Capítulo 13.

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Esa noche tuve un sueño de lo más extraño, estaba navegando con Stuart, como cuando teníamos 17 años, navegábamos hasta que el sol se ocultaba y comenzaba una tormenta que pronto nos comenzaba a arrastrar y amenazar con volcar el barco.

    —¡Tienes que escoger uno de los dos!— me gritó Stuart, que sujetaba una vela con toda su fuerza para evitar que esta se abriera y nos volcara. No entendí a qué se refería hasta que llegué al timón, donde se podía apreciar la salida de la tormenta, un paraje casi bíblico, con las aguas cristalinas y en calma, y luego estaba continuar en la tormenta.

    Era clara la decisión que iba a tomar, pero la tormenta fue más rápida y comenzó a arrastrarnos hasta su interior salvaje, logrando que el barco finalmente se volcara y Stuart y yo saliéramos volando hasta caer en la profunda agua fría que me caló hasta los huesos.

    El barco se hundió lentamente, y con la presión del agua, yo también lo hice, siendo arrastrado hacia la oscuridad del océano sin voluntad, pero al parecer, sin deseos de escapar.

    Me estaba succionando y a mi me gustaba estar ahí. No lo entendía.

    Tuve un avistamiento de la curva de unos hombros iluminados por alguna luz tenue y palpitante antes de despertar de golpe.

    —¡Julian!— grité inconscientemente, a la par que el vigía de esa noche gritaba: —¡Tierra a la vista!— me incorporé en la cama con la horrible sensación de mareo en mi cabeza, y en cuanto mi cerebro procesó lo ocurrido, salí corriendo a la cubierta.

    Que bueno que siempre dormía con la ropa de marino puesta.

    Los hombres se arremolinaban alrededor de la barandilla del barco, estaba a punto de amanecer, pero aún con la escasa luz, se podía divisar un montón de matorrales que adornaban una playa desierta donde se alzaba un volcán y algunas palmeras.

    —Es una isla— informó el vigía, bajando de su puesto.

    —Quiero veinticinco hombres para una expedición, también iré yo. Traigan cocos, madera, sabia y alguna otra cosa que crean de utilidad— ordené al aire, aunque pronto una cantidad considerable de hombres comenzó a bajar los botes salvavidas para cumplir mi órden.

    —¡Tiren el ancla! ¡Pasaremos la tarde aquí! ¡Todo aquel que no quiera bajar, deberá de traer todos los materiales y arreglar los desperfectos!— volví a gritar, mientras uno de los piratas capturados me extendía mis botas para cubrir mis pies desnudos.

    Al darse esa orden, la cantidad de hombres tirando los botes al agua se duplicó hasta que comencé a dudar de que de verdad solo fueran 25.

    Una vez que estuve completamente listo y el sol comenzó a pintarse de un tono anaranjado y el agua se vio invadida de botes, comenzamos a descender. Fui en el primer bote, junto con Stuart. El maestre Swan ya se encargaría de los hombres que quedaron en el barco.

    —¡No se alejen! ¡Si alguien tiene problemas grite!— Stuart fue el primero en bajar a la isla, con la espada desenvainada como si estuviera a punto de luchar con alguien.

    —Guarda eso, estás a millas de la civilización— le dije a Stuart, que soltó un gruñido y obedeció mi orden. Comencé a caminar por la arena de la isla.

    —La corriente está tibia— me dijo Stuart, mientras los hombres iban llegando en los botes salvavidas, ansiosos por ver algo más que madera y agua. —Aún no estamos suficientemente al norte— le dije, recordando el mapa que había visto la noche anterior y el dedo de Paul moviéndose lentamente sobre la superficie del papel.

    —¡Llamando al capitán Lennon! ¿Sigue ahí?— Stuart me dio unos golpecitos en la cabeza y pasó su mano enfrente de mis ojos, que me encargué de apartar con un golpe —Estaba pensando, idiota— contesté —¡Deja de andar en las nubes, John! ¡Vamos a explorar!— Stuart me dio un golpe en el brazo y ambos comenzamos a internarnos en la vegetación de la playa.

    No había nada muy interesante o de gran utilidad, y más pronto que tarde notamos que en la isla, el sol llegaba con toda su intensidad, por lo que todos comenzamos a sudar intensamente. Los hombres iban y venían consiguiendo lo que les había pedido con una lentitud terrible a causa del agotamiento.

    Incluso Stuart y yo que no estábamos haciendo nada sentíamos el cansancio.

    Encontré una buena palmera con unos cocos ligeramente pequeños pero maduros, y a falta de personas a mi alrededor yo mismo tuve que subir. Le dejé a Stuart mi espada y subí un pequeño trecho que me separaba de los cocos.

    —¿No sería mejor esperar a que algún hombre lo baje con una soga?— preguntó Stuart desde abajo —¡Estoy divirtiéndome un poco, Stuart!— resbalé un poco de la palmera, sujetándome fuertemente a esta con mis pies —Para empezar ¿Por qué quieres más cocos?— preguntó Stuart justo en el momento en el que tomé un coco y lo jalé con todas mis fuerzas.

    —Los quiero para Paul, creo que le van a gustar— dije, arrojándole un coco a Stuart —¿Para Paul? ¿Desde cuando te llevas tan bien con el pirata?— le arrojé otros dos cocos a Stuart y descendí arrojándome al piso —Desde siempre, Stuart— contesté sonriente, tomando los tres pequeños cocos en mis manos.

    —¿Ah, sí? ¿Y eso por qué?— me encogí de hombros y comencé a caminar de vuelta a la playa —Hay que tener al enemigo cerca, amigo mío— repuse, haciendo reír a Stuart —Pues tú lo tienes muy cerca— se burló.

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Hoy es el cumpleaños 54 de Jules, kemosion ❤ por eso hubo capítulo hoy 😂 y como mañana es el cumpleaños de Mary, también voy a subir cap. (Yeii(?)

Captive [McLennon]Where stories live. Discover now