Nine.

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-Siete meses antes-

El mes de julio comenzaba, y Marc y yo estábamos en Holanda, ya que el gran premio de esa semana se disputaría ahí. Yo tenía seis semanas de embarazo, me había enterado la semana anterior, tan sólo cinco días antes de aquel viaje. Todos y cada uno de nuestros seres queridos estaban encantados con la noticia, pero Marc y yo... Estábamos en una nube. Está claro que las cosas no estaban saliendo cómo las habíamos planeado, ¿pero quiénes éramos nosotros para decirle al destino que no queríamos un regalo tan grande como un hijo? Decidimos salir adelante desde el primer momento y sin dudarlo un sólo segundo.
Habíamos llegado a Amsterdan el jueves por la mañana, y aunque había asistido a los entrenamientos de ese mismo día, del viernes y del sábado, el domingo no me encontraba demasiado bien, las náuseas típicas del embarazo se apoderaron de mí y, con todo el dolor de mi corazón, me tocó quedarme en el hotel. Marc me prometió que no tardaría en volver y que ganaría esa carrera por nosotros, y después abandonó la habitación. Aún era temprano, así que intenté seguir durmiendo, ya que no había pasado mi mejor noche por el malestar.

Eran las nueve y media cuando tocaron la puerta de la habitación. Pensé que era el servicio de habitaciones para limpiar, así que me levanté y me hice una coleta antes de abrir. Y lejos de ver al personal del hotel, vi a la persona que me había atacado de todas las maneras posibles. Me había drogado, me había secuestrado, había intentado boicotear mi relación con Marc enseñándole pruebas de una infidelidad inexistente... Por todo esto, no pude decir nada cuando vi tan cerca a Claudia. Analizando fríamente la situación, podía hacer cualquier cosa conmigo, estaba sola, enferma y embarazada, y ella era capaz de todo, me lo había demostrado en más de una ocasión... Me sonrió de manera sínica y entró en la habitación sin esperar invitación.

- Visto que no piensas hablar, lo haré yo. Estoy cansada de ti, Nevaeh, te intenté advertir de que te quería lejos de Marc y tú no hiciste caso. Estás viviendo una vida que tendría que estar viviendo yo, y eso no está bien. Dejaré que pases estos meses de embarazo tranquila, como debe ser, pero cuando pasen siete meses y des a luz, te aseguro que me enteraré y ahí estaré yo para truncar tu felicidad, y te prometo que esta vez nada me lo impedirá. Ni siquiera tú, porque, si cuentas algo de esto a alguien, también me enteraré, y entonces, y sintiéndolo mucho, tendré que hacer que ese pequeño que llevas en el vientre no vea la luz nunca.

Volvió a sonreirme y abandonó la habitación de hotel, dejándome peor cuerpo aún, y eso que, cuando me levanté aquella mañana, pensé que aquello sería imposible... Aquel domingo me pasé la mañana llorando, abrazando mi tripa y haciendo un millón de teorías de las cosas horribles que Claudia podía hacerle a mi bebé. Marc llegó nada más terminar la carrera como había prometido, y me tocó disimular y hacer como si nada hubiese ocurrido...

Y así los siguientes meses. Todo había sido fingir. Estaba paranoica, pero, ¿acaso era raro estarlo? Me habían amenazado en mi segundo mes de embarazo, y por eso no quería babyshower que sólo sería carnaza para la prensa y que le habría dado más datos aún a Claudia, ni muchísimo menos la epidural, que sólo me haría aún más vulnerable y le pondría las cosas más fáciles aún a la ex novia de Marc.

La miré a los ojos, en ellos sólo veía vacío, aunque jamás pude ver algún sentimiento a parte del odio a través de ellos. Me sonrió y se acercó a mí. Y aunque estaba muerta de miedo, mi rostro permaneció intacto, como si no me importase su presencia en la habitación. Realmente no sabía qué hacer, si eso me ayudaría o jugaría en mi contra, sólo quería hacer tiempo hasta que alguien entrase por esa puerta y tanto yo como Marc junior volviésemos a estar a salvo.

- Ya ves que yo siempre cumplo mis promesas. Espero que el parto vaya bien, estoy deseando conocer y tener en mis brazos a tu pequeño... Aunque no lo será por mucho tiempo.

Hizo pucheros, mirándome a los ojos, esperando cualquier reacción por mi parte, pero simplemente me encogí de hombros y acaricié mi barriga.

- Seguro que no tuviste una buena infancia. Tus padres siempre andarían trabajando y probablemente te criaste con otra persona, quién sabe, tu abuela, o una pobre niñera a la que le pagaban por horas para que te soportase. Por eso haces todo esto. Porque no sabes lo que es capaz de hacer una madre por su hijo. Te aseguro que, antes de hacerle algo a mi hijo, tendrás que matarme a mí primero, porque sino te impediré cualquier movimiento que intentes realizar con él.

Me miró mal en un principio y negó con la cabeza, acercándose aún más a mí hasta llegar a mi oído para susurrar en él.

- Si crees que deshacerme de ti es un problema, se ve que no me conoces demasiado.

Me sonrió y abandonó la habitación, dejándome completamente sola. Estaba más asustada que nunca y tenía muchísimas ganas de llorar, de gritar, de desahogarme, pero todos estos sentimientos desaparecieron de golpe y fueron sustituidos por el dolor más intenso que había sentido nunca, una contracción. Respiré hondo y recé porque alguien apareciese por fin en aquella habitación. A ser posible, alguien que no fuese a amenazarme con secuestrar a mi hijo cuando este naciese. Y entonces, y como si de un milagro se tratase, Marc entró junto al doctor por la puerta. Me olvidé de todos los motivos que tenía para estar enfadada con él. Nuestro hijo quería llegar al mundo, y había gente dispuesta a hacerle daño.

- Petita, lo siento, estaba...

- Da igual... Acabo de sentir la primera contracción... Quiero la epidural, pero con una condición...

- Lo que quieras amor, habla.

- Que no te separes de mí, es en serio, desde este momento hasta que salgamos del hospital con el niño. Quiero que seas mi sombra, Marc.

Me miró sin entender, probablemente quería una explicación al motivo por el que, de repente, quería que se convirtiese en mi guardaespaldas, pero por suerte o por desgracia, el doctor se acercó a meter prisa antes de que pudiese decir nada.

- La epidural no puede esperar mucho más...

- Está bien amor, te prometo que no me separaré de ti en ningún momento, ahora vamos a por Marc Junior, llevo meses deseando verle y tenerlo en mis brazos.

Sonreí, sintiendo cómo me acariciaba la mejilla mientras la enfermera preparaba la epidular, y yo sólo pude empezar a rezar para que todo saliese bien.

Conociendo a mi ídolo [SEGUNDA TEMPORADA] |EDITANDO|Where stories live. Discover now