Cuarenta y seis.

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Despertó. Sintió un fuerte dolor en sus músculos, una fuerte migraña lo detuvo. Miro a su alrededor recogiendo algunas pistas un poco bastante evidenciales.

La tela de las cortinas estaban desgarradas, la cama no tenía absolutamente una sola sabana, incluso, la sabana que cubría el colchón estaba casi en la entrada del baño, alguna que otra lámpara que decoraban las mesitas de noche estaban en el suelo y para no dar más detalles, sentía su espalda arder, quemarle cada vez se hacía un movimiento ágil.

Mordió su labio.

Mando una mano en dirección a su cara, refregando sus ojos, miro a su costado donde se encontraba un lindo y pequeño bultico envuelto entre una sabana blanca, recostó su peso sobre su codo y se acercó cuidadosamente a su nene.

Su mano tocó con fragilidad su preciosa piel y su dedo pulgar acaricio suavemente el párpado de sus ojitos que descansaban cerraditos, acaricio su cien descendiendo hacia sus labiecitos, que anhelaba tanto besarlos pero se aguantaría las ganas para no despertarlo.

Habían follado dos veces la misma noche anterior y aún al verlo, sentía como su boca se llenaba de agua, sus pupilas se dilataban, sus hormonas corrían a todo pulmón y la sangre comenzaba a bombear en la punta de su polla. Pero no haría absolutamente nada por ahora, no con el estado tan grave en el que había dejado a su nenito, seguramente con un inmenso dolor en el culo.

Solo quería seguir llenándolo de su deliciosa semilla caliente hasta reventar el más mínimo músculo de su cuerpo con amor.

Agarro un pequeño papelito color azul pastel que se encontraba muy profundo en uno de los cajones de la mesita de noche, y dejo en ella un linda notita.

Si despiertas, recuerda que te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amoooo mucho mi príncipe, y no demorare en llegar y robarte el aliento con un besito lleno de amor.
X, Zayn.

Quizá muy pronto despertaría, aunque estaba muy seguro que no despertaría durante el tiempo en el que el estuviese por fuera trayendo el desayuno, pero por si las moscas, prefirió dejarle una nota explicándole donde se encontraba, que estaba haciendo y que lo amaba demasiado, demasiado, para tranquilizarlo.

Rebuscó una camisa entre la pila de ropa que habían tirado al suelo la noche anterior, al encontrar una, deslizó de esta con facilidad sobre su tronco y soltó un desgarrador gemido que por suerte no había despertado al bebé. Rápidamente lanzo muy lejos aquella camisa que le había lastimado la espalda, recordó que aún tenía las heridas abiertas debido a las uñas del rubiecito.

Así que agarro unos pantalones anchos, bastante cómodos y frescos y abandonó el lugar antes de que su bebito pudiese despertar y le rugera la pancita del hambre, y no, no, no y no, absolutamente no quería eso.

En un pasó algo bastante apurado, llego con él delicioso buffet en sus manos, se adentró a la habitación y corrió la ventana del balcón que tenía una magnífica vista al mar.

Eran algo así tipo cuatro de la mañana, estaba amaneciendo aún y ese era su objetivo, apreciar el precioso amanecer de Hawaii al lado de su bebito.

Deposito el buffet en una mesita cuadrada de vidrio frente a los sofás, una vez, decoro la comida con una hermosa flor al lado y miro a sus espaldas, anhelando ver a su nenito parado justo en la puerta del balcón, con su cabello alborotadito, sus ojitos un poco rojitos y adormilados, sus mejillitas rojitas con una expresión de confusión y necesidad, su cuerpecito al descubierto, reclamándole porque no se encontraba en la cama, justo a su lado, consintiéndolo y brindándole calor con su cuerpo mientras dormía arrullado como un mínimo entre sus brazos, con muchas ganas y ansias de sentir al lado a su morocho, pero así no sucedió, vio algo incluso más hermoso, a su bebito acurrucado como una bolita enredado entre una sabana, podía no serlo para muchas personas pero para el, era la cosa más especial para su vida, una ternurita completa.

A él le gusta que le partan el CULO | ZiallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora