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Nuevamente estaba con él, dejando que lo besase. Que sus manos entrasen en contacto con su piel cada vez que quisiera; a la vez permitiéndole a su cuerpo que entrase en calor y que su corazón se agitase sin tener oportunidad de calmarse. Kanade se lo había dicho hacía tiempo, que lo que quería de la misma forma en la que él mismo lo hacía, pero la diferencia estaba en que el rubio ahora lo quería muchísimo más que en aquel momento y en que lo más posible es que él no se lo dijera. Al menos no justo ahí, mientras siendo consciente de eso le daba muchas más esperanzas al pelirrojo y éste a su vez lograba sumirlo cada vez más en un sentimiento que era  cada vez más fuerte. Y todo pensando que Junya no lo correspondía.

Sin embargo no era su culpa el hecho de que haya pasado un mes desde que el de ojos de color ámbar le dijo que le gustaba, después de todo él no podía simplemente decirle lo que sentía como si se estuviera muriendo por hacerlo, como le pasaba ahora. La relación que tenían era como la de cualquier otra de amigos sexuales, pero sin tener sexo todavía y sabiendo que en efecto, ambos sentían algo que se parecía. Uno que enamorado intentaba pasar todo el tiempo que le fuera posible con el otro y éste que con la idea fija de que le quedaba poco tiempo antes de expresarle sus sentimientos hacía lo posible para no llegar al límite antes de tiempo.

Junya consciente de que llegarían tarde si seguían de esta manera separó a Kanade, quien entendió que debía tomar distancia, pero seguía con sus manos en la espalda baja del de pelo más claro manteniendo una expresión lasciva en su rostro mientras continuaba observándolo. Su compañero hubiera querido quedarse un rato más, en lugar de tener que salir apenas se arreglase la ropa que el pelirrojo le había dejado prácticamente revuelta... ¡Oh!; que si no fuera por sus responsabilidades y los horarios en los que se veían hubieran podido llegar tan lejos desde hacía tiempo, en cambio hasta entonces sólo pasaban tiempo juntos.

—Me gustas—más que decir, repitió el más alto de los dos. El color que cubría parte de sus mejillas enterneció al rubio, que todavía más rojo que él bajaba la vista mientras asentía para que supiera que había escuchado—más.

Casi se derrite. Por no decir que lo había hecho mientras hervía siendo aún estando entre los brazos y el cuerpo de quien le gustaba, no pensaba. Tampoco se dio cuenta que él estaba ya  a unos pasos de donde se encontraba de pie antes hasta que lo observó por segundos, fijándose en que se arreglaba para salir de allí. Podría ser porque nunca esperaba una respuesta de parte del de ojos violetas cuando decía que le gustaba y sabiendo que llegarían tarde si se le quedaba viendo unos minutos más se adelantó. Para su buena o mala suerte, allí se encontraba el rubio todavía con la mente fuera de la atmósfera, la mirada en algún lugar bajo y el rostro caliente... Y con algo qué decir, también.

—A mí ¡también!—habló, tomando consciencia de sus propias palabras y dándose cuenta de que estaba loco. Imposible... ¡No tenía que abrir la boca en ese momento! Se preguntó a sí mismo el porqué de no hablar cosas así antes o después y luego volvió a su vergonzoso diálogo de una manera más clara—...me gustas—terminó, mirando de forma decidida a quien tenía ahora a unos pasos frente a él.

         



Había pasado tiempo. Unos diez días desde la última vez en la que le respondió alguna cosa que le haya dicho, otros diecisiete desde la última en la que recordaba que le había dicho que lo quería y por último, los mismos diecisiete desde que lo había besado por última y primera vez en su adolescencia.

Chizuru necesitaba tiempo y él necesitaba pasar tiempo con Chizuru, no estaba en sus planes encerrarlo en su propia habitación para toda la vida, pero cada vez que lo veía de cerca el pensamiento de querer acercarse aparecía en su mente otra vez. Y pese a que estuviera cansado de no recibir atención por la otra parte no debía llevarle la contra, después de todo... Lo quería lejos, y encima se lo había pedido directamente mientras él intentaba arreglar las cosas. Seguía sin molestarle, pensando que podría dejar al menos por un rato que el de pelo blanco hiciera casi todo lo que quisiera con él con tal de estar en su compañía.

My Dear Dream. •°•Dream Festival!•°•Où les histoires vivent. Découvrez maintenant