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Al llegar de la escuela, corrí en busca de mi madre.

-Mamá, ¡necesito hacer un pastel de frutilla! -me miró con algo de curiosidad, aún así, se limitó a preguntar y nos pusimos en marcha.

Harina, huevos, leche, azúcar y por supuesto, frutillas. Todo esto estaba sobre un pequeño mesón de mármol.

Mamá trajo un boul donde mezclariamos todo, entonces tomé un cucharón de madera para ayudar a revolver la masa homogénea que se iba formando a medida que la leche se mezclaba con todos los demás ingredientes.

Una vez que todo estuvo listo y mamá se aseguró de que me alejara del horno para poder incenderlo, ella introdujo la masa que acababa de voltear en un molde de aluminio dentro del ambiente cálido.

Sólo faltaba hacer la crema, la cual mi madre hizo rápidamente y con suma agilidad antes de que el bizcocho estuviera listo.

Esperamos pacientemente a que éste se enfriara, entonces la parte más divertida llegó: La decoración.

Corrí hasta la nevera y extraí una docena de frescas y dulces frutillas, las cuales corté en pequeñas láminas con ayuda de mamá.

Con delicadeza y concentración, posicioné las frutillas recientemente cortadas al rededor de la torta. Tenía aspecto de tienda, por lo que esperaba que nadie pensara que así fuera.

-La mitad se la regalaré a una amiga y la otra mitad es toda tuya. -dijo mi madre mientras me daba suaves palmaditas en la cabeza.

Luego caí en la cuenta de que no podía darle la torta así como así.

Di vuelta la cocina buscando un recipiente donde meter el trozo. Cuando finalmente lo tuve, lo guardé y lo metí en la nevera para el siguiente día.

Eran alrededor de las seis de la tarde, por lo que fui a mi habitación a realizar tareas y quehaceres.

Tomé uno de mis cuadernos y comencé a pasar hoja por hoja con desinterés. Todo era realmente aburrido.

De pronto la imagen de Victor y sus ojos súper galacticos apareció en mi mente y con ello, mil dudas.

¿Le gustará el pastel?, ¿y si no le gusta la decoración?, ¿si no llego a la altura de sus pasteles favoritos?

Dejé caer mi frente contra el escritorio mientras desordenaba mi cabello con las manos.

¿Por qué me siento tan extraño?

Ansiedad e inseguridad. Eso corría por todo mi sistema nervioso.

Con mis nueves años, no estoy seguro de qué es lo que debería hacer estos casos, por eso, decidí dormir.

Apagué las luces, y una vez en la cama, correctamente arropado, comencé a escuchar y sentir mis latidos cada vez más fuertes y de forma tormentosa.

Mi cuerpo rodaba por la cama, intentando ganar algo de sueño, lo cual fue realmente difícil, pero lo logré.

-Yuuri, desde aquí se ve un lindo nido. ¡Mira! -Victor apuntaba desde la ventana de madera un nido que descansaba entre dos ramas. Ahí fui conciente de que estábamos dentro de una casa del árbol.

La mamá pájaro les llevaba comida a unos pequeños pajaritos que aleteaban con fuerza al verla llegar.

Nos volteamos rapidamente cuando ella comenzó a masticar unos grandes y feos gusanos, causando algo de disgusto en nosotros.

-Bueno, Yuuri. ¿Quieres un trozo? -Victor me mostraba génerosamente un trozo de pastel de naranja, el cual tenía chispitas de colores en la primera capa. Acepté y nuestros dedos rozaron suavemente, esto me hizo dar un pequeño salto- ¿Qué pasa?

Desde mi infancia [Omegaverse]Where stories live. Discover now