Capítulo 14

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Harry miró a través de la densa nube de humo negro y maldijo para sus adentros. Desde que habían llegado al lugar del suceso, se había dado cuenta de que aquel incendio en particular iba a ser difícil.

Le dolían los músculos, le martilleaba la cabeza y tenía tanto calor que le pareció como si se le estuviera achicharrando la piel debajo del abrigo de cuero del uniforme.

Primero habían entrado sin mangueras, con la intención de rescatar a las personas atrapadas. Lo habían hecho mientras los vecinos les indicaban y señalaban la vivienda del piso superior donde una mujer soltera seguía dentro. La mujer, que Harry mismo había sacado, estaba ya en la ambulancia.

Se dejaron la piel con poco éxito. El fuego se propagó rápidamente por el edificio, atizado por el viento huracanado que entraba por las ventanas rotas.

De nuevo dentro, la linterna de Harry iluminó un sofá de flores que en ese momento era devorado por las lenguas de fuego anaranjado, junto con unos libros antiguos, una mesa de madera y un escabel desvencijado.

Avanzó a través de la humareda negra, esperando ver una señal de vida humana aún dentro. El estrecho haz de luz de la linterna iluminó un objeto en movimiento; Harry se acercó y entonces oyó el maullido fuerte de un gato. Como llevaba unos guantes muy gruesos, Harry agarró al animal con fuerza para sacarlo de allí.

Los tres potentes bocinazos penetraron el fuerte siseo del fuego que lo rodeaba.

Esos tres bocinazos significaban que la casa estaba perdida.

Harry salió al patio cubierto de nieve y respiró una bocanada grande de aire frío y limpio. Levantó el visor del casco y se quitó la máscara. Había reporteros por todas partes, mezclándose con los ruidosos vecinos. Un foco lo cegó un instante y asustó al gato, que se soltó de sus brazos y se subió a un árbol cercano a la velocidad de la luz, donde se encaramó a una rama cubierta de hielo y empezó a maullar.

Alguien lo llamó por su nombre y Harry se dio la vuelta. Le tomaron unas cuantas fotos, pero él apenas pudo reparar en nada. La mujer que él mismo había sacado de la casa avanzaba hacia él del brazo de uno de los bomberos. Iba envuelta en un abrigo que uno de sus compañeros le habría prestado, y para que no fuera descalza le habían dejado también unas botas enormes. Tenía el pelo revuelto, los ojos muy abiertos, la mirada perdida y la tez muy pálida a la luz de la luna y de las llamas.

-¡Mi bebé! -gritó, fuera de sí-. ¡Tiene que sacar a mi bebé! -gritó mientras proseguía torpemente hacia la casa; pero cayó de rodillas en la nieve e intentó continuar a gatas.

Harry se puso rígido. Se volvió a mirar la casa pasto ya de las llamas que salían del interior. El corazón le golpeó las costillas con fuerza y los músculos se le pusieron tensos. ¡Maldición, no!

-Por favor -gimió la mujer-. Oh, por favor -repitió mientras forcejeaba con violencia con las manos que intentaban detenerla.

Su hombre de más confianza se acercó a él con determinación.

-Iré yo.

Harry sintió náuseas.

-¿Quieres entrar sabiendo lo arriesgado que es?

El bombero asintió con seriedad,

-Sí, voy a hacerlo.

Harry lo entendió. Él mismo ya había decidido entrar.

Entonces pensó en Louis. Los bomberos habían pensado que él estaba dentro cuando en realidad no estaba allí. Durante el drama de un incendio resultaba muy difícil mostrarse racional. Pero ese era su trabajo. De pronto se dio cuenta de que la experiencia de Louis lo había ayudado. Lo ayudó a pensar más allá del rugido del fuego, más allá del calor, de los gritos de los vecinos, de los medios de comunicación y de los gritos de una mujer aterrorizada.

Fuego y Pasión  ~Larry Stylinson~Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt