XVI. Tendremos una cita

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Graham le arregló un poco el cabello a su mejor amigo, con saliva, así como las mamás que peinaban a sus hijos en la mañana antes de entrar a la escuela. Jamie no dejaba de hacer muecas y gestos de fastidio, no necesitaba que hicieran eso, así como tampoco necesitaba que le obligaran a estar con Damon; generalmente se daba que él y Damon comían por separado algunas veces, otras veces comían los cuatro juntos y otras veces comían entre mejores amigos separados.

Estar juntos en el receso se daba de forma natural.

—¡Yaaa! —se quejó Jamie— Hay más saliva en mi cabello que en tu boca.

—¿Quieres conquistar al señorito Damon? —replicó Graham. Jamie rodó los ojos y a los pocos segundos rieron juntos por lo estúpida que era la situación.

En cuanto sonó la campana que anunciaba el receso, él y Graham habían salido primero del aula para ir a la siguiente aula correspondiente, dejaron sus mochilas en las mesas de hasta atrás y simplemente esperaron a que Alex y Damon llegasen, no tardaron mucho en hacerlo. Al igual que ellos, dejaron sus mochilas en la mesa de enfrente y se juntaron.

—Vamos, Jamie —dijo Damon con una sonrisa tenue, agarrando a Hewlett de los dedos de la mano. Y así se fueron juntos al receso. Alex y Graham no dijeron nada, sólo se miraron en complicidad y acordaron seguirlos a cierta distancia, nada más para asegurarse de que las cosas salieran bien entre ellos.

[ . . . ]

Jamie y Damon caminaron tranquilamente desde el edificio de preparatoria hasta la parte de atrás de uno de los edificios en donde se encontraba el auditorio (después de comprar unas paletitas azules y rojas en la cafetería, claro). Ahí no había nadie, no había profesores vigilando a los alumnos y definitivamente podían estar ahí agarrados de la mano o con las piernas entrelazadas sin que alguien les reclamara una sola cosa.

—Tengo mucha flojera —comentó Damon, recostándose en el suelo, apoyando la cabeza sobre los muslos de Jamie, una de sus manos descansaba sobre su vientre, la otra le agarraba la quijada a su amigo, jugando un poco con él—. ¿No quieres saltarte la clase de Física e Historia?

—Me encantaría saltarme la de Historia Universal —respondió Hewlett agarrando la mano de Damon que le sujetaba del rostro, acariciando con delicadeza, repasando con las puntas de los dedos los tendones de su mano que se le marcaban de una forma muy bonita—. Pero no quiero perderme la hora de Física.

—¿Por qué?

—Hoy jugamos con las pistolas de agua —y ahora procedió a acariciarle el rostro a Damon, pasando de sus mejillas a su mandíbula, repasó ese perímetro con mucho cariño.

—¡Oh rayos! No traje la mía —Albarn se acomodó un poco mejor sobre los muslos de su compañero, estaba muy cómodo ahí. Ojalá pudiese quedarse el resto de la tarde en esa posición mientras trataba de encontrarle forma a las esponjosas nubes que tranquilamente jugueteaban en el cielo londinense—. Creo que el profesor Bowers va a hacer que todos me mojen.

—Mm, creo que Grems trae una aparte. Podrías pedirle que te la preste —comentó Jamie y ahora le acariciaba la parte de atrás de las orejas, sus bonitas orejas redondeadas que a veces se veían rojitas. A veces le daban ganas de morderle las orejas, pero eran impulsos que se reservaba. No quería incomodarlo y mucho menos lastimarlo.

—¿Puedes seguir haciendo eso, por favor? Se siente bonito.

—Pareces un perrito.

—Eso es lo más lindo que me has dicho en tantos meses de amistad —y, con los ojos cerrados, disfrutando del masaje atrás de sus orejas, sonrió.

jamie's sketchbook; jamionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora