Capítulo 32.

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Hayley

- ¡Abre la puerta, imbécil! - Grite enfadada mientras tocaba la puerta fuertemente.

Estaba muy enojada. Muy enojada.

Con Aaron, quería matarlo, quemarlo, cortarlo con cucharas y darles su carne a las ratas, después cocinar los restos y venderlos en tacos. O primero torturarlo, cortarlo en pedazitos, tomar sus órganos y venderlos al mercado negro. Ganaría mucho dinero.

Pero no, tampoco iba a llegar al extremo.

Después de dos horas con Emily en el hospital, le pedí a Chad que me dijera que había pasado, porque no sabia absolutamente nada. Cuando me dijo que Aaron había sido, en parte, responsable de todo, mi enojo fue mucho que cuando menos lo pensé, ya estaba frente a la puerta del departamento de Aaron, golpeando la puerta queriendo tirarla para matar a Aaron.

Sentía mi cara roja, apreté fuertemente mis nudillos para calmar el enojo.

Estaba a punto de golpear la puerta otra vez, cuando mi puño quedó en el aire frente a la cara de Aaron que estaba sorprendido, confundido, asustado y... ¿Triste? ¿Melancólico?

Fruncí el ceño y baje mi puño de nuevo, dejándolo a mi costado.

- Hayley, ¿Qué haces aquí? - Preguntó mirando por detrás de mí. Como si esperaba que alguien más viniese.

¿Acaso es idiota?

- Vine a verte, imbécil. - Dije con enojo.

Sin que me haya invitado a pasar, lo empuje y entré al departamento.

- Vine a verte porque... - Me detuve al ver más detenidamente el departamento. Pues había cajas por todas partes y maletas a mi alrededor. Fruncí el ceño y lo mire confundida, olvidando por un momento mi enojo. - ¿Te vas? - Pregunté mirándolo.

Bajó la mirada y asintió. Lo miré incrédula.

- ¿Por qué? ¿A dónde? - me crucé de brazos mientras esperaba una respuesta. Él Suspiró y se frotó la sien.

- Me iré a Alemania. Con mi familia. - Dijo mientras colocaba sus manos en sus caderas. - Mi familia me extraña, y yo a ellos. Aunque no lo creas, yo soy muy apegado a mi familia. Y por eso me voy. - pestañeo dos veces, intentando entender.

Adiós popo.

Eso fue lo primero que pudo pensar mi mente. Genial, Hayley.

- Entonces... ¿por eso ibas a ver a Emily? ¿Para decirle que te ibas? - Pregunté. Aunque ya sabía la respuesta.

- Sí. No fuimos nada pero, creí que debía saberlo y despedirme de ella. Fui un idiota. - posó ambas manos en su cara.

- Sí, lo fuiste. - Susurre para mi misma. Él pareció escucharlo, ya que me miró mal. Me encogí de hombros. - Aún puedes ir a verla. - mumure mirándolo.

Niega con la cabeza.

- No, no creo que quiera verme. No después de lo que le hice. - Susurró y pusó sus manos en los bolsillos de su pantalón.

Rodé los ojos.

- Le das mucha importancia. ¿Cuándo te vas? - volví a cruzarme de brazos.

- En tres días. Ya me despedido de todos. - Hizo una pausa, y volvió a hablar. - Bueno, casi todos.

Pensé, pensé... Podía ayudarlo a despedirse de Emily sin que ella le lance la primera cosa que encuentre en la cara.

- Podría... - comencé a decir. - podría ayudarte con eso.

De Amigas A Enemigas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora