S e i s

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—Yuuri ¿Te duele?

—Un poco, pero está bien...

—Cuando logre sacarlo dejará de doler, espera...

—Sí...

Tomé a Yurio, que dormía sobre el brazo de Yuuri, con cuidado para que no despertara. Estoy seguro de que si soy lo primero que ve al despertar hará tremendo escándalo. Yuuri me ayudó a hacerle una pequeña cama en el sillón.

Esa noche, papá no estaba. Él había tenido que viajar para entregar alrededor de sesenta ramos distintos por el país, dejándonos completamente solos por varios días. A veces Yurio venía a ver a Yuuri y así jugabamos los tres, días completos.

A la mañana siguiente

—Oye, nunca te pregunté... ¿Yurio... —preguntó Yuuri. Por alguna razón sabía exactamente lo que quería preguntar.

—Sí.

—¿Sí qué?

—Es un alfa, como yo.

—¿Cómo sabías que iba a preguntártelo?

—Eh...—titubeé sorprendido ¿Por qué lo sabía?—. Supuse que lo preguntarías en algún momento.

—Entiendo...—noté como su cuerpo se tensó y sus puños se apretaron. Esto me puso en alerta—. ¿Él come carne?

—Yuuri —tomé sus manos, las cuales se relajaron al sentir mi tacto—. ¿Pasó algo que no me haz querido decir? —mi tono para referirse hacía él era suave pero aún así desvió su mirada hacía el piso, así sólo podía ver sus grandes mejillas—. Yuuri ¿Qué pasó? —insistí, pero mi tono fue más duro.

De pronto comenzó a sonar el timbre y Yuuri literalmente corrió a abrirla. Quedé con la mirada puesta en donde anteriormente él se encontraba.

—Yuuri... —la voz de Yurio hizo que me estremeciera un poco. Levanté la mirada y noté que Yurio estaba creciendo conciderablemente. Ya llevabamos unas tres semanas en Rusia y él parecía haber crecido al menos dos centímetros.

Dudoso, caminé hasta mi habitación dejándolos a ambos en la sala.

Busqué un viejo teléfono que papá había dejado en caso de emergencias. Marqué su número y esperé pacientemente.

¿Vitya? ¿Sucedió algo?

—Papá ¿Yurio come carne?

¿Por qué la pregunta?—su voz sonó extremadamente dura a pesar de estar hablando a larga distancia.

—Quiero saber que darle de comer.—mentí.

Pues, sus padres no comen carne, pero no aseguro que él siga el mismo régimen. 

—Entiendo... Te quiero, adiós.—corté.

Me senté sobre la cama y miré mis manos un segundo. Mis dedos estaban largos. Entonces alguien tocó mi puerta.

—Victor ¿Pasa algo?

—Es lo que quiero saber. —repliqué con un semblante serio. La mirada de Yuuri hizo que hasta yo me asustara de mí mismo—. Perdón...   —dije mientras mi amigo salía rapidamente de mi habitación.    

Después de eso, Yuuri me evitó todo el día.

Tuve que ver como jugaba con Yurio desde la ventaba durante todo ese tiempo que no hablamos, que fue hasta que Yuuri tuvo que venir a dormir, obligatoriamente.

23:12

—Si quieres puedo ir a dormir al sillón. —rompí el hielo mientras me ponía el pijama a espaldas de Yuuri, el cual se quedó completamente estático ante mi comentario.

Desde mi infancia [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora