¿Sabes que tienes un culo perfecto?

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Ignoro el frío que domina mi cuerpo, el temblor de mis extremidades, las toneladas que me pesa el chándal a causa del agua embarrada, y sigo el camino marcado en el mapa.

Paso junto a Damián, ignorándolo, y camino hasta el enorme e imponente falso Dolmen que tantos recuerdos de la infancia me trae. A medida que me acerco, no puedo evitar la invasión de recuerdos que sufre mi mente. Recuerdos buenos, muchos, y un único y nefasto recuerdo malo. Ha pasado ya un mes desde la última vez que estuve aquí, pero aún lo tengo grabado como si hubiera sido ayer.

                                                                                                *    *    *     *

"Es una tarde bastante soleada y cálida, nada habitual para una tarde a mediados de otoño. Dafne, Kenia y yo, al igual que tantas otras veces, nos adentramos al bosque sabiendo que siempre y cuando andemos dentro del perímetro de seguridad impuesto por la directora Lawrence, y con mucho cuidado de no sobrepasar los límites, podremos estar aquí sin problema.

Me recuesto sobre el grueso tronco del viejo sauce que nace a escasos pasos del Dolmen, y escucho a Dafne y Kenia hablando sobre los pros y contras de sus ligues del pasado. Paso una vergüenza horrible cuando ambas me insisten en que ya es hora de que avance con Christian, y que no soy consciente de lo que me estoy perdiendo. Se ríen a carcajadas en cuanto les confieso que Christian me parece mono, pero que no despierta en mi nada que pueda terminar en sexo.

El sexo no solo es divertido, también es la mejor forma de conocer a alguien... profundamente.— dice Kenia entre risas.

Puede ser que sí, no lo sé, la verdad. Lo único que sé es que yo necesito sentir algo más que una leve atracción hacia alguien, y que debería de conocer mejor a esa persona antes de exponerme de esa manera.

—Primero conocer y después lo que surja. Esa es mi chica.— Dafne siempre me apoya. Saca la cámara digital que le acaban de regalar, y captura mi cara sonriente. Lleva toda la tarde con la dichosa cámara, plasmando cada momento.

—Es cosa mía, ¿o me acaba de caer una gota de agua?— Kenia mira al cielo con reproche.

Y de repente, como si el cielo quisiera responder a su gesto desafiante, se torna negro y empieza a llover de forma salvaje.

Las gotas caen sobre nosotras antes de que podamos reaccionar, y un viento violento y agresivo nos azota desde todos los ángulos posibles.

Corremos hasta el falso Dolmen para resguardarnos de la tormenta. Una tormenta, que más bien parece un diluvio.

Dafne llega la primera, y Kenia no tarda en llegar a su lado. Pero yo, por el contrario, soy tan torpe que tropiezo con una de las raíces sobresalientes del sauce, y caigo al suelo. Golpeándome la cabeza con una piedra perfectamente camuflada por las hojas recién caídas.

No veo bien, se me nubla la vista y me siento desvanecer. Creo que Dafne y Kenia vienen corriendo hacia a mi, y lo último que atino a ver es mi propia sangre esparciéndose sobre la tierra mojada, mezclándose con el agua y filtrándose en sus raíces.

*     *     *    * 

Después de aquel día, cuando a los dos días regresé del hospital con una pequeña cicatriz en el cráneo (ahora ya inexistente) y después de que Christian consiguiese un permiso para ir al hospital a verme y confesarme su infidelidad, la nueva y despiadada Kenia me recibió con una pelea y varios insultos en el comedor. A partir de ahí, todo fue de mal en peor con ella.

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