Repentinos golpes detrás mío que provienen de alguien del lado de afuera, me despiertan luego de que me dormí sollozando. Sin preocuparme por preguntar quién es o abrir la puerta, voy al piso de arriba, para así sacarme todo lo que tengo puesto. Quedo en ropa interior y me coloco una remera de Calum que dejó aquí, ya que con estas me sentía segura a pesar de que él no esté.
Oigo la puerta principal que se abre, en un instante percibo que es Calum. No solo porque es el único que tiene una copia de la llave si no que, también, puedo sentir el cambio de ambiente que siempre sucede cuando se hace presente en un mismo espacio que yo.
Cierro la puerta de mi cuarto, aunque es inútil, ya que no tiene traba y me encierro en el baño.
Lo último con lo que quiero lidiar es con Calum.
