11

161 15 0
                                    

Sus ojos se hicieron más grandes y brillantes. Y su boca estaba más abierta, era evidente que sonreía. Como siempre con emoción saltó de un escalón al otro, esta vez quedando a un lado del más alto de todos sus amigos y en el momento después de ese tomó su mano y bajó las escaleras con él siguiéndolo de cerca.

¿Aquello significaba que lo aceptaba... o qué? Parecía obvio, así sin tener miedo sostenía su mano todavía caminando de un lado de la acera. Sin embargo no lograba voltearse a mirar el rostro de Itsuki aunque sabía que permanecía allí. Éste a la vez continuaba caminando, tomando también la mano del de pelo blanco y observándolo, pensaba en lo que habían hecho hacía minutos, ¡Oh! Justo ahora le gustaría volver a ese segundo exacto. Pero no tenía idea de a dónde era que Chizuru lo llevaba, la estación a donde siempre iban ya la habían pasado y el otro no paraba. ¿Caminarían? No era tan lejos... Después de todo.

—¿Cómo estás?—preguntó ahora volteando el rostro en su dirección, sin detener su caminar. El otro sorprendido no tardó en responder.

—Bastante bien, ¿y tú?—había esperado que Chizuru empezase a hablarle con otro tema, sabía que después de que éste respondiera no habrían más palabras. Entonces apenas el de ojos violetas soltó la única palabra que diría Itsuki se apresuró a hacer una segunda pregunta—¿a dónde vamos?

Él, que seguía cambiando la dirección de su vista desde el camino al rostro del castaño abrió la boca y tomó aire para hablar mientras sostenía su mano—A casa.

¿Casa? ¿su casa?

Espera. Espera. ESPERA. ¿Para qué? ¡¿por qué!? ¿Acaso Chizuru tenía ese tipo de planes...? Le aterraba, o sea, ya sabía desde hacía un tiempo sobre los gustos de su mejor amigo, pero el hecho de tener algo qué ver con eso logró ponerle nervioso. Se contradecía, tampoco podía preguntarle "¿Qué vamos a hacer?" ya que habían posibilidades de que la única persona que estuviera pensando en hacer eso era él mismo.  Y no tenía ganas de que su cara se calentase más que en ese minuto. 

Si no estuviese pensando tanto en lo que pasaría una vez se quiten los zapatos podría empezar a contar las veces en las que su corazón latía, sus palpitaciones eran tan fuertes que lo sentía con claridad. Además de que se sentía como un cerdo porque su mano sudaba mientras envolvía la ajena, que era más pequeña. Sin la intención de soltar un nuevo tema de conversación y con la mente viajando por el universo continuó sin detenerse detrás del de pelo más claro, pero lo más emocionante fue cuando se dio cuenta de que habían llegado, y entonces se llenó de curiosidad como si tuviese siete años de nuevo.

Sin soltarle la mano Chizuru abrió la puerta principal y lo dejó pasar. Cuando cerró la puerta el nerviosismo de su amigo se puso en pie y comenzó a correr por todos lados... Bueno, así se sentía literalmente. Al final de la escalera estaba de pie, sintiendo ahora su mano un poco más fría que hacía un segundo, ya que el más bajo se apresuraba a subir los escalones. Sus dudas se convirtieron en una sola «¿Qué pasa...?» , y repitiéndose eso subió escalón por escalón hasta estar justo al lado del de pelo blanco. 

Como algo normal, que en realidad si lo era, el de ojos de color violeta se adelantaba y terminaba por lanzarse a su propia cama, cruzando sus piernas como si fuese a pasar un largo rato hablando sobre su vida, y a su vez el otro, como sólo estaba esa vez, nervioso e impacientado por las palabras de su compañero.

—¡Creí que tendría que ignorarte para siempre!—exclamaba en voz alta mientras llevaba las manos en dirección al techo de manera dramática. Lo conocía, antes del siguiente minuto estaría abrazándole de manera pesada y contándole lo mal que se había sentido. Pero no pasó, «¿Qué pasa, Chizu?»—¡Hnmp!—volteó, ahora con los brazos cruzados, sus labios apretados entre sí y el ceño fruncido. 

¿Que pasaba ahora? ¿en menos de un mes se había convertido en esto? Es extraño. ¿Ese quejido qué? El castaño no dudó en colocar una mano sobre su hombro, esperando así llamar su atención o que al menos no le gritase.

—Lo siento—fue cuando ya con una expresión de cansancio miró el rostro de Itsuki, ni siquiera estaba pensando en quitar su mano de allí—ahora... Esto es raro. No debería estar pensando esto—hizo una pausa de medio segundo y siguió—fue bastante estúpido.

Así se lanzó a él, ignorando que el cuerpo que tendría entre brazos era mucho más pequeño que el suyo y por fin lo abrazó sin esperar antes por una respuesta. Se sentía bien, pero una mini-partícula de decepción apareció al darse cuenta de que lo que en realidad quería su amigo era pasar una de aquellas tardes de siempre, hablando sobre cualquier cosa o durmiendo, y además de su decepción se dio cuenta de qué era justo lo que quería, aunque no era exactamente dormir. Chizuru acarició su cabello hasta la nuca y luego deslizó su mano hasta llegar a la clavícula de Itsuki, lo separó un poco de su cuerpo para mirarlo.

Su cercanía hacía imposible no sonrojarse para el más bajo, que sin saber de ello hasta ese momento se había quedado casi debajo del de ojos de color turquesa. No se contuvo y lo besó de una vez, y otra más, y otra, y tal vez algunas más, una de sus manos recorría de forma tranquila la pequeña espalda de su compañero y la otra lo sostenía, mientas el otro lo mantenía cerca tomándolo de la camisa.

Puede que si, ambos estuvieran pensando en la misma cosa ese día. Pero de igual forma, Itsuki se preguntaba todavía qué había pasado con aquel chico mientras él no podía saber nada.


Soy yo de nuevo, ya terminé.

Espero que se haya podido entender y que es haya gustado, gracias a quienes esperaron la segunda parte de esta actualización y a los que no, también, por leer hasta aquí. En fin~ ¡Adiós!

My Dear Dream. •°•Dream Festival!•°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora