Capitulo 7.

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La mañana se me va entre letras y letras, bolígrafo y corrección. Mi taza de café ha sido rellenada unas siete veces por Faith, mi secretaria, y otras cinco por mí. Los párpados me pesan e intento no pensar en la excusa que voy a tener que darle a mi hermana de porqué le metí acerca de almorzar con Justin todos los domingos. Mis manos sudan nerviosas cuando se hace la hora del almuerzo, la salida, y no he acabado con tanto trabajo.

-¿Tienes el archivo cinco? -Pregunta Faith entrando en la oficina.

Con en teléfono en mano, revuelvo las carpetas apiladas hasta encontrar el cinco y se lo tiendo. Me sonríe y se retira cerrando la puerta tras sus pasos.

-Le agradezco mucho, vamos a estar llamándolo en un par de días. -Hago una pausa para escuchar al hombre detrás de la línea-. Está bien. Que Dios lo bendiga.

Corto la llamada golpeando el tubo contra la plataforma y volteo mi muñeca para ver la hora. Me pongo de pie dejando absolutamente todo como está y descuelgo mi bolso junto con el abrigo de piel del perchero. Salgo de la oficina cerrando la puerta con llave detrás de mí y me coloco el abrigo mientras camino por el pasillo. Asomo la cabeza en la oficina de Lina y agito mi mano para saludarla, ella me grita adiós mientras busca las llaves de su coche en el bolso. Llamo al elevador, llega en menos de lo que puedo imaginar y deja a tres mujeres bien arregladas, las saludo con un asentimiento de cabeza y me apresuro a entrar. Busco el móvil dentro de mi bolso y le mando un texto a Hannah avisando que estaré por el bar en menos de veinte minutos si no hay tráfico. Saludo Mery de recepción y bajo los siete escalones antes de llegar a la acera justo donde está aparcado mi coche. Saco las llaves del bolsillo de mi abrigo y entro en el asiento del piloto, engancho la llave y lo pongo en marcha encendiendo con el la calefacción central.

El bar se encuentra atestado de gente empresarial con sus computadoras sobre las mesas y las tazas de café humeantes. Busco a mis hermanas con la vista y cuando las encuentro sentadas al fondo, sonrío tranquila. Me encamino hacia ellas.

-¿A dónde crees que vas? -Una mano se posa en mi hombro.

-¡Jeff!

Me sonríe de lado.

-¿Qué te trae por aquí? Tú vienes los domingos.

Señalo a mis dos hermanas al fondo del local.

-Vine con mis hermanas, no sola.

Busca a mis hermanas por encima de toda la gente y luego se encuentra con mis ojos.

-Me alegro mucho de que tengas compañía ya, siempre tan sola y triste tú.

-¡Jeff, necesito que me ayudes con la mesa ocho! -Grita una mujer desde la cocina.

-Ya ves, tengo que irme. -Da un fugaz beso en mi mejilla-. Salúdame cuando te vayas.

Asiento rápidamente y doy media vuelta para dirigirme a Hannah y Diana que se encuentran enfrascadas en una importante conversación sobre pañales y biberones. Enmudecen al verme y la primera en reaccionar el Diana que se pone de pie para estrecharme entre sus delgados brazos abrigados con un sweater verde. Hannah me sonríe tiernamente cuando ocupo un lugar a su lado y luego besa mi mejilla un poco menos expresiva que Diana.

-Ayer vi a Justin -comenta.

Si y mi mentira se desvaneció en ese encuentro.

-Me dijo. -Sonrío con los labios apretados-. ¿Ya vieron el menú?

Hannah toma una de las cartas y abre para contemplar la fila de comidas de las que podemos disfrutar en un día de invierno como hoy. Escondo mi rostro detrás del menú procurando no pensar en Justin, es lo que menos quiero hacer hoy, necesito alejarme de la conversación de anoche, de la habitación de Max, de haber dormido sola porque a él se le ocurrió dormir en la habitación de huéspedes.

-Ya sé que voy a querer -dice Diana-. Oye, ______, Hannah y yo habíamos estado pensando en Max, en ti y en Justin...

¿Es en serio?

Bajo el menú para ver a Diana mientras habla. Se queda callada lentamente, las palabras desvaneciéndose en el aire, alza el menú y cubre su rostro. Hago exactamente lo mismo. Hannah carraspea nerviosa.

-¿Sigue doliéndote ese tema?

-Si.

-¿Nunca podremos hablar de ello, entonces? No te has descargado por completo sobre ese tema.

-Pagué una psicóloga para ello, Hannah -digo en tono frío-. ¿Puedo llamar a la camarera?

Hannah hace un gesto con la mano que dice "adelante, hazlo" y el tema queda zanjado allí por un momento. Diana no se atreve a seguir hablando de lo anterior.

Pedimos nuestra comida y la esperamos en completo silencio, incómodo por supuesto. Mi móvil vibra dentro del bolso al momento que Tamara deja los platos frente a nosotras.

-Es raro verte por aquí un lunes -dice sonriendo.

-Ya sabes, a veces hay que variar.

Destapa mi botella de soda y luego de sonreírme se retira de la mesa. Tomo el móvil y leo un texto de Justin.

"¿Esta vez si almuerzas con tus hermanas? ¿O mientes?"

Tecleo en respuesta.

"No te miento, Justin."

Dejo el móvil dentro del bolso nuevamente e ignoro cuando vibra avisando que tengo un nuevo mensaje. Diana comienza con su comida, Hannah se dedica a soplar la suya y yo solo desparramo la pasta por todo el plato sin muchas ganas de comer o picar algo.

-¿Estás bien, ______? -Pregunta Diana.

De las tres, Diana siempre ha sido la más atenta, siempre pensando en los demás antes que en ella, a diferencia de Hannah que siempre piensa en cómo ser mejor que los demás y ella está por encima de todos. Yo, por mi lado, siempre fui la nena de mamá, la hija menor y tímida.

-Claro.

-______, no sabíamos que seguía afectándote lo de Max -dice Hannah a modo de disculpa.

-Está bien, no pasa nada.

Diana comienza a contar las aventuras de su niña que ya ha empezado su año escolar y es un solo desastre en clases. Hannah también habla de sus hijos y yo aquí siento que sobro, no solo por la idea de que no puedo tener hijos porque Justin es un jodido cabrón conmigo, sino porque he perdido al único bebé que he sido capaz de concebir.

-¿Puedo decirte algo sin que te enojes, nena? -Pregunta Hannah con fingida dulzura.

Asiento mordiendo el interior de mi mejilla.

-Con Diana habíamos estado pensando que quizá para superar lo de Max, Justin y tú, necesitan tener un niño.

Claro, sobre todo porque Justin adora pasar tiempo conmigo. Mi esposo me odia y ellas dos pretenden que le pida un hijo. ¡Están completamente locas!

-No.

-_______ -alarga Diana aburrida.

-No, no y no. ¿Creen que vamos a reemplazar a Max?

-No sería reemplazar, ______, sería seguir viviendo. No todo está perdido.

¿Tú crees? Pues, Justin me odia. Justin me culpa de haber perdido a Max. Justin me golpea. Justin no tiene idea de lo que siento cada vez que lo veo alzar una mano. Justin es mi peor enemigo. Le tengo miedo a mi esposo y necesito una salvación.

-No tienes idea, Hannah.

-_______, sé que duele, duele muchísimo y no podría imaginar que me ocurriera aquello, pero tienes que seguir viviendo.

-Hannah... -murmuro.

Quizá debería confiar en ellas y decirles la verdad de absolutamente todo. Pero por otro lado, lo primero que ellas harían sería correr a denunciarlo y lo que menos quiero, después de la noche anterior, es hacer algo que pueda lastimar o dañar a Justin de un modo tan extremo como el de perder a Max.

-Justin me culpa por la muerte del niño.

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Besos .

Save Me. {j.b}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora