27. Idiota

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Finalmente, se separó de mi.
Tantas palabras luchaban por salir ahora de mi boca.
Tantas cosas que quería decirle,
Pero no lo hice.

Me miró.
Ninguno dijo palabra alguna, hasta que se ofreció a llevarme de vuelta a casa.

Asentí con la cabeza, no iba a negarme, no tenía razones para hacerlo.

O quizás si las tenía, pero estaba más que claro que no planeaba decírselas.
Bajé del auto, estacionado justo frente a mi puerta.

— Junjie... — intenté decir.
— No intentes hacer que me quede, Eli.
— Es que tengo miedo. — las palabras salieron tan fácilmente de mi boca que parecía que no era difícil para mí decirlas.

Su rostro se tornó confundido.

— ¿A qué le temes?
— A no volverte a ver. — dije, con un repentino valor que no sabía de dónde obtuve.

Esbozó una leve sonrisa.

— Ven. — dijo, haciéndome acercarme a su ventana. — Nunca creí en el amor, Eli. Creía que eso sólo pasaba en las películas, o quizá en la vidas de las demás personas, pero no en la mía.

Callé.

— Pero luego, te conocí. Y ahora entiendo que no cabe duda de que el amor existe. Y estoy seguro de que no voy a poder dejar a la persona por la que despierto todas las mañanas, aunque lo intentara. — dijo, y besó mi frente.

Y ahí, lo perdí todo.
La calma, el control, los estribos...
Y me quebré. Lágrimas salían de mis ojos.

— Te amo. — dije, para después ver su auto alejarse.

[ ]

El pelinegro veía hervir el té una y otra vez.
Tomó asiento en una de las sillas frente a la isla de su cocina.
Suspiró.

Cerró los ojos.
Podría quedarse dormido justo en ese momento.

Los golpes frenéticos en su puerta lo despertaron unas horas después.
Abrió los ojos, su cabeza dolía, al igual que su espalda.
Después de todo, había dormido en una silla.

Después de no dejar de escuchar los golpes, se levantó lentamente y abrió la puerta.

Una castaña esperaba frente a la puerta. Tiritando por el frío y con enojo por todo su rostro.

— Tatiana. — el pelinegro dio un bostezo restándole importancia. — No te esperaba.
— ¡¿Dónde diablos estabas, Junjie?! — alzó la voz. — ¡No contestaste ninguna de mis llamadas!

El pelinegro se hizo a un lado, dejándola pasar.

— Escucha Tatiana. — empezó el mayor. — Sé que es cruel decírtelo ahora, pero le he dado tantas vueltas, que creo que no vale la pena pensar más en ello.

La castaña lo miró, confundida.

— ¿Qué quieres decir?
— Estoy enamorado de otra persona, y no voy a vivir engañándome a mi mismo por el resto de mi vida convenciéndome de que eres lo que quiero.

El rostro de la mujer se mostró ofendido, por un minuto el pelinegro pensó que lloraría, pero no lo hizo.

— Idiota. — dijo para después reír. — Ese era el trato. Te casarás conmigo quieras o no, además, siempre has perdido contra mí, ¿Quieres saber porqué? Porque eres un idiota, y un débil.

El joven sonrió.

— Quizás eso sea cierto. — dijo el, quitando el anillo de su dedo anular para después ponerlo en la mesa.
— ¿Pero sabes qué es lo mejor de todo? Qué tu dependes de este idiota.

Juego.  [ Junjie x Eli  ]Where stories live. Discover now