Capítulo 26

1.4K 89 1
                                    

Rodrigo

Luego de una hora seguida golpeando al Tommy Rogelio y yo decidimos descansar. O mejor dicho yo decidí descansar por que él ya se había ido no sé a dónde.

-¿Lo estás disfrutando cachorro? - preguntó El Flaco, sentándose a mi lado y fumando un cigarrillo.

-Sí, pero la neta es que ya me cansé - me puse los brazos detrás del cuello y subí mis piernas en una mesa que estaba frente a mí - ¿No sabes a dónde se fue Rogelio?

-No -negó-. Sólo sé que recibió una llamada y dijo que ya volvía - expulsó el humo del cigarrillo.

-Que mamón, se va perder la muerte de éste infeliz.

-No creo que tarde - eleve ambas cejas.

-Eso espero - unos veinte minutos después Rogelio volvió acompañado de un tipo.

-Rodrigo - me llamó y me puse de pie-. Mira él es El Vato, mi informante - el hombre me saludo con un asentimiento de cabeza y yo hice lo mismo.

-¿Y qué lo trae por acá? - pregunté.

-Vino a traerme información sobre este güey - señaló al Tommy-. Dile lo que sabes vato.

-El tipo se llama Tomás Rubio y es hijo de Isidro Rubio, ¿te acuerdas de él? - me preguntó -. Supongo que sí, porque tú lo mataste o al menos eso es lo que se dice.

-Claro, el fue quien me había contratado para matar a Julián y como no acepté envió a otro - volví a ver al Tommy.

Caminé hasta donde estaba y le di un golpe en la nariz, el perro solo se quejó de dolor.

-Tú padre mando a matar a uno de mis mejores amigos.

-¿Quién era? - preguntó aun dolorido.

-Julián... - su carcajada me interrumpió.

-Sí. Él lo mando a matar... - escupió sangre-, porque yo se lo pedí - en ese momento sentí como me hervía la sangre.

-Ahora tú vas a morir igual que tu padre - me vio confundido-. Yo maté a tu padre, imbécil - sonreí.

El muy perro estaba a punto de hablar, pero el sonido de mi celular lo interrumpió. Era un mensaje de Ximena, con una dirección y una hora para vernos. Sonreí al terminar de leerlo.

-Es Ximena, ¿verdad? - dijo con una sonrisa macabra-. Solo esa perra, podría ponerte esa sonrisa de estúpido - otro imbécil que se mete con mi mujer, no lo pensé mucho y le di un golpe en la mandíbula.

-De mi mujer, nadie habla así - se río con la poca fuerza que le quedaba.

-Que fácil vas a caer.

-¿De qué hablas? - sus palabras me confundieron.

-Ximena es una maldita manipuladora, que es capaz de hacer todo con tal de conseguir lo que quiere. ¿Y sabes qué quiere? - no respondí -. A ti, muerto.

-Eso es mentira, no te creo absolutamente nada - negué.

-Cuando estés muerto o en el peor de los casos en prisión, te acordarás de mi.

-No quiero seguir escuchando tus pendejadas, así que hay te ves - le puse el arma en la cabeza y disparé.

Estoy seguro que todo lo que dijo, lo dijo sólo por joderme la vida, pero no pienso caer en sus jueguitos estúpidos. Al salir de la bodega busqué a Rogelio y no lo encontré por ningún lado.

-¡Flaco! - grité para que me pudiera oír ya que estaba largo.

-¿Qué paso? - preguntó caminando hacia mí.

-¿Dónde está Rogelio?

-Salio con el tipo que vino - asentí.

-Encargate de que limpien ahí, yo ya me voy.

-Está bien - fue lo último que escuché.

Me subí a mi camioneta y conduje hasta la casa para darme un baño, tenía poco tiempo para llegar y demasiado camino por recorrer, ya que la bodega estaba lejos. Conduje a toda velocidad para poder llegar a tiempo. Gracias a ésta llegué en una hora.
Lo primero que hice fue ir al despacho de mi tío, para informarle lo que había pasado.

-¿Entonces el Tommy era hijo de Isidro? - preguntó luego de que le contara todo.

-Exacto y el muy perro fue quien le pidió que matará a Julián - me tomé el shot de tequila que tenía en la mano.

-Al menos ya está muerto y no nos estorbara más.

-Correcto - vi la hora en mi reloj. Se me estaba haciendo tarde-. Tio me voy - me puse de pie.

-¿A dónde vas?

-A dar una vuelta, para quitarme el estrés - le guiñe un ojo.

-Está bien cuídate.

-Siempre - me acerqué y lo abracé.

-Te quiero, cachorro - me sonrió.

-Yo igual, tío - terminamos el abrazo y me fui a la habitación.

Cuando entré me encontré con uno de mis trajes tendidos en la cama y de inmediato supuse que debía usarlo. Me di un baño rápido y me puse el traje. En esto tarde unos cuarenta minutos.

Fui al garaje en dónde saque un Camaro negro, uno de mis consentidos. Guiándome por el mensaje que me envió Ximena, conduje hacia el lugar en dónde me había citado. En menos de una hora llegue al lugar, era una pequeña cabaña, muy bonita y podría decir acogedora. Desde la entrada me encontré con un camino de pétalos de rosas.

¿En serio creen que con estos detalles desconfiaría de Ximena? Estoy seguro que me ama, ella misma lo dijo y yo le creo. Me ama tanto como yo a ella.

El Sicario. Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt