, sola como siempre.

—¿Quieres venir conmigo y mis amigos? 

¿Hombres? No, gracias.

—Estoy bien aquí, gracias igual, Jeff.

—Siempre estás sola, siempre comes lo mismo, tomas lo mismo. Es bueno el cambio.

Un cambio de marido, por favor.

—En serio, estoy bien aquí.

—Si tú dices. —Rueda los ojos—. Entonces voy a volver con los chicos, te veo luego. Si cambias de opinión, seguimos allí. 

—Señala una mesa llena de hombres de su misma edad, aproximadamente cinco o seis amigos suyos.

—Gracias.

Me abraza para despedirse y luego se retira con una sonrisa. 

Me siento en mi silla y suspiro. Mi vista lentamente se desvía hacia donde se encuentra Jeff con sus amigos. Ni por lo que más quiera podría ser tan valiente como para estar entre seis hombres que tan solo de verlos me recuerden a que en este momento la mayoría de los hombres son una amenaza para mí.

Save Me. {j.b}Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora