dieciocho

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Cuando llegaron a la casa de Alan, el cielo estaba completamente oscuro y una brisa de frío recorría las calles vacías del vecindario en donde vivían. Austin terminó de cerrar el auto con la alarma cuando el pelirrojo ya abrió la puerta de la casa y entró, siendo recibido por una Nugget entusiasmada y saltarina. La tomó en brazos y caminó con ella hacia el sofá, recostándose con ella en su pecho. La cachorra le lamía la cara con insistencia, pero él sabía que era su forma de demostrarle el cariño, entonces Alan no hacía nada por evitarlo.

Austin se sumó al momento cariñoso, abrazando a ambos cuando llegó al sofá. La bulldog luego se cansó y bajó al suelo, caminando hacia el lugar en donde estaba su recipiente con agua. El castaño se posicionó arriba de Alan, colocando sus brazos en los costados para no dejar caer su peso, y sonrió al ver el gesto que le hacía el pelirrojo.

— ¿Continuaremos con lo de esta tarde? —preguntó Austin con una sonrisa.

— Si tienes ganas...

El mayor inclinó su cabeza y comenzó a besar el cuello de Alan con una lentitud tortuosa para él, pero era a propósito. Él comenzó a morder y succionar, ahora siendo más pasional al momento de marcar el cuello tatuado del pelirrojo. Cuando ya notó que había sido suficiente, subió en un camino de besos hacia la boca del menor. Se besaron con intensidad, con sus lenguas encontrándose dentro y fuera de sus bocas y con mordidas en sus labios inferiores de vez en cuando.

Austin llevó una de sus manos a la entrepierna de Alan, tomándolo por sorpresa cuando palpó el creciente bulto.

— Austin —jadeó sobre los labios del castaño—, ¿lo haremos aquí?

— Si tienes ganas —Austin repitió las mismas palabras del pelirrojo, haciéndolo reír.





El mayor fue el primero en despertar, descubriendo que el sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte. Miró hacia el costado y notó que Alan seguía durmiendo plácidamente a su lado, con una de sus manos rodeando su cuerpo y otra en la cabeza de Nugget, quien dormía en el medio de ellos. Sonrió con ternura y dejó un beso en su frente antes de quitarse con cuidado y levantarse de la cama para ir al baño.

Estaba con los ojos cerrados, sintiendo el agua caer por su cuerpo, cuando alguien besó sus húmedos labios. Abrió los ojos, viendo que se trataba de Alan; estaba desnudo igual que él y le sonreía ampliamente.

— Alguien tuvo una buena noche —comentó Austin seguido de una pequeña risa—. Feliz mes... no sé cómo mierda se dice pero feliz tercer mes.

— Ni que lo digas —murmuró y se apegó al cuerpo del mayor, abrazándolo—. Fue una de tantas. Y feliz tercer mes, Aus.

Austin se limitó a asentir con una sonrisa y rodeó la cintura del menor, dejando que el agua corriera en el cuerpo de ambos. Luego de un momento, soltó su agarre y se agachó para tomar el shampoo, echando un poco en su mano. Miró a Alan y le dejó un beso en los labios antes de frotar con suavidad el líquido por su cabello pelirrojo, creando espuma después de unos segundos y sonriendo al ver el gesto tierno que le hacía. Se alejó de la zona donde el agua corría y le cedió el lugar al menor para enjuagar su cabello, continuando con los suaves movimientos.

— Me tratas como a un bebé —comentó Alan, pero con ternura en la voz.

— Es que eres mi bebé —aclaró.

— Tonto.

Una vez que terminó de enjuagar el cabello largo de Alan, tomó el otro envase que contenía crema de enjuague y echó un poco en su mano antes de pasarlo por las puntas pelirrojas del menor, desenredándolo con cuidado. Desvió su atención hacia el rostro del hombre, besándolo nuevamente. Alan lo tomó de la nuca y profundizó el beso, manteniendo los ojos cerrados.

Austin sintió un líquido frío en la parte superior de su cabeza y notó que el pelirrojo, en puntas de pie, le estaba echando shampoo para hacerle lo mismo que él le había hecho hace un momento. Creó espuma sobre su cabeza, haciendo que el mayor se inclinara para así estar más cómodo.

— Enano —murmuró el castaño cubierto de espuma, riendo.

— Enano —Alan repitió con voz aguda, rodando los ojos—. Ni tanto, mido como... 1,75. Es una estatura promedio.

— Eres un enano para mí —respondió Austin.

— Cállate.

El pelirrojo continuó jugando con la espuma en el cabello castaño de Austin hasta que lo dejó que se enjuagara. Él no necesitaba crema acondicionadora, por lo que Alan lo dejó y finalizó por pasar el jabón por su propio cuerpo hasta que el mayor lo detuvo, robándole la barra para comenzar a hacerlo por él. El pelirrojo notó que nuevamente lo estaba tratando como a un bebé, pues la forma en cómo pasaba el jabón por su cuerpo y lo desparramaba por su cuerpo, no era para nada sexual. En ese momento, nuevamente era el bebé de Austin.

Cuando ambos acabaron de enjuagar el jabón de sus cuerpos, Alan cerró el paso del agua. Austin le pasó una toalla para que se secara y luego tomó otra para secarse a sí mismo. La ducha les había abierto el apetito así que se colocaron algo cómodo y fueron a la cocina a preparar algo de comida.

— ¿Quieres pasta? —le preguntó el mayor.

— ¿Sabes cocinar? —preguntó Alan con falsa sorpresa.

— Me dueles —le siguió el juego, haciendo una mueca exagerada de dolor para luego soltar una risa—. Me ayudarás a cocinar, ¿sí?

— Mueve el trasero, Carlile.

Ambos se pusieron a cocinar pasta; Alan había tomado una olla de la alacena, un paquete de tallarines y un utensilio de cocina para revolverlos. También le pasó una pequeña olla a Austin para que hiciera la salsa y él buscó las verduras y demás cosas que necesitaría. Cada uno hizo su trabajo, revolviendo y agregando sal y una que otra cosa. Para cuando terminaron, ya era mediodía y era la hora del almuerzo.

Alan puso los tenedores y el queso rallado en la mesa mientras Austin servía la comida en los platos. Llevaron los dos platos en la mesa y se sentaron, viendo la comida frente a ellos.

— Hicimos un buen trabajo —comentó el pelirrojo y el mayor asintió ya que tenía la boca llena.

Al terminar de comer, dejaron las cosas para lavar luego y se sentaron en el sofá donde estaba la cachorra durmiendo. Prendieron la televisión y dejaron la primera película que apareció en un canal, ya que de todas formas no le darían tanta importancia.

— El otro día comencé a escribir —habló Austin—, es decir, siempre lo hago pero ahora decidí que sería una buena idea para lo nuevo de Of Mice & Men.

— ¿Sí? —preguntó Alan, volteando a verlo—. ¿Y de qué trata lo que has escrito?

— Sobre lo que vivo día a día —murmuró con la voz apagada y el pelirrojo supo enseguida sobre qué hablaba—. He escrito varias canciones sobre ello, muchas veces, pero no tan específicas como la que he comenzado —el castaño soltó un suspiro—. No sé cómo es que sigo aquí.

Alan mordió sus labios y se acercó a Austin para abrazarlo, pasando una de sus manos sobre la cabeza del menor para hacerle saber que estaba ahí.

— Hey... tranquilo, ¿sí? Estás bien, estás aquí. Y yo estoy contigo.

— No te preocupes —sonrió el castaño, retomando su personalidad—, lo tengo claro. Me alegra mucho que estés conmigo y me ayudes en los días que no puedo hacer nada.

— Y no sólo me tienes a mí, tienes a los chicos; nuestra banda, nuestra familia. Los fans...

— Lo sé, pero lo que no sé es qué haría sin todos ellos —Austin conectó su mirada con la de Alan—. Sin ti.

— Ni yo lo sé, pero no hablemos de eso —pidió el pelirrojo—. Ser emo es mi trabajo, no el tuyo.

— Cierto —soltó una carcajada.

— Era broma —se quejó Alan, pero luego rió de todos modos—. En fin, en uno de estos días dijeron que debíamos juntarnos a practicar. Nuestras vacaciones deben tomar su fin y tenemos que volver a dar conciertos por las ciudades cercanas, trabajar para el próximo álbum, nuevos tours... todo

— Será genial.

down the road [cashby]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora