9

287 32 15
                                    

Intentaba apartar la mirada de su amigo porque sabía que si seguía mirándolo fijamente iba a darse cuenta y todo se iba a terminar de caer.
Él sentía que iba a llorar. Si Jeremy estaba mal, ¿Por qué no le había dicho nada?
Él se había preocupado tanto, pensando todo el día y toda la noche en su amigo hasta quedarse dormido, mientras Jeremy mandaba todo a la mierda y se lastimaba.

Y ya no tenía dudas. Se notaba que esas cicatrices en fila en su antebrazo eran intecionales.
Mike era bueno poniéndose en los zapatos de los demás y era muy compasivo, pero no se explicaba por qué alguien como Jeremy querría lastimarse para después no pedir ayuda, siquiera, para vendarse los brazos.

Si él era compresivo, confiable, amigable, y no lo iba a juzgar, ¿Por qué no pedir ayuda?
Tantos pensamientos pasaban juntos como ráfagas en su cabeza. Corrían y se iban como la gente que cruza una calle en grupo. Seguramente parecía un estúpido mirando tan atentamente a su amigo.

Volvió a fijarse en lo que debía copiar del libro de Jeremy, pero no tenía ganas de escribir los opuestos de una lista inservible de palabras en Inglés. Tenía ganas de saber qué ocurría con su amigo y quería saber qué mierda había pasado.
Jeremy se sentó derecho, enderezándose en su asiento y bostezando. Lo miró de reojo de forma discreta y siguió copiando las respuestas, balanceando sus piernas de forma intranquila.

Unos segundos después de suspirar oyó el timbre del pasillo sonar y a todos sus compañeros gritar y reír.
En cuanto todos se fueran iba a llorar.

—¿...Mike? ¿Estás bien?

—...—asintió con la cabeza y lo miró con atención— ¿T... Tú lo estás?

—Um, ¿Sí? ¿Por qué no lo estaría?

—Eres... ¡Un...!—alzó sus puños, que, cerrados con fuerza, amenazaban con golpear al castaño, pero luego de un suspiro largo y pesado los bajó— Yo...—cerró los ojos con fuerza y se acomodó en su asiento, mirando a Jeremy a los ojos— Mmm...—bajó la vista y se abrazó a sí mismo, sobando los costados de su torso con lentitud, pensando en qué decir.

—Habla de una vez, —le pidió, poniendo una mano en su rodilla, mirándolo fijamente—Mike, m-me estás preocupando...

—¿Cómo que te preocupo?

—Uh, Mike, ¿Necesitas una explicación de eso también? Mira, es fácil, como esa vez que te expliqué álgebra. Te veo y me siento mal por tí, y no quiero que estés así, por eso quiero saber qué te pasa. ¿Entiendes?

—¿Qué te pasa?

—¿Cómo que qué me pasa...?

—¿Qué te pasa? Vamos, dime.

—¿¡Qué me pasa A MÍ!? ¡Qué...—apretó los labios y susurró una grosería— mierda te pasa a tí!

—¿A mí? A mí no me pasa nada...

—¡¿Y por qué me estás ahogando con preguntas últimamente, eh?!

—Tienes que ser sincero conmigo, Jere. ¿Qué ha pasado las últimas semanas?

—¿Con qué?

—No hagas como que no sabes...

—¿Que no sé qué? Mike, ¿Qué te pasa? En serio.

—A ver.

Suspiró y cerró los ojos, calmándose.

—Vamos de nuevo...

Abrió los ojos y se encontró con un ojiverde bastante confundido, mirándolo atentamente.

—¿Cómo estás, Jere?

—Uh, bien. Te dije lo mismo hace un rato, ¿Qué te pasa?

—¡Eres un...! ¡Mentiroso! —sus ojos celestes comenzaron a lubricarse con lágrimas.

—¿M-Mike? ¿Mike, te sientes bien?—le preguntaba su amigo, sacudiendo su hombro con fuerza.

—¡N-no...! —moqueó y lo miró con odio— ¡Cl-claro que no estoy bien...!

—¡Pero! ¿¡Por qué!? ¡Dime en lugar de llorar!

El de gorro sólo calló. Los pocos estudiantes que se habían quedado en el salón miraban la escena con atención. Algunos estaban incómodos e intentaban ignorar a los dos chicos discutiendo, otros los veían de forma curiosa, varios murmuraban cosas y nadie entendía bien la situación.

Mike llamó a su amigo, Jeremy, en un susurro. Cuando éste levantó la vista y clavó su mirada verdosa en la ajena el moreno comenzó a llorar.

—¿¡Eh!? ¿¡Mike, p-por qué estás llorando!?

—¡Porque es una nena!—gritó Scott, seguido de la risa de Vincent.

—¡Tú cállate!—ordenó Mahogany, atándole una trenza a Doll.

—¡No nos dejas disfrutar bien el drama!—explicó la rubia.

—¿¡Cuál drama!?—cuestionó Scott, gritando otra vez.

—¡Ésta escenita de mierda se parece a las novelas basura que vé mi tía!

—¡Que se callen!

—¡Eres un imbécil!—dijo Jeremy, levantándose de su asiento— ¿¡No vés que él está mal!? ¡Te voy a-!

—¡Oh! ¿Qué? ¿Quieres peleear? —dijo Vincent, mirando a Jeremy con sorpresa.

—¡CÁLLENSE DE UNA PUTA VEZ!

Todos obedecieron al de ojos azules y lo vieron encogerse en su asiento mientras abrazaba sus piernas, llorando.

—M-Mike, no llores...—el castaño intentó poner su mano sobre los hombros de su amigo para darle palmaditas y calmarlo, pero antes de poder hacerlo, Mike se levantó. Se secó los ojos con las manos y se limpió los mocos con la manga de su sudadera, luego miró a su amigo y suspiró.

—¿Q-qué vás a...?—murmuró con miedo, viendo como su amigo se acercaba a él con una mirada que irradiaba odio y enojo. Moqueó una vez más y puso sus manos en los hombros de Jeremy, arrodillándose frente a él.

—S-si vás a peleear...—jadeó y siguió hablando, mirando al piso— Cuenta conmigo para romperle la nariz a alguien, ¿Sí?

—S-sí.

Todo quedó en silencio y los demás adolescentes en el cuarto se miraron con curiosidad y sorpresa. Mike miró a su amigo y sonrió.

—D-de todas formas no voy a peleear...—el moreno iba a preguntar por qué, pero Jeremy lo interrumpió— M-me duelen un poco los brazos y...

La sonrisa serena que tenía se desvaneció.

—¿Por qué te duelen?

—Ah...—apartó la vista y habló por lo bajo a su amigo— No sé.

El más alto le dedicó una mirada de asco al ojiverde. Se puso de pié, pateó su pupitre con odio, logrando que sus cuadernos cayeran al suelo, y corrió fuera del salón. No le importaba el timbre que sonaba en los pasillos de forma estridente, indicando el fin del receso, porque luego de Inglés tenían Geografía y esa profesora era la que más faltaba. Era más que obvio que iban a tener tres horas libres.

Tres horas libres para poder llorar en el baño.

Preocupación - jeremikeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora